Biografías de folcloristas chilenos

Violeta Parra.-

Nacida el 4 de octubre de 1917 en la ciudad de San Carlos, VIII región, hija de un profesor primario y de música, Nicanor Parra Parra y de una autentica campesina, clarisa Sandoval Navarrete. Violeta Parra desde los doce años comenzó a escribir sus primeros versos que reflejan una infancia difícil junto a sus nueve hermanos, quienes con campechana humildad, muy pronto también destacarían de diversa forma en variadas disciplinas del arte popular y docto.

Temprano debe abandonar sus estudios para trabajar en el campo y ayudar así a sus padres, su afición por la música le viene por ambas vertientes, pero sus primeros contactos con la guitarra los tiene de su madre que le cantaba hermosas melodías campesinas mientras ejercía su oficio de costurera. El repertorio de don Nicanor lo constituían valses, habaneras y cantos de salón de fino corte romántico, características expresiones urbanas de fines de siglo.

En la esencia de sus creaciones se advierte la manifestación de un universo intimo exuberante en vivencias de profundo contenido humano donde la sensibilidad por los problemas sociales que marcaban su entorno en aquellos años resulta ser un verdadero espejo para reflejar su existencia marcada por la tristeza, frustraciones e infelicidad.

Su hermano Nicanor que estudiaba y trabajaba en Santiago y que debió asumir la responsabilidad de guiar, educar y alimentar la larga familia, llama un día a Violeta a la capital con el propósito de encauzar su educación formal.
Errante y obviando los consejos de su hermano y con el propósito de obtener sus ingresos, se dedica al canto en la nocturna farándula de los arrabales santiaguinos, donde enriquece su conciencia al ver tanta bajeza humana.

En 1937 conoce a Luis Cereceda, empleado ferroviario, con quien contrae matrimonio y de donde nacen sus dos primeros hijos, Isabel y Angel. Esta unión se mantiene en forma precaria hasta 1948, año en que definitivamente se separan y continúa su tarea de recoleccionar canciones antiguas de Chile. Al año siguiente vuelve a casarse con el tapicero Luis Arce. Nace sus hijas Carmen Luisa y Rosita Clara que fallecería al poco tiempo.

Con criolla humildad, y estoicismo continuó derramando su creatividad en Circos, Bares, y Quintas de Recreo, aumentando su bagaje de vivencias sociales de un mundo que en sordina ya encontraba deleite en su canto, aún cuando su voz fuera un solitario dedo acusador surgiendo desde las tinieblas nocturnas en busca de la luz.

La década de los años cincuenta la sorprende realizando labores de recopilación en diversos barrios de Santiago y a lo largo de todo el país. Gracias a su trabajo, en Puente Alto se reúne con poetas populares como Isaias Angulo, Gabriel Soto, Agustín Rebolledo, Emilio Lobos y Antonio Suarez. En Barrancas conoce a Guillermo Reyes y Rosa Lorca… Berta Gajardo en Maule, Mercedes Guzmán, en San Bernardo, Lastenia Cortés en Curacavi, Eduviges Candia en San Carlos y Francisca Martínez en Rosario. Todos de larga sabiduría que le enseñan antiguos repertorios de una música que ya comenzaba a perderse o desvirtuarse.
Su Hermano Nicanor fue decisivo en su vida artística, puesto que fue quien la estimulo a asumir con personalidad propia la defensa de la autentica música chilena. Hasta entonces y por conveniencia, su repertorio variaba entre valses peruanos, corridos mejicanos, boleros, cuecas y cantos españoles. Se dedicaba con pasión a la música chilena y entre sus primeras iniciativas procura divulgar el uso del poco conocido guitarrón.

Los poetas y los talentos se juntan. A raíz de un recital realizado en 1953 en casa de Pablo Neruda se ponen en relieve sus capacidades y se reconoce su arte a través de la Radio Chilena. Comienzan entonces a salir de los oscuros salones de las Quintas de Recreo para iniciar una serie de giras y presentaciones en todo el país.

Si como recopiladora tuvo la importante visión de recuperar para el patrimonio músico popular una enorme gama de expresiones ya casi olvidadas, generando al mismo tiempo un valioso movimiento en todo el país que se dedica a emularla, es especialmente brillante en su labor como compositora abarcando las más variadas expresiones. Pero donde destacó en forma especial fue en la décima, de la que se constituyo como una de las más agudas improvisadoras a lo humano y lo divino, con derroche de su talento irónico pasional para denunciar en verso los desvaríos sociales entonces.

En 1954 obtiene el premio Caupolican, concedido a la folklorista del año, que la lleva luego al festival de la juventud en Polonia. Peregrina por varios países con agudas dificultades e incomprensiones, para fijar luego residencia en Francia que se resiste a su guitarra con el canto de luces y sombras de Latinoamérica.

Después de largos y sacrificados esfuerzos consigue vencer la natural apatía francesa que la escucha, la aprueba y la aplaude, grabando allí sus primeros discos con un éxito jamás logrado por chileno alguno.

Regresa a Santiago en 1958 inspirada y renovada y tratando de reponerse a la cruel y triste noticia de la muerte de su hija menor, comienza a pintar y crear tapices. Ofrece recitales en todo el país y graba nuevos discos. Conoce al músico Suizo Gilbert Favre, estudioso del folklore Sudamericano, de quien se enamora apasionadamente. Los primeros programas folklóricos realizados en Chile para la televisión que comenzaba ya su rápido camino, los realizó Violeta con sus hijos mayores Isabel y Angel que en 1960 ya tomaban alturas propias.

Los años 60 son críticos y decisivos. En Europa irrumpen múltiples convulsiones estudiantiles y sociales, a las que no escapa Latinoamérica. Su canto se rodea de compromiso contra la injusticia social que la rodea y a las duras vivencias de las que han sido testigo a lo largo de su existencia.
Violeta se adelanta a su época y con su guitarra denuncia y condena. Su forma de canto es una cantera desde donde empieza a quedar atrás la temática paisajista que hasta entonces nuestro folklore tenía. Se empiezan a decir coas, la gente joven comienza a identificarse y a atreverse a contar y cantar sus vivencias y anhelos, Surgen las voces de Patricio Manns y Víctor Jara. Fue la precursora que impulsó a muchos artistas a crear conciencia en nuestros propios valores y sus canciones son obras que van más allá del tiempo y las fronteras.

En 1961 vuelve a viajar a Europa recorriéndola casi completa, participando en el Festival de la Juventud de Finlandia, graba nuevos discos y realiza
Exposiciones y recitales para la UNESCO. A su calidad de músico y poeta une la pintura, los tejidos, tapicería y cerámica de virtuosa originalidad, exponiendo con esperanzado sentimiento su genio y talento en Argentina, Rusia, Finlandia, Alemania, Italia y Francia.

En 1964 el Museo del Louvre, se abre por primera vez para una artista latinoamericana y para sus escultoras de alambre, pinturas, tejidos y arpilleras en las que demuestra que de la tradición era posible extraer un material de trabajo más. Su vida y la expresión de su canto es comparable sólo con Edith Piaf, el recordado gorrión parisino, con la que se puede hacer un paralelo artístico y emocional.

En 1965 está de regreso en Chile e instala en La Reina una gran carpa, que pretende convertir en un centro de cultura folklórica junto a sus hijos Isabel y Angel, a quienes se unen Patricio Manns, Rolando Alarcón y Víctor Jara. Refugio de sueños inconclusos desde durante largo tiempo esperó acercar su mensaje a los chilenos, un mensaje lleno de sensibilidad Universal que hoy la eleva como la artista chilena de raigambre popular mejor reconocida internacionalmente, genuina representante de nuestro folklore y fuente de inspiración permanente para generaciones de músicos populares.

En 1966 emprende viaje a Bolivia, donde canta con Gilbert Favre, regresando juntos al poco tiempo. Compone sus últimas canciones que graba en un long-play con sus hijos y el músico uruguayo Alberto Zapicán.

A los cincuenta años, el 5 de febrero de 1967, incomprendida por el público chileno e incapaz de resolver sus problemas afectivos que la atormentaron toda una vida, de un disparo pone fin a su existencia en la Carpa de la Reina.


Su vida y su obra están libres de contradicciones, habiendo nacido pobre, los amó junto a su tierra y ese amor lo puso en versos que aún vibran en las cuerdas de su guitarra.

Nació campesina y sufrió de privaciones sin jamás ocultarlo y nunca hizo uso de un escenario pensando en las luces de un show con ausencia de valores de raza ni de pueblo, ni en la inspiración de su canto existieron ideas falsificadas, sino duras vivencias con las que coexistió de por vida.


Ángel Parra.-

Nació en Valparaíso en 1943, es hijo de Violeta Parra y de Juan Cereceda Arenas, maquinista de ferrocarril y del sindicato Santiago Watt. Su infancia transcurrió como la mayoría de los chilenos, sufriendo sin disimulo los rigores de la pobreza. Ya a los dos años subía a los escenarios junto a su madre y a su hermana Isabel, junto a quien formaría una de las más famosas duplas de la música chilena.

A los cinco años, luego de la separación de sus padres, cantaba en los circos; su repertorio se nutría de célebres intérpretes latinoamericanos de la época como Leo Marini y también acompañaba a su madre en su infatigable trabajo de recopilación folklórica por todo el país.

A los diez años comienza su romance con el guitarrón chileno al conocer al maestro Isaías Angulo y posteriormente se vincula con otro de los ejes de su carrera(¿o ejes de su carreta?): el compositor argentino Atahualpa Yupanqui, de quien terminaría haciéndose amigo y a quien acompañaría en sus últimas presentaciones públicas por Europa (material registrado en el disco "El último recital").

A fines de los años 50 ya es parte activa del mundo discográfico, publicando un miniálbum junto al grupo Los Norteños y una recopilación de villancicos folclóricos y originales bajo el título de "Cuatro villancicos chilenos".

En 1960 trabaja en los inicios de la TV chilena, donde cumple diversas labores desde tramoya hasta artista y asistente de dirección. Repite la experiencia en Uruguay, donde llega a ser director.

En 1961 recorre Europa junto a su madre y su hermana. En Francia comenzaría el trabajo en dúo con Isabel cuando se presentaron, entre otros, en los cafés parisinos La Candelaria y L'Escale. En el país galo llegarían a grabar un disco juntos titulado "Los Parra de Chillán".

Al retorno al país, en 1964, es parte de la campaña presidencial de Salvador Allende, que termina siendo derrotado por Eduardo Frei Montalva, y con Isabel desarrolla su proyecto más popular y legendario: basados en los recintos franceses donde se presentaron, decidieron crear la Peña de los Parra, que fue el punto de encuentro más importante de la Nueva Canción Chilena, por donde pasaron todos los artistas del movimiento y muchos de los grandes exponentes latinoamericanos.

Graba sus dos primeras producciones solistas ("Angel Parra y su guitarra" y "Volumen 2") y en 1965 comienza su larga travesía en obras unitarias de largo aliento con el "Oratorio para el pueblo" que, junto a "El sueño americano" de Patricio Manns se les considera precursoras de la Cantata Popular "Santa María de Iquique" de Luis Advis. En el oratorio colaboran su hermana Isabel y Rolando Alarcón, quien sería uno de los constantes invitados a la peña.

En 1966 es convencido por un joven llamado Julio Numhauser para que dirija al naciente conjunto Quilapayún, a quienes les ayuda a montar sus primeras canciones, les dirige en su primer actuación en vivo en Valparaíso y les entrega la composición "El pueblo". Al año siguiente trabajaría con otro grupo que enraizaría definitivamente en la música andina: Los Curacas. Ese mismo año viaja a Cuba, para participar en el Primer Festival de la Canción Protesta, en Varadero.

Sus obras conceptuales continúan con "Arte de pájaros" basado en poemas de Neruda y con "Chile de arriba abajo" a partir de una obra de Manuel Rojas. Además, entre otras publicaciones, en este período graba las "canciones funcionales" que agrega un elemento sarcástico al repertorio de la Nueva Canción que se retomaría en el momento más álgido de la Unidad Popular por varios de sus exponentes y que de alguna forma es heredada por Payo Grondona a fines de los '60. A este disco pertenece "La democracia" uno de sus temas más populares. De ese período son también las "Canciones de amor y muerte", al que pertenece "Canción de amor" otra de sus obras más conocidas y cantadas a lo largo del país.

En 1970 vuelve a trabajar activamente por la campaña de Allende, que esta vez resulta ganador y durante los tres años de gobierno popular recorre el país de punta a cabo, ofreciendo recitales gratuitos en fábricas, centros campesinos y poblaciones populares. Además, en Carmen 340 (lugar donde se encontraba la peña) organizó talleres culturales para los vecinos.

Además, muestra otra de sus facetas más reconocidas al grabar un disco de cuecas choras con el tío Roberto Parra en 1972 y compone, como símbolo del nuevo estado de cosas en el país uno de sus temas más célebres, "Cuando amanece el día". Un poco antes del acto "redentor" de las Fuerzas Armadas alcanza a publicar premonitoriamente la obra "Pisagua", basada en el libro de Volodia Teitelboim, que recuerda la utilización de esta localidad como campo de concentración en el gobierno de Gabriel González Videla, el traidor (el primero).

El golpe sorprende a Angel Parra en Chile y, tal como muchos otros compatriotas, es trasladado al Estadio Nacional, donde estuvo cerca de dos meses. Tras esto, llega hasta el campo de concentración Chabuco, ubicado en el norte del país, sitio en el que tiene una estancia prolongada y donde nacen nuevas obras conceptuales como el "Oratorio de navidad", que monta junto a otros reclusos.

En el exilio, como la gran mayoría de los sobrevivientes de la Nueva Canción, comienza un itinerar por el mundo denunciando la dolida situación del país y comienza también el desarrollo de una carrera artística en un medio más exigente en términos musicales. Desarrolla los últimos trabajos con su hermana entre fines del '70 y comienzos del '80. Luego de estar inicialmente en México (donde nace el Corrido del '73) posteriormente se traslada a Francia, que pasa a ser su residencia permanente (hasta la fecha) y donde, entre otras cosas, desarrolla un trabajo de guitarra popular reflejado en un disco relanzado en los '90 por Alerce y simboliza su arraigo con el nuevo país al componer en francés (como en el tema "La prochaine fois…").

Luego de volver a Chile en 1989 para realizar una gira, comienza una vida llena de "idas a venidas" donde vive un período frenético de grabación. Entre otros edita "La travesía de Colón", "Boleros", "Amado, apresura el paso" (basado en poemas de Gabriela Mistral), "Canta a los niños", "Violeta Parra, letra y música", "El último recital", "Canciones eróticas", "El insolente" (que retoma la idea de las canciones funcionales), "Brindis y cuecas caballas", "Antología de la canción revolucionaria –volumen 1-", "Todo el amor" la música de la película "Los Náufragos" y la que hasta ahora es su más reciente producción, "Corazón de los Andes". Además, Alerce relanzó algunos de sus trabajos como "Cuando Amanece el día", "Guitarra popular chilena", "Corazón de bandido" y Warner publicó su Antología.

(Realizado a partir de la biografía hecha por Nano Tamayo en la revista "El cancionero nº25" y por los datos que aparecen en el sitio oficial de Angel Parra, www.angelparradechile.scd.c además de consultar la discografía del cantautor por el periodista: Manuel Vilches)


Isabel Parra.-

A través de una extensa carrera dirigida por su firme y a la vez dulce sello de autora, Isabel Parra se ha destacado como una de las más reconocibles voces de la música popular chilena, más allá de sus excepcionales vínculos familiares. La hija de Violeta, hermana de Ángel, sobrina de Roberto y madre de Tita —por nombrar sólo a algunos de sus parientes destacados en la canción— se caracteriza por una pluma delicada, pero de ácida observación cuando así lo dicta la contingencia; y es entre estos dos polos que se debaten sus más importantes composiciones. Es, entre otras cosas, la gran voz femenina de la Nueva Canción Chilena.

Su discografía se ha desarrollado en diversos países y con importantes colaboradores, y encuentra etapas reconocibles en el trabajo a dúo junto a su hermano Ángel (en el dúo Isabel y Ángel Parra, activo desde fines de los años sesenta), sus musicalizaciones para versos de Violeta Parra y sus discos propiamente solistas. El cubano Silvio Rodríguez, el argentino León Gieco y los chilenos Inti-Illimani, Los Jaivas, los Blops y Víctor Jara han sido sólo algunos de los compañeros de sus valiosas grabaciones. Además de su labor musical, Isabel se preocupa de modo constante del legado de su madre como directora de la Fundación Violeta Parra.

Junto a Violeta
Sus inicios están ineludiblemente vinculados a la carrera de su madre (es la primera hija de su matrimonio con el ferroviario Luis Cereceda), con quien recorrió parte de Europa a partir de 1961 y a cuyo catálogo acudió en diversas oportunidades durante los inicios de su trayectoria. Su debut discográfico fue junto a Violeta y su hermano Ángel, con quienes grabó un primer disco en París (Los Parra de Chillán, 1963). Con Ángel seguiría colaborando hasta principios de los años setenta en paralelo a su trabajo solista, usualmente en la interpretación a dúo de canciones del folclor latinoamericano (puede buscarse su discografía conjunta bajo Isabel y Ángel Parra).

Destacada fue, además, su labor en la musicalización de versos legados por Violeta, como "Lo que más quiero" y "Qué palabra te dijera", incluidos inicialmente en el disco Violeta Parra (1970). Su hermoso timbre de voz la legitimó como intérprete —siempre a cargo de su inseparable cuatro, un instrumento de cuerda típico de Venezuela—, hasta que gente como su amigo Víctor Jara la envalentonó a dar el paso como autora. «Lo primero que compuse habrá sido el año 65, pero eran como chispacitos. Cuando uno tiene al lado a una Violeta Parra, a un Víctor Jara... uno dice "qué voy a meter mi cuchara aquí". Pero después sentí que tenía que hablar por mí misma», recuerda.

Así, sus primeras composiciones aparecieron en Isabel Parra. Volumen 2 (1968), un disco formado principalmente por musicalizaciones de Paco Ibañez para versos de Góngora y García Lorca, y en el cual también figuraba Julio Villalobos (integrante de los Blops) en guitarra. En el siguiente, Cantando por amor (1969), comenzó a destacarse con mayor propiedad una pluma interesada en lo que ella identifica como un «amor abarcador», no sólo centrado en los conflictos de pareja, tal cual lo demuestran títulos como "Canción de cuna" y "Amores bailando".

Su nombre es parte activa del movimiento de la Nueva Canción Chilena, como dueña de casa de la mítica Peña de los Parra a partir de 1964, y como uno de los nombres más vendedores de la etiqueta Dicap. La cantautora se acogió además a los amplios márgenes de desprejuicio que propulsaba el movimiento, colaborando con Víctor Jara, Luis Advis, Inti Illimani y Quilapayún; y alterando los estrictos códigos que rigen a la canción tradicional de Chile y Latinoamérica. «Siempre he agarrado estructuras folclóricas para deformarlas, en un sentido creativo», explica. En el disco De aquí y de allá (1971) quedó en evidencia su adelantado interés por la Nueva Trova cubana, descubierta en uno de sus viajes a La Habana. Fue suyo el principal impulso por traer ese año a Silvio Rodríguez (uno de los autores más influyentes en su música), Pablo Milanés y Noel Nicola a Chile, cuando los tres músicos debutaron en el país con un concierto en la peña de Carmen 340.

Durante el gobierno de la Unidad Popular se integró al Departamento de Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado, tal como Inti Illimani y Víctor Jara. Se hicieron más frecuentes sus viajes al extranjero, invitada a festivales en La Habana, Berlín y Lima (donde obtuvo el primer lugar del Festival del Agua Dulce, con la canción "La hormiga vecina"). Diversas colaboraciones la ocuparon ese mismo año, entre ellas el álbum La población, de Víctor Jara, y un disco grabado en La Habana junto a Silvio Rodríguez, Sergio Vitier y otros músicos (Isabel Parra y parte del grupo de experimentación sonora del ICAIC). Junto a Inti Illimani participó de la cantata Canto para una semilla (1972), compuesta por Luis Advis a partir de las Décimas de Violeta Parra, obra que no volvería a ser presentada en Chile sino hasta el año 2004, con Advis ya fallecido.

Canción de exilio
Tras el Golpe de Estado, Isabel vivió su exilio principalmente en París, ofreciendo recitales por toda Europa, Estados Unidos y la Unión Soviética; y grabando discos como Acerca de quien soy y no soy (1979) y Tu voluntad más fuerte que el destierro (1983), cargados de crítica frente a los abusos de la dictadura pinochetista (por lo cual llegaron a Chile sólo como tímidas importaciones). Algunas de sus colaboraciones frecuentes de esa época son con su hermano Ángel, el cantautor Patricio Castillo y el grupo Quilapayún. Eduardo Carrasco, de este último conjunto, detalla en el libro La revolución y las estrellas:

«Chabela, como intérprete de la canción chilena es un remanso de dulzura y femeneidad, en un movimiento en el cual, hasta el momento, han predominado los artistas masculinos. Su figura delicada, su voz pura, desprovista de toda afectación, su sensibilidad mejor dispuesta para cantar los arreboles que los cielos tempestuosos, su repertorio siempre escogido para expresarse como mujer antes que nada, le agregaban a nuestros conciertos ese otro lado de la vida que nunca conseguiremos mosrándonos solos. Su perfecta dicción le da a cada palabra una signifcación escondida, expresando a veces el dolor de una herida, como otras veces la simple ternura que proviene de un verdadero amor al mundo y al canto. La ternura no puede ser fingida, y aunque es uno de los sentimientos más frágiles, cuando se manifiesta, transforma a quien es capaz de expresarla en una luminosa imagen de vigor y fortaleza».

También en la capital francesa escribio y publicó El libro mayor de Violeta Parra, colección de recuerdos personales, cartas y fotos de su madre (reeditado en 2009). Los discos Vientos del pueblo (1974) y Como una historia (1976) reforzaban la temática del destierro y el dolor ante la pérdida de sus más cercanos, con títulos como "Este presente festín se lo regalo a cualquiera" y su musicalización para "Ay, canto, qué mal me sales", con los versos que Víctor Jara escribiera en el Estadio Chile horas antes de ser asesinado.

En 1981, contrariada por el manejo que había tenido la etiqueta en Europa, pidió la liberación de su contrato con Dicap y publicó Tu voluntad más fuerte que el destierro (1983) de modo independiente. Su labor artística la hizo acreedora en 1985 del premio "Officier de l'ordre des arts et des lettres" otorgado por el Ministerio de la Cultura de Francia. Ese mismo año pudo escucharse su colaboración en el proyecto de Los Jaivas Obras de Violeta Parra, en el que Isabel recordaba a su madre con una notable interpretación para "Un río de sangre".

En 1984 la administración militar le permitió entrar por cuarenta y cinco días a Chile con la condición de no cantar públicamente (poco antes, Quilapayún había compuesto la canción "Es el colmo que no dejen entrar a la Chabela"). Cercana al fin a la patria prohibida, Isabel Parra decidió radicarse en Buenos Aires hasta el decreto de fin de su exilio, que llegaría recién tres años más tarde. En Argentina grabó Enlaces (1987) junto a Celeste Carballo, Piero y León Gieco. Este último la invitó a participar de su disco de folclor tradicional argentino De Ushuaia a la Quiaca, también con Gustavo Santaolalla en los créditos.

En 1987 regresó a Chile y realizó una gira de reencuentro por varias ciudades del país. En 1992 concretó su largo anhelo de convertir la Peña de Carmen 340 en la Fundación Violeta Parra, dedicada a preservar el legado de su madre. En 1998 aportó con una nueva versión para "El encuentro" al disco tributo a Víctor Jara editado por Alerce y que también incluía a artistas tan dispares como Jorge González, Lucho Barrios y Silvio Rodríguez. El álbum Colores la devolvió en el año 2000 a la dinámica de difusión y ventas, a través de un trabajo realizado en estrecha colaboración con Silvio Rodríguez en Cuba, y en el cual también figuraban Horacio Salinas y Jorge Coulon (Inti Illimani), y sus hijas Tita y Milena. A fines de 1999, el sello Warner Chile emprendió una extensa labor de puesta al día de algunos de sus discos, incluyendo la publicación de una antología doble (Antología), que resulta una estupenda introducción al sello de femenino sentimiento con el que Isabel Parra se ha acercado a los más diversos temas.

Entre 2003 y 2004, las presentaciones de Isabel Parra se interrumpieron con la publicación del libro-disco Ni toda la tierra entera (resultado de una beca Guggenheim, y estructurado sobre diferentes recuerdos y fotos, más un disco que incluyó cinco títulos antes inéditos) y el álbum Puras cuecas, en el que reunió canciones campesinas que solía interpretar su madre y que fueron grabadas entre 1963 y 1985 en Santiago y ciudades de Europa (con la colaboración de Ángel y Roberto Parra, y de integrantes de Quilapayún e Inti Illimani). Firme como siempre, y tras el cierre de Carmen 340 por falta de fondos, la artista se abocó a defender el legado de su madre en una serie de iniciativas tendientes a inaugurar al fin un museo con su obra, y que tuvo incontables promesas frustradas hasta finalmente verlo inaugurado, en agosto de 2015.

«Yo no tengo toda la vida para dedicarla a esto. Sé que cargo con un manto pesado, porque me ha tocado defender este patrimonio y porque me he negado sistemáticamente a que se use y abuse de la Violeta», explicó en un momento de ese proceso. La de Isabel Parra es la historia de una mujer fuerte y de vínculos privilegiados, que ha logrado que su música combine el rigor y la fina sensibilidad que distinguen su personalidad.


Víctor Jara.-

Víctor Lidio Jara Martínez nació el 28 de septiembre de 1932, posiblemente en el poblado de Quiriquina, en la Región de Ñuble, Chile. Fue el anteúltimo de los seis hijos de Amanda Martínez y Manuel Jara, campesinos pobres sin más contacto con el arte que los versos y melodías del cancionero popular de la época.

Tras unos años en la localidad de Lonquén, cuyos paisajes serían parte del "paraíso perdido" de Víctor Jara, Amanda se mudó con sus hijos a la actual comuna de Estación Central, en Santiago de Chile. Con su hermano Lalo, Víctor comenzó a estudiar en el Liceo Ruíz Tagle mientras frecuentaba a la Acción Católica en una iglesia cercana al puesto de comidas donde trabajaba su madre. En esos años, mediados de los cuarenta, se lo podía encontrar guitarra en mano entonando cuecas y los éxitos de Lucho Gatica, dirigiendo una troupe improvisada con amigos en alguna pieza teatral, recitando poemas de su autoría o disputando picados en los que siempre sobresalía como puntero derecho. En el recuerdo de sus amigos se fijó el más fiel de los retratos de Víctor Jara como artista adolescente; "Dotado de una serie de condiciones poco comunes, una dentadura perfecta, una sonrisa cinematográfica que no tenía relación con la vida dura que había llevado. (...) lo que destacaba a Víctor era una predisposición extraordinaria para lo artístico, era capaz de imitar el vuelo de los pájaros o de las mariposas por medio de gestos, transformándose él en ave moviendo todo su cuerpo".

En marzo de 1950, la muerte de su madre Amanda sumió a Víctor en un enorme dolor. Dejó sus estudios de contabilidad para ingresar al Seminario Redentorista de San Bernardo, tal vez en un intento por encontrar refugio a su desolación.

"(...) el desencuentro con un mundo que has mantenido sólido, casa y afecto maternal y de pronto desaparece y desaparece todo...", Victor Jara.

El sacerdocio finalmente no fue su vocación, pero Víctor siempre rescataría las experiencias de vida comunitaria y también la participación en el coro gregoriano como lo más valioso de los dos años que pasó en el seminario. Apenas devuelto a la vida secular le tocó cumplir con el servicio militar obligatorio. Una observación suya de aquel momento sobre quienes integraban las instituciones armadas podría ser parte de una explicación de la tragedia en la que va a sumirse Chile dos décadas más tarde: "Creo que el militar profesional, por el hecho de llevar uniforme y tener autoridad sobre el resto de los efectivos, pierde el sentido de su propia clase".

Conciencia de clase, amor por la memoria popular, sentido de lo colectivo y lo comunitario, fueron tal vez los principales rasgos definitorios de la persona y la proyección cultural de Víctor Jara. El arte por el arte, sin vínculo consciente con la realidad social y política, no era lo suyo.

En 1953 se integró al Coro de la Universidad de Chile, con el que actuó por primera vez en una puesta de Carmina Burana de Carl Orff. Al poco tiempo ingresó también a la Compañía de Mimos de Enrique Noisvander. Cada vez más cautivado por las posibilidades del lenguaje escénico, comenzó la carrera de teatro en la Universidad de Chile. Allí conoció a la bailarina inglesa Joan Turner, su compañera hasta el final.

Paralelamente a sus estudios de teatro, Víctor Jara se hizo un participante activo del movimiento de revaloración de la música folclórica chilena, investigando y recopilando el canto popular de distintas regiones del país. Por entonces comenzó su relación con estudiosas de la cultura folclórica como Violeta Parra, cuya obra se transformó en uno de los faros de su derrotero artístico. Por entonces, participó en un disco del Conjunto Cuncumén con una de las canciones por él recopiladas, Se me ha escapado un suspiro.

Durante toda la década del '60, Víctor Jara desplegó una intensa actividad como director de teatro y compositor. En el Conjunto Cuncumén, con el que realizó giras por varios países socialistas de Europa, fue además de cantante, bailarín y director artístico. También colaboró con Quilapayún, como autor, cantante y director. Mientras se editaban sus primeras canciones como solista se lo podía encontrar habitualmente en la la Peña de los Parra, junto a Ángel e Isabel Parra y el cantautor y escritor Patricio Manns, entre otros. En ese ámbito, se estaba gestando el movimiento de la Nueva Canción Chilena.

La publicación de su cuarto disco Pongo en tus manos abiertas, en 1969, le dio a Víctor una enorme proyección pública que no hizo más que redoblar su compromiso como cantor del pueblo. "Soy folklorista, soy un hombre de extracción popular. Aprendí desde pequeño el lenguaje de los más, que son los más humildes y humillados. Conocí las sílabas del viento, de la poesía hermosa y natural de la vida allá en el campo. Mi madre me enseñó a cantar. Hoy estoy feliz con lo que hago pero también descontento o impaciente porque hay mucho que hacer. A veces quisiera ser diez personas para hacer diez cosas que el pueblo necesita", dijo alguna vez.

Al disco Pongo en tus manos abiertas le siguieron Canto libre (1970); El derecho a vivir en paz (1971); La población (1972) y Canto por travesura, al año siguiente. Para el comienzo de la década de 1970, Víctor Jara se había convertido en un verdadero embajador de la cultura de Chile y Latinoamérica en el mundo. Las giras con sus canciones y los proyectos teatrales lo llevaron a la Habana, Londres, Nueva York, Moscú, Berlín, Buenos Aires, Bogotá, Montevideo y Lima, entre muchas otras ciudades. En Helsinki participó en el Encuentro Internacional con la Juventud Vietnamita.

La Guerra de Vietnam fue una de las realidades más repudiadas por los sectores culturales y políticos internacionales de la época. Profundamente involucrado con el dolor causado por esta tragedia, Víctor dirigió Viet Rock, de Megan Terry: "La obra no es solamente un retrato de esta guerra, de sus horrores, de miles y miles de vietnamitas muertos día a día por defender lo que es de ellos contra las hordas invasoras del Pentágono. Es mucho más. Es el drama de gran parte del pueblo norteamericano: de la madre, del soldado que es enviado a una guerra que a él le parece extraña", Víctor Jara.

La canción El derecho de vivir en paz, grabada en 1971, la había dedicado al líder del vietnamita Ho Chi Minh.

Víctor Jara fue militante de las Juventudes Comunistas. Su compromiso con el futuro de Chile lo llevó a participar con su música no solo en movilizaciones políticas sino también en los espacios propios de las bases populares.

Junto con otras personalidades de la cultura chilena, Víctor Jara trabajó comprometidamente con el proyecto político de la Unidad Popular que llevó al gobierno en 1970 la opción socialista de Salvador Allende. En esos años tuvo una actuación destacada, vinculada a las políticas culturales. En 1973 hizo su última visita a Cuba para asistir al Encuentro de Música Latinoamericana, como representante de Chile.

El golpe militar del 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno de Salvador Allende sorprendió a Víctor Jara en la Universidad Técnica del Estado, para participar en una actividad junto al presidente. Un grupo de militares cercó los edificios de la universidad y detuvo a funcionarios, docentes y estudiantes, quienes debieron pasar la noche en la Escuela de Artes y Oficios, para ser trasladados a la mañana siguiente al Estadio Chile, para entonces convertido en campo de concentración.

En el Estadio Chile Víctor Jara escribió su último poema; Somos cinco mil, que más tarde llegaría a las manos de su compañera Joan.

Luego de ser sometido a torturas durante varios días, Víctor Jara fue asesinado el 16 de septiembre de 1973.

"Yo canto a los que no pueden ir a la universidad, a los que viven penosa y duramente de su trabajo, a los que son abusados, a todos esos que se llaman pueblo, con toda la magnificencia que encierra la palabra", Víctor Jara.

Historia de una canción

Solo en un cuarto de una pensión inglesa, Víctor Jara compuso en 1968 la canción que con el tiempo se transformaría en un himno al amor y la lucha obrera: Te recuerdo Amanda. Había llegado a Inglaterra invitado por el British Council para realizar actividades relacionadas con la dirección teatral. Sobre esta canción diría más tarde: "Ya tenía algo en mi cabeza. Es la historia de una pareja joven de obreros que conocí. Me hice amigo de ellos, supe de sus problemas y sentí cuando se separaron. En el hotel donde vivía en la capital inglesa, acompañado de mi guitarra, di forma a la canción".

Hubo dos Amandas en la vida de Víctor Jara: su madre y la menor de sus hijas. Para el personaje masculino de la canción eligió en nombre de su padre: Manuel.

¡Víctor Jara, presente! ¡Ahora y siempre!

La muerte de Víctor Jara conmocionó a la comunidad cultural del mundo entero. Con los años, personalidades como Pete Seeger, Harry Belafonte, Joan Manuel Serrat, Bono, Peter Gabriel, Harold Pinter, Darío Fo, Emma Thompson, Vanessa Redgrave, Rafael Alberti, Ernesto Cardenal y Vicente Aleixandre, entre muchos otros, sumaron sus voces a los reclamos por su asesinato. Las acciones llevadas adelante por su viuda Joan y sus hijas Manuela y Amanda, desde la Fundación Víctor Jara, permitieron avances en el esclarecimiento de los hechos, la justicia y la preservación de la memoria de este cantor del pueblo. A partir de 2003 el Estadio Chile pasó a llamarse Estadio Víctor Jara.

Sus canciones fueron interpretadas por artistas de diversas nacionalidades y generaciones, entre ellos: Fito Páez, Silvio Rodríguez, Fermín Muguruza, Boom Boom Kid, Ana Tijoux, León Gieco, Víctor Heredia, Javier Calamaro, Ratos de Porão, Joan Báez, Pedro Aznar, Ana Belén, Bruce Springsteen, Rage Against the Machine y Los Jaivas.

En octubre de 2019, la sociedad chilena fue protagonista de numerosas jornadas de movilización, en pie de lucha por un modelo alternativo al neoliberalismo imperante de las últimas décadas. A pesar de la feroz represión, el estallido siguió hasta marzo de 2020 en todo el país. Como resultado, Chile consiguió iniciar un proceso constituyente que pondrá fin a la herencia constitucional pinochetista y también configurar un nuevo escenario político con mayor participación de fuerzas progresistas. Como una figura tutelar de esa epopeya, Víctor Jara estuvo presente con la imagen de su rostro en miles de pancartas y en las voces de una multitud que reinventando y parafraseando su canción El derecho de vivir en Paz recorrió las calles de Chile para reavivar el sueño truncado en septiembre de 1973.


Chito Faró.-

Autor de "Si vas para Chile", Chito Faró tiene una vida marcada por dos rasgos tan conocidos como paradójicos: es el hombre que escribió la más famosa canción de todos los tiempos dedicada a Chile y murió en medio de la pobreza y el abandono después de una vida dedicada a la música popular.

La misma pobreza rodeó su origen.

Enrique Motto Arenas nació en 1915 en Valparaíso, en el Cerro Alegre. Fue el menor de diez hermanos, hijo de Juan Motto, almacenero italiano, y con el ancestro musical de su abuelo paterno, el violinista Gaetano Motto Masarelli. Establecida la familia en Santiago, enviudó su madre, Marcelina Arenas Osses, y el clan debió cambiarse a un conventillo. En vez de ir a la escuela, el hijo menor empezó a trabajar en los diversos oficios del barrio, como mocito o mandadero.

A los catorce años, hacia 1929, empezó a cantar y tocar guitarra en bares y cafés de San Pablo, Franklin, San Diego o Plaza Almagro en la capital. Era una bohemia de cabarets y restaurantes que nunca más le sería ajena. Ahí halló al inventor de su célebre alias: el músico Ángel Capriolo bautizó a Motto como Chito Faró, quien actuó por primera vez en 1935, a los veinte años y con una orquesta en el cabaret Chantecler, situado en la esquina de Avenida Matta con San Diego, en pleno barrio Chicago Chico.

Desde entonces la carrera del cantante incluyó giras por Chile y Sudamérica, a bordo de compañías de sainete y revistas. En una de ellas se quedó en Buenos Aires por quince años: fue la estada que inspiró la melancolía de su mayor éxito. Chito Faró escribió el vals canción "Si vas para Chile" en 1942, en un hotel de la calle Sarmiento en Buenos Aires, motivado por el recuerdo de la visita a cierta casa de Lo Barnechea. En la época en que Las Condes aún podía merecer el nombre de "pueblito", ese paraje fue inmortalizado en versos como "Es una casita / muy linda y chiquita / que está en las faldas de un cerro enclavada" o "El pueblito se llama Las Condes / y está junto a los cerros y al cielo".

"Si vas para Chile" fue estrenada en Brasil por Chito Faró, vestido con atuendo de huaso. A su regreso fue recibido en el céntrico restaurante El Pollo Dorado, otro punto neurálgico del Santiago nocturno de mediados de siglo. Sin duda menos difundido, el resto de su repertorio es cuantioso, desplegado en tonadas, cuecas, cachimbos, tangos, milongas, valses, boleros, rumbas, guarachas, rancheras, corridos y foxtrots. "Chango López", "Enséñame a olvidar", "Mentira", "El último poeta", "Los héroes olvidados" o "Yo era bueno" son algunos de ellos. Otros aluden a motivos típicos, como "Noche austral en verso", "Carreta", "El gallo y la gallina", "Una noche de otoño", "Una tarde", "Cuando la tarde se va", "Atardecer campesino" o "Cachimbo para Atacama". Y otros son títulos más urbanos: "Santiago viejo", "San Diego", "Muñeca de papel" o "Recuerdos ariqueños".

Laureles de oro y discos de oro fueron algunos de sus premios a contar de entonces. El autor llegó a ser amigo del Presidente Carlos Ibáñez del Campo. Pero una hemiplegia y la vida de correrías bohemias que le valió por igual la gloria y el infortunio acabaron con su vida a los 71 años. Chito Faró murió tal como nació, sumido en la carestía, el 28 de abril de 1986. "Si vas para Chile" fue grabada por Sylvia Infantas y los Cóndores, Los Cuatro Hermanos Silva, Los Huasos Quincheros, Pedro Messone, Los Huasos de Algarrobal, el dúo español Sergio y Estíbaliz o la argentina Liliana Herrero (en su disco Confesión del viento, 2003). Hasta la cantante estadounidense Laura Branigan, invitada a alguna convención nacional de distribuidores de productos electrónicos en el hotel Hyatt en 1992, cantó, junto a una copa de pisco sour, covers como "Mujer contra mujer", de Mecano, y "Si vas para Chile", de Chito Faró.

A tal llega su popularidad que esa canción legó al repertorio nacional de aforismos la sentencia "Y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero". Y una versión de "Si vas para Chile'' fue acuñada entre el pueblo tras el escándalo provocado por una de las mansiones construidas por Augusto Pinochet bajo su dictadura, con versos recreados como "Al frente hay un pueblo que llora y que llora porque tiene hambre". Pero es el propio Chito Faró quien, antologado en el disco Las grandes canciones chilenas del siglo XX (1999), entona su obra más inmortal, con arpa, guitarras y una voz sentida y sobrecogedora: el sentimiento que sólo puede imprimir el que hizo la canción. 


Eduardo (Gato) Alquinta.-

Nacido el 22 de enero de 1945, Eduardo Gato Alquinta era hijo de un ingeniero fanático del folclor de Atahualpa Yupanqui. A los diez años, vio por primera vez una guitarra, con la que su padre tocaba temas del folclor argentino y boliviano y ritmos esencialmente latinoamericanos. Por esa misma fecha, nació el primer germen de Los Jaivas: Alquinta conoció a Claudio Parra en el colegio Guillermo Rivera de Viña del Mar.

"Lo primero que hablamos fue de cine", decía el vocalista en la biografía del grupo, llamada "Los caminos que se abren".

La amistad se profundizó con los años, pero al llegar la adolescencia los caminos parecían irreconciliables. Alquinta, influido por su padre, ingresó a estudiar Arquitectura en la Quinta Región, obteniendo buenos resultados.

Sin embargo, la pasión por la música fue superior. Alucinado por el impacto mediático de The Beatles y directamente ligado al sonido sideral de Jimi Hendrix, el vocalista se reunió con sus amigos para dar paso a su aventura más trascendente: The High Bass.

Iniciados como una banda que tocaba cumbias en fiestas de la Quinta Región, el grupo giró completamente a una música extraña y sicodélica como no se conocía.

Uniendo riffs rockeros, extractos de música clásica e instrumentos folclóricos, cada show de Los Jaivas -como se bautizaron después- se transformó en un ritual único e irrepetible. Prueba de ello es su primer álbum, "Volantín" (1971), un compendio de improvisaciones sonoras que no fue bien entendido en sus inicios.

Sus siguientes temas siguieron viajando por una imaginería experimental propia. Muchas veces no fueron entendidos en Chile. Huyeron a Argentina con la llegada del Golpe Militar. Entonces, lograron influir a nombres tan disímiles como León Gieco o Divididos. Tras la represión en ese país partieron a París, ciudad en la que se radicaron en 1977.

"La marihuana te aflora la sensibilidad. Recuerdo que iba en una micro en calle Viana cuando me vino a la cabeza Mira niñita. Llegué adonde los Parra e hicimos la canción", recordaba Alquinta sobre la génesis del tema, uno de los más representativos del cancionero local, que se encuentra en el disco "Todos juntos" (1972).

En su estadía en París, Los Jaivas crearon su gran obra, "Alturas de Machu Picchu", inspirada en textos de Pablo Neruda. Su último disco, "Obras Cumbres" (2002), reunió las mejores canciones de su trayectoria.


Con la muerte de Alquinta, Los Jaivas volvieron a perder otra figura fundamental de sus vidas. En 1988, el baterista Gabriel Parra había fallecido en un accidente automovilístico en Perú, horas después de haber realizado una actuación con el grupo.


Héctor Pavez Casanova.-

Nació en Santiago el 1° de diciembre de 1932 en la casa familiar de calle Pizarro 1954. Así lo indica la fe de bautismo otorgada a sus padres por la parroquia de San Gerardo en el barrio San Eugenio. Su padre fue campesino antes de llegar a la capital donde se transformó en artesano. La madre, paciente y diligente dueña de casa, instaló en su casa de Santiago un pequeño taller de costura donde ejercia su profesión de modista.
Héctor creció en un barrio de maestranza, industrias textiles, pequeñas y grandes fábricas que ocupaban obreros que inevitablemente luchaban por sus derechos y se organizaban para defenderlos. Eran los vecinos de la casa de los Pavez con los que compartían las penas, alegrías y avatares de la vida diaria. El propio Héctor no sabia qué fue lo primero que se despertó en él, si su sensibilidad artística o su conciencia política. Más bien una cosa explicó siempre la otra en toda su trayectoria de artista y ciudadano a lo largo de sus 42 años de existencia.
Luego de realizar sus estudios secundarios en el Liceo Amunátegui de la Avenida Portales de Santiago, decidió encauzar su vocación artística irrefrenable en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile cuyos maestros eran en su mayoría los primeros animadores del inolvidable Teatro Experimental que revolucionó la cultura teatral en el país en los años del Frente Popular. Allí, sin darse cuenta, se integró a una generación excepcional del teatro y de la canción chilena. Entre sus compañeros de entonces estaban Nelson Villagra, Delfina Guzmán y Victor Jara. Este último luego de una brillante carrera de director escénico decidió- igual que Héctor-consagrarse por entero a la canción popular.
En 1957 abandonó la escuela de teatro, en la que aprendió mucho, para iniciar un peregrinaje por la larga y caprichosa geografía de Chile que lo llevó hasta los territorios más apartados e inexplorados. Así conoció a los habitantes de la árida pampa salitrera, a los campesinos del valle central, a los sufridos chilenosde la maravillosa isla de Chiloé.

EL ASCENSO DEL FOLKLORE

Habla decidido consagrar todos sus esfuerzos a un trabajo artístico cuyos perfiles definitivos aún no aclaraba. Eligió una vida dura porque la guitarra no daba para comer todos los días. En sus largas visitas a las regiones del norte y el sur empezó a desenterrar tesoros musicales. En cada regreso a la capital traía consigo ritmos y letras desconocidas. Se hizo folklorista y se unió a los que luchaban sin mucho eco por la difusión de la música autóctona sin falsificaciones ni concesiones a ningún coloniaje cultural.
Conoció entonces a Gabriela Pizarro que estaba dedicada a la misma tarea. Se casó con ella y fundaron el conjunto Millaray al que se integraron Clemente Izurieta, Carlos Medel, Carlos Chandia y sus hermanas Nelly y Raquel.
En la década del 60 el folklore logró ganar la atención del público siempre manipulado por las industrias del disco y los servidores de sus productos cosmopolitas y subculturales. Los auditores de conjuntos como Cuncumén, Calaucán, Millaray, eran cada vez más numerosos. Desde el comienzo uno de los más activos animadores de este movimiento fue el Iocutor radial René Largo Farías con su programa "Chile Ríe y Canta" que reveló a incontables creadores e intérpretes de un fenómeno cultural cuya difusión se expandiría por toda América Latina y llegaría a Europa como música de fondo de un millón de exiliados chilenos y de un singular proceso político aplastado a sangre y fuego por la reacción más brutal y cavernaria.
La música brotada como plantas siivestres en el pueblo chileno y recreada por artistas excepcionares como Héctor Pavez, Violeta Parra, Víctor Jara, Margot Loyola, RoIando Alarcón, marchó de la mano con el movimiento sindical y político democrático. Ayudó a despertar las conciencias de miles de jóvenes obreros ycampesinos. En ese despertar Héctor Pavez jugó un papel de la mayor importancia. Era necesario en 1962 crear una cueca que los trabaladores pudieran cantar y bailar en sus fiestas y que exaltara la misión y las luchas de su central sindical, la CUT-. Pavéz acogió la tarea del baile nacional. Ai mismo tiempo fue autor de una cueca en torno a Luis Emilio Recabarren, padre del movimiento obrero chileno.

EN BUSCA DE LA MÚSICA PERDIDA

Las giras a provincias del Millaray permitieron a Héctor Pavez avanzar en la búsqueda de esa música sepultada que sólo permanecía en la memoria de aquellos qus la habían heredado de generaciones pasadas. Así pudo recrear cachimbos tarapaqueños, refalosas, sanjurianas, cuecas chilotas, periconas que fueron presentadas al público en versiones llenas de colorido que eran el resultado del trabajo laborioso de Héctor, Gabríela Pizarro y los demás integrantes del Millaray.
En 1965 Pavez se separó del grupo y sin abandonar su trabajo de investigación comenzó a cantar como solista. Agregó a su vasto repertorio temas que podríamos calalogar dentro del canto urbano popular. Así fue una de las mayores atracciones de la primera gira europea de "Chile Ríe y Canta" en 1967. La nueva canción chilena envió entonces a excelentes embajadores a Europa: el Ouilapayún, Patricio Manns, Silvia Urbina, el Dúo Rey Silva, el cura Fernando Ugarte. Durante tres meses "el indio" cantó junto a ellos en numerosos recitales en ciudades como París, Berlín, Budapest, Roma, Madrid, Praga, Leningrado y Moscú.
A su regreso a Chile fundó el conjunto ?Héctor Pavez, cantos y danzas?. Lo integraron Nacho Chamorro, NelIy y Raquel Pavez, Hiranio Chávez, Helena González y Delia Muñoz.
Hacia fines de la década del 60 la nueva canción chilena estaba en pleno apogeo. Entre los éxitos discográficos de esa época figuraban algunos de tos temas creados e interpretados por Héctor Pavez: "El lobo marino", "La cueca larga de Chiloé", Fueron muy difundidas en el sur de Chile e incluso en las radios argentinas de la Patagonia que sentían que en esas canciones estaba el reflejo de su alma regional,
Recuerdo que asistí en l970 a los festejos de los 17 años de la CUT y que una de las atracciones de un gran mitin fue Héctor Pavez. Era acogido con entusiasmo por los trabajadores y sus familias que le aplaudian a rabiar y que le impedían abandonar el escenario. Estaban allí presentes Salvador Allende, entonces candidato a la Unidad Popular y el patriarca don Clotarío Blest.

RECORRIENDO CHILOÉ

Héctor Pavez presidió el Comité de Artistas Populares durante la memorable campaña de la UP y en esas funciones desplegó no sólo su ángel de cantor popular sino su capacidad de organizador y animador incansable. . A mediados de septiembre del 70 partícipó junto a su hermana Raquel en el acto de masas para festejar la histórica victoria de la Unidad Popular y su abanderado Salvador Allende. Había que verle cantar y tocar la guitarra a todo pulmón mientras su hermana -excelente bailarina-le sacaba chispas al escenario con una cueca vitoreada por miles de personas enfervorizadas con su gran triunfo. Congregados en torno a su presidente popular electo los trabajadores festejaban al mismo tiempo a los artistas del pueblo.
Algunos meses después Héctor Pavez y Rolando Alarcón recorrieron el país como embajadores de la música chilena enviados por la Oficina de Radiodifusión y Cultura de la Presidencia de la República. Fue en el mes de febrero de 1971 que visitamos juntos la isla de Chiloé. Los teatros de Ancud y Castro se repletaron para aplaudir a ambos artistas. Ellos no le ofrecieron su música sólo a los habitantes de las ciudades sino que cantaron en numerosas aldeas y villorrios campesinos perdidos en la deslumbrante geografía, olvidados por el resto del país y a los cuales muy rara vez llegaba alguna expresión cultural. Fuimos entonces desde Chacao a Quellón, pasando por Huillinco, que Pavez con sagró en su famosa cueca.

"CONSECUENTE CON EL PRESENTE"

El periodista Oscar Vega entrevistó a Pavez en marzo de 1973 en el suplemento dominical del diario "Clarín". En ese reportaje el artista se define como "una persona consecuente con el presente, con las luchas del ser humano y con sus afanes de emancipación". Dice: "Voy como sumando lo antiguo y creando en el presente, queriendo lo mejor para nuestra patria". Agrega: "El folklore tradicional es la veta de sustentación. Pero los dolores, las angustias, la justicia social están siempre presentes en nuestro canto, Y lógicamente, nosotros no podemos defender posiciones de avanzada cantando temas románticos. No podemos quedarnos en el lamento deprimido. Por eso vamos insistentemente a lo nuestro, a la canción social que trata de presentar los problemas, darles una luz. Esa canción que emerge del pueblo sale del gris para pasar por los tonos claros y llegar, por último, a la plenitud del dolor, al rojo vivo, a la vida. Ahí perdura. Y ese es el sentido de nuestro combate".
Discipulo de Violeta Parra subraya: "La canción social es la más válida. El pueblo la siente como suya. Y por lo mismo este tipo de canción es atacada donde imperan el amo y la Injusticia. El camino ha sido largo y con dificultades pero lo más importante es que la gente entregada al oficio se ha Ido multiplicando. Crecen los que de una forma u otra están con el folklore, comprometidos con la canción política, con el mensaje popular, llenos de sentimientos que preocupan a las mayorías".
Haciendo rápidos recuerdos señala:
"Primero empezó en este campo Margot Loyola. Ella fue la que llenó la parte más difícil e ingrata. Abrió perspectIvas y ya en el año 38 mostró el sendero. Luego vino ese largo capítulo que se llamó Violeta Parra. Más tarde todos los que de una u otra nos identificamos con la nueva canción chilena. Todas son etapas muy definidas y ricas que se irán superando y donde nuestro pueblo ha salida, finalmente ganancioso".
Al finalizar la entrevista de Vega, Pavez cuenta el por qué de su profundo apego al folklore y a los habitantes de Chiloé:
"Chiloé es mágico. es un pueblo creador. Conserva las más puras tradiciones del pasado. Chiloé ha marcado a fuego mi labor artística dándome una proyección".

LOS ÚLTIMOS DíAS
LA TRAICIÓN DEL CORAZÓN

A pesar de sus enormes energías el cantante debió aceptar el veredicto de los médicos sobre la crisis de sus males físicos. En el otoño de 1973 sus problemas cardiacos derívados del malfuncionamiento de la aorta le impusieron una delicada operación y luego una larga convalescencia.

En febrero de 1975, y a pesar de su difícil salud decidió grabar un disco. Los amigos, su hermana Raquel y los médicos intentaron en vano persuadirlo de que su situación física era muy precaria. La válvula artificial que le habían colocado en Chile se desprendía poco a poco de su corazón. Contra todos los cuidados y consejos consagró los últimos meses de su vida a terminar en Paris ese disco. En la carátula Pavéz escribió: "Estas trece danzas cantadas son del pueblo chileno. Con ella el hombre de mi patria ríe y canta. Desde el fondo de su alma junto a su vibrante alegría se mezclan el dolor en una expresión mágica. Esas danzas llegaron a Chile con los españoles pero no buscaron ser acogIdas en los salones. El pueblo se las apropió y las recreó. Las ha hecho crIollas, confidentes y compañeras inseparables".

A fines de julio de 1975 sus males cardiacos entraron a un periodo critico. Fuertes dolores y un debilitamiento general le aconsejaron someterse a una segunda intervención quirúrgica. Ingresó de urgencia al hospital Foch de Suremes y horas antes de la operación se le produjo un paro cardiaco. Lograron reanimarlo y operario pero un derrame destruyó la capacidad de recuperación de su cerebro y toda esperanza de vida. Murió el 14 de julio de 1975.
Días más tarde el célebre cementerio de Pére Lachaise acogía sus restos. Cientos de amigos chilenos, españoles y franceses estuvieron presentes en los funerales. El "gitano" Rodríguez, Marcos Velásquez y Marcelo Coulon interpretaron las mejores cuecas y canciones de Héctor como último homenaje.
El postrer deseo de Héctor Pavez fue que incineraran su cuerpo. Sus cenizas regresarán un día a la tierra natal que fue la sustancia de toda su obra y afanes en sus cuatros décadas de vida.



Margot Loyola.-

Margot Loyola es, junto a Violeta Parra, una de las dos grandes maestras del folclor

chileno. Dedicada a la investigación y la enseñanza, contribuyó a renovar esa música al

impulsar el trabajo de campo en los grupos de proyección folclórica de los años '50,

difundió y estudió estas tradiciones en Europa y América y es la única folclorista que ha

ganado el Premio Nacional de Arte, reconocimiento que recibió en 1994.

Sus padres fueron Recaredo Loyola, bombero y comerciante, y Ana María Palacios, hija de un

farmacéutico de Linares. Margot Loyola trajo la música en los genes cuando nació en esa

ciudad el 15 de septiembre de 1918. Su madre, aficionada a la música y la pintura, cantaba y

tocaba guitarra y piano. Y su padre, aficionado a la juerga, era un aventurero. Mientras

ella le hizo tomar clases de piano, él la llevó al circo y la ópera, donde la niña se

deslumbró a los nueve años con el oficio de cantante.

''Mi padre era un personaje. Inquieto, compraba y vendía propiedades en los alrededores de

Linares, así que estábamos un tiempo en el pueblo y otro en los campos. De este modo

recorrimos toda la zona. Mis primeros recuerdos son los caminos, los árboles, la música de

la naturaleza y del silencio'', recuerda Margot Loyola en un diálogo con el investigador

Agustín Ruiz. Igualmente tempranas son sus impresiones de las cantoras de tonadas con arpa y

guitarra de San Antonio que visitaba con su madre.

La familia se disgregó cuando ella tenía diez años. Los cuatro hermanos, Margot, Estela,

Juan Recaredo y Marco Aurelio Loyola, vivieron con el padre en Santiago mientras su madre

empezaba a trabajar en farmacias de la ciudad: en la Plaza del Roto Chileno, en Curacaví y

más tarde en Recoleta. Margot Loyola vivió en esos vecindarios, jugó en esa plaza, creció en

San Pablo y en Curacaví. Vivía en el barrio de Cumming cuando cursó el sexto año de

preparatoria en la Escuela 21 de la misma calle y se presentó por primera vez en un teatro,

el O'Higgins, de Cumming con San Pablo. Cantaba canciones en boga como ''La bella

condesita'', ''Fumando espero'' o ''Nelly'' y no tenía más de trece años.

Las Hermanas Loyola

A comienzos de los años '30 Estela y Margot Loyola empezaron a cantar juntas en lo que la

hermana mayor llama la ''trasbotica'': el cuarto interior de la farmacia de Curacaví, que

fue la sala de ensayo donde la madre les enseñó a cantar a dos voces y a tocar guitarra y

piano.

El primer escenario del dúo fue el teatro de Curacaví, según recuerda Margot. Hacia 1933

ganaron un concurso en la Radio Del Pacífico, cuyo director artístico era el compositor

Donato Román Heitman. Tenían trece y catorce años. En la época imperaban Los Cuatro Huasos,

Las Hermanas Orellana y las obras costumbristas de Antonio Acevedo Hernández, y Las Hermanas

Loyola actuaban ataviadas con trajes floreados y cantaban tonadas tradicionales aprendidas

de su madre como ''El imposible'', además de ''Peritas de agua'', el villancico ''Yo vengo

del Colliguay'' y la refalosa ''Diablito de Talamí''.

Margot dejó en 1935 la Escuela Normal para dedicarse al folclor. Estudiaba danza con

Cristina Ventura y, además del dúo, tomó sus primeras lecciones de piano con Flora Guerra,

se presentó al Conservatorio Nacional de Música ante Rosita Renard y estudió con Elisa Gayán

desde 1936 por siete años. Tocaba en piano en bailes y las hermanas eran además discípulas

de la cantante lírica Blanca Hauser.

En el mismo 1936, en el Conservatorio, Margot Loyola conoció a la poeta Cristina Miranda e

hizo con ella sus primeros viajes de recopilación a pueblos cercanos a Santiago. Conoció a

las cantoras Anita Cantillana en Alhué, Purísima Martínez en Pomaire y las hermanas Bermúdez

en Colliguay, y recorrió Rari, Cantentoa, Quinchamalí y Caleu. Parte de ese repertorio fue

recreado por Las Hermanas Loyola en teatros y universidades, pero también en chinganas y

rodeos como los de Pichidegua, Rancagua, Osorno, San Javier, Parral y Linares y San

Fernando, donde Margot Loyola se formó como bailarina de cueca.

En 1940 la madre compró la farmacia Venus, en la esquina de las calles Santos Dumont y

Recoleta en la capital: el mismo barrio de Los Cuatro Hermanos Silva. Conocieron a músicos

como Carlos Mondaca, de Los Cuatro Huasos, o a los escritores Mariano Latorre y Antonio

Acevedo Hernández, quien les dedicó un primer artículo en la prensa. Y las oyó el musicólogo

Carlos Isamitt, quien las invitó al Instituto de Investigaciones Folklóricas de la

Universidad de Chile, donde Margot Loyola conoció a estudiosos como Eugenio Pereira Salas,

Carlos Lavín y Pablo Garrido. El dúo grabó en la colección de diez discos Aires

tradicionales y folklóricos de Chile (1944) junto a Las Hermanas Acuña, a Elena Moreno y

otros cultores sureños reunidos por Isamitt, y actuaron en giras nacionales programadas por

el Instituto. Pero en 1950 Estela Loyola abandonó la música y el dúo terminó. En adelante

Margot Loyola seguiría sola.

La escuela y los viajes

En 1949, tras verla bailar una cueca, el rector de la Universidad de Chile, Juvenal

Hernández, invitó a Margot Loyola a dictar las anuales Escuelas de Temporada: cursos

intensivos de un mes de duración que mantuvo hasta 1963 y fueron la cuna de grupos como

Cuncumén y Millaray y, por extensión, de los ballets folclóricos Loncurahue, Pucará y

Aucamán, precedente del actual Bafona.

La folclorista compartió quehaceres con Oreste Plath, también profesor de esos cursos, y

trabajó en ellos con Matilde Baeza, profesora de guitarra y canto y bailarina de cuna

campesina. Las Escuelas tuvieron otro efecto al extenderse por Chile: le permitieron iniciar

su investigación más sistemática. En 1952 Margot Loyola fue a Iquique, La Tirana y Andacollo

a estudiar la danza ritual nortina con Rogelia Pérez y el grupo Morenos de Cavancha, y se

vinculó a Rapa Nui con el arqueólogo Roberto Montandón.

En 1951 había hecho su primer viaje fuera de Chile. Partió en tren a Argentina con una carta

de Oreste Plath dirigida a la escritora Marta Brunet, agregada cultural de la embajada

chilena en ese país. Conoció a estudiosos argentinos del folclor como Carlos Vega y Antonio

Barceló. En Montevideo, Uruguay, tomó contacto con los investigadores Sofía Arsarello y

Lauro Ayestarán, y en 1952 llegó a Lima para hacer un estudio comparado entre la resbalosa y

la marinera peruanas con la refalosa y la cueca chilenas.

Allí recibió ayuda de Vicente Bianchi para dar recitales, estudió con Porfirio Vásquez,

patriarca de la música afroperuana, fue a Cuzco y Macchu Pichu y conoció al escritor José

María Arguedas, quien la introdujo en la cultura indígena y le dedicó un afectuoso

comentario. ''Margot Loyola, como buena folklorista, está aprendiendo el huayno con los

serranos, escuchándolos, tratándolos, acercándose amorosamente a ellos'', escribió.

''Desearíamos para la música peruana muchos ejemplos semejantes''.

Vendrían viajes mayores. Entre 1956 y 1958, un año después de la primera gira europea de

Violeta Parra, Margot Loyola viajó a Francia, Polonia, España, Rumania, Unión Soviética y

Checoslovaquia. Compró su primera grabadora en ese viaje. En París estuvo seis meses y se

reencontró en 1956 con Violeta Parra, que cantaba en la boite L'Escale: allí la reemplazó

por dos noches. Se habían conocido a comienzos de los años '50 en una fonda en la que Parra

actuaba en la Quinta Normal, y Margot la había invitado a las Escuelas de Temporada. Su

amistad había derivado en un trato de comadres.

''Nos aveníamos mucho en lo humano, porque al igual que yo, era una mujer llena de dudas y

angustias. ¡Nos unieron cosas tan dolorosas! Yo fui madrina de su última hijita (Rosita

Clara Arce), que muere cuando ella tiene que viajar a Europa'', explica Margot Loyola en su

diálogo con Agustín Ruiz. En 1961 hizo una nueva gira a Europa, junto a Cuncumén, por

Bulgaria, Rumania, Polonia y Unión Soviética. A su regreso cantó con Los Chalchaleros y

Ariel Ramírez en los teatros Astor y Windsor. Ya había hallado en 1958 a su compañero de

vida en uno de sus alumnos, el folclorista Osvaldo Cádiz.

Los discos y los premios

Margot Loyola empezó en 1944 a grabar, y lo hizo con intensidad desde el comienzo. Catorce

canciones en seis discos fueron el aporte de Las Hermanas Loyola a la aludida antología

Aires tradicionales y folklóricos de Chile (1944), editada por el sello Victor. Y el dúo

grabó entre 1944 y 1950 una cuantiosa serie de discos, de dos a tres canciones cada uno, con

RCA y Odeon.

Loyola fue artista exclusiva de RCA en los '60. En su primera gira a Europa (1956-1958)

grabó además cinco discos con tonadas, cuecas, refalosas, villancicos y música de Rapa Nui,

tres de ellos para RCA en Francia y España, uno para el sello soviético Mezhdunarodnaya

Kniga y otro para el rumano Electrecord.

Su primer LP en Chile data de la misma época: es Margot Loyola y su guitarra (1956), con

canciones religiosas nortinas, tonadas, música pascuense, canciones mapuches y cuecas

grabadas junto a Alberto Rey en arpa. Recorriendo Chile (19--) es similar, subdividido en

música de La Tirana, campesina sureña y mapuche. Margot virtió sus recopilaciones isleñas en

Isla de Pascua (1959), un disco reeditado por Alerce como Isla de Pascua, cantos y danzas

(1981) y Geografía musical de Chile. Pascua (19--). Luego expuso las variedades de cueca

campesina, costina, chilota y de chingana en El amor y la cueca (1964).

Dos discos significativos de esa etapa son Salones y chinganas del 900 (1965), con mazurcas,

refalosas, valses, couplets, corridos y zamacuecas, y Casa de canto (1966), con tonadas,

habaneras, vals y zarzuela. ''Lo más importante para mí de esa época fue ese disco porque lo

hice con Ismael Carter, quien tuvo la última casa de canto que existió en Santiago y que se

cerró en 1942'', explica ella al biógrafo Desiderio Arenas en el libro ''Margot Loyola'',

donde cita otras casas de canto capitalinas como la del Pan de Huevo, la de las Patas de

Gallina, Las Peligros o Juan Llorando. ''Eran casas particulares. Había que ser amigo de los

dueños de casa para asistir a esas veladas. (…) Generalmente las visitas eran de noche,

después de los matrimonio o a la salida de los teatros. Muchas cupleteras iban y cantaban

sus couplets''.

Distinto es Canciones del 900 (1972), un LP de música inédita grabado por el sello DICAP

donde el compositor Luis Advis escribe para Margot Loyola canciones en las que recrea

aspectos formales y estilísticos en boga en los salones y chinganas santiaguinas de

comienzos de siglo: polka, couplet, pasodoble, polonesa, chotís, mazurka y habanera.

''Canciones del 900 es para mí el mejor disco que he hecho, porque fui dirigida por ese

genio que es Luis Advis y que compuso esas doce canciones para mi temperamento'', valora la

cantante, citada por Desiderio Arenas. ''Él tomó muy bien los parámetros musicales de los

salones del 1900, de la zarzuela. Durante un año estuvimos trabajando esas canciones''.

En 1971 Loyola inició el programa ''Recorriendo Chile'' en TVN, dirigido por René Schneider,

donde actuaron músicos como Los Estudiantes Rítmicos, Las Cuatro Huasas y Rauquén. En 1972

viajó a EE.UU., volvió a Perú, donde se encontró con el estudioso Nicomedes Santa Cruz, y

visitó Ecuador como parte de una delegación cultural. El golpe militar de 1973 puso freno a

esas actividades. Margot Loyola reapareció en el programa de TV ''Chilenazo'' recién en

1975, pero en los sellos Alba y Polydor siguió grabando discos de tradición folclórica como

los de la serie Visión musical de Chile, donde hacia 1979 antologó música pascuense,

cacharpaya, cueca, vals, polka, tonada, música mapuche, pericona, gato, pequén, jota,

sajuriana, sirilla y refalosa. Uno de esos discos fue reeditado como Bailes de tierra en

1984.

Un álbum singular es el que grabó con la folclorista argentina Leda Valladares: Con igual

rumbo (1985). Allí puso una tonada, una jota, una canción de machi y una de Rapa Nui junto a

la cueca ''Azahar y marinero'' grabada con Hernán Nano Núñez, veterano cuequero santiaguino,

en pandero. En El couplet (1986) volvió sobre la música de cupleteras, y en Siempre Margot

Loyola (1992) fueron reeditados parte de su disco con Luis Advis y un trabajo de taller con

Guillermo Ríos (arpa y guitarra), Mireya Alegría (violín y rabel) y Carlos Medel

(percusión), donde grabó la tonada ''Las siete llaves'' y la cueca ''Entre tu casa y la

mía'', de Pedro Yáñez. Y con el sello Alerce ha publicado sus más recientes trabajos de

recopilación, a partir de Simplemente... Margot Loyola (1980). Son Danzas tradicionales de

Chile (1994), junto a Osvaldo Cádiz y al conjunto Palomar, con auspicio de Fondart, y Voces

del Maule (1996).

Además de su investigación, en esta trayectoria Margot Loyola ha grabado música recogida por

María Luisa Sepúlveda, Carmen Álvarez, Petronila Orellana, Matilde Baeza, Blanca Hauser

(cuyo crédito figura en la canción popular ''A cantar a una niña''), Isabel Soro, Gabriela

Pizarro y otras recopiladoras. Hacia 1950 registró además dos obras de Francisco Flores del

Campo y dos tonadas de Clara Solovera, y de la propia Peta Orellana ha grabado la tonada

''Como que me voy curando'', las cuecas ''Los nombres'' y ''Los ríos de mi tierra'' y el

vals ''El amor es un dúo''. En su disco Siete compositores chilenos (1972) incluyó canciones

de Esther Martínez y José Goles y tres cuecas de Hernán Nano Núñez: ''Barquito de papel'',

''Mi negra me retó a duelo'' y ''La farra de los instrumentos'', tocadas con piano y

batería.

Una buena parte de su repertorio es original. ''Pomaire'' o la danza ''Cachimbo'' son de su

autoría, y varias canciones tienen música de Margot Loyola y letra de su más cercana

colaboradora, Cristina Miranda. La dupla se remonta a la época de Las Hermanas Loyola con la

tonada ''Moliendo maíz'', la canción ''Dolor del indio'', el vals ''Ya no'' o la cueca ''El

pescadito'' y siguió activa en grabaciones de Margot como la tonada ''Pena junto al río

Claro'', las cuecas ''Amor veleidoso'' y ''Azahar y marinero'' incluidas en El amor y la

cueca (1964), ''La pomairina'' y la cueca de velorio ''Los leñeros''.

Margot Loyola es desde 1972 académica de la Universidad Católica de Valparaíso, donde

imparte la cátedra de folclor y etnomúsica y donde en 1998 recibió el título de Profesor

Emérito. Ha publicado los libros Bailes de tierra (1980) y El cachimbo (1994) y los videos

Danzas tradicionales de Chile (1994), La zamacueca (1999) y Los del Estribo, cantos y danzas

populares de Chile (2001). Y no ha dejado de hacer giras. Visitó Uruguay en 1983, Argentina

en 1986 y 1988, y estaba en México, conduciendo una investigación sobre la popular danza

llamada ''chilena'' en el sur de ese país, cuando en septiembre de 1994 recibió una noticia

trascendente desde Chile: ese año le fue otorgado el Premio Nacional de Arte.

''Cuando ya la primavera se avecina con sus brotes luminosos, un destello de alegría nos ha

inundado. En mi persona se ha reconocido, por primera vez, que la cultura tradicional puede

aspirar a la dignidad de un Premio Nacional de Arte'', es el inicio del discurso que Margot

Loyola pronunció al recibir el premio en el Teatro Municipal de Santiago, el 20 de octubre

de 1994. ''Finalmente, esta mañana quiero dedicar este reconocimiento a las cantoras

anónimas de mi pueblo'', fue su dedicatoria.


Nano Acevedo.-

Nace en el barrio San Diego de Santiago de Chile, el 27 de julio de 1946, nieto de Blanca Luz de la Aurora de la Hoz Elgueda e hijo de Berta Rita Acevedo de la Hoz. Crece en las calles Copiapó y Lingue a espaldas del Teatro Caupolicán, estudia hasta cuarta preparatoria en la escuelita Francisco Andrés Olea de Avenida Matta y Serrano, sólo algunos meses cursa el quinto año en el Liceo Manuel Barros Borgoño.
A partir de los once años desarrolla variadas ocupaciones: cuidador de autos y paseador de animales en el circo "Águilas Humanas", mozo para aseo y mandados en restoranes y oficinas; vendedor de números de lotería, mensajero y aprendiz de maestro en fábricas de plásticos, calzado y mueblerías.


Al cumplir 17 años, forma el conjunto "Los Soñadores del Alba", junto a José Romero, Miguel López, Guillermo Ruz y Arturo García, el que triunfa en el "Festival de los Barrios" organizado por Radio Corporación en 1965. Estudia en el Teatro Domingo Gómez Rojas de la Municipalidad de San Miguel (1968), donde forman actores aficionados. Participa en obras, escribe canciones y libretos.


Entre 1966 y 1969 participa como cantautor en programas de radio y festivales estudiantiles y comunales, obteniendo 38 primeros lugares. Entre estos el Festival de Festivales de Radio Corporación que duró un año y donde participaron cientos de jóvenes. A mediados de 1968 llega a la Peña "Chile Ríe y Canta" de René Largo Farías, colabora en tareas menores del local, hasta que la ausencia de un número del elenco le permite debutar con éxito en esa prestigiosa casa. Se mantiene en ella, hasta el 11 de septiembre de 1973. El apoyo de Largo Farías y su esposa Maria Cristina junto al de folkloristas consagrados como Rolando Alarcón, Héctor Pavéz y Richard Rojas son fundamentales para su desarrollo.

En 1970 gana el Festival del Vino en Lontué y el Festival de la Vendimia en Molina; en 1971 logra su primer triunfo internacional al ganar el Festival Chileno-Argentino de la Patagonia en Punta Arenas, con el tema "Juan del Fuego". En Septiembre del mismo año viaja a Estados Unidos con Rolando Alarcón y el dúo "Los Perlas", presentándose en varias ciudades, a su regreso recibe en el Estadio Chile el premio "Lo Mejor de 1971" en el rubro autor que otorgan las Radios Corporación, del Pacífico y Universidad Técnica del Estado, el Diario "Puro Chile" y el programa radial "Chile Ríe y Canta".


En 1972 gana el Festival "Norte Andino" en Calama con el tema "Dale Mañungo" que interpreta un grupo debutante llamado "Illapu". En 1973 obtiene el 3° lugar en el Festival de la Nieve en Farellones con el tema "En casa de José el Carpintero" que interpretara Patricio Renán.
Es nombrado Secretario de Organización del CUP de Folkloristas que cubre artísticamente gran parte de la candidatura a presidente del doctor Salvador Allende. Integra junto a destacados músicos, actores, bailarines y folkloristas el Tren de la Cultura de la Presidencia de la República en 1971 para llevar recitales gratuitos desde Puerto Montt a Rancagua.

 
Viaja en julio de 1973 al Festival Mundial de la Juventud, en Berlín, Alemania. Luego sigue a Bulgaria y Unión Soviética, retorna a Chile a fines de agosto de ese año. Es nombrado director artístico del sello "Chiryc" alcanza a grabar un long-play con artistas de la peña y uno propio para el Sello IRT cuando ocurre el golpe militar. Rehusa salir del país y de inmediato se integra al trabajo por el retorno a la democracia creando actividades culturales contrarias a la dictadura en sindicatos obreros. En 1975, crea la "Casa Folklórica Doña Javiera" primera tribuna folklórica instaurada bajo la dictadura. En 1976 al frente de una veintena de artistas, lleva a cabo una gira de Puerto Montt a Rancagua.


En 1977 gana la OTI con el tema "Oda a mi Guitarra" interpretado por Capri, viaja a Madrid, España, al certamen de la Televisión Iberoamericana, continúa en gira a Francia, Italia, Holanda y asiste a un trascendental encuentro en Budapest, Hungría.


Es finalista seis años consecutivos de la OTI Chilena, de 1977 a 1982, ganándola en dos ocasiones- en 1979 su tema "De Naranjas e Infancia" empata con "La Música" de Scottie Scott la que posteriormente nos representa en México-. En cinco oportunidades ha sido finalista del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar; en 1982 con "Yo vivo entre dos amores" con Arturo Gatica y Valentín Trujillo; en 1983 con el tema favorito de la crítica y el público "Benaiga la Suerte Rosa" que interpretara el grupo "Santa María"; en 1984 obtiene el 2° premio con "Ay de mi" interpretada por el mismo conjunto y los arreglos de Toly Ramírez; en 1990 conquista el 3° premio con "Para Cantarle al Sol"; en 1991 es invitado como jurado de sala y en 1992 logra el 2° lugar con "Está Naciendo una Raza".


Cantor, compositor, escritor y activo dirigente sindical de músicos y artistas, ha fundado una veintena de espacios, revistas, sindicatos, programas de radio, sellos grabadores y agrupaciones para la difusión de la música chilena, la defensa de los derechos humanos y del retorno a la democracia. Ha visitado como artista y dirigente dieciséis países de América y Europa. Ha escrito obras de teatro, siete libros y grabado diecisiete discos. Es autor de alrededor de novecientas canciones en los géneros popular, infantil y raíz folklórica.


Patricio Manss.-

Nacido en la localidad chilena de Nacimiento, al sur de Chile, el 3 de agosto de 1937, Patricio Manns es hijo de maestros primarios; de hecho, su madre resultó esencial para que cultivara su interés por la lectura. En su juventud desempeña los más diversos oficios: capataz de obras, minero del carbón en Lota, reportero para el diario La Patria en Concepción. A principios de los años 60 se traslada a Santiago en donde continuó con su labor periodística.

Inicios en la música

En el plano musical se inicia en 1959 cuando compone "Bandido", canción que es grabada en Argentina en 1962 por Los Trovadores del Norte y en Chile por Los Cuatro Cuartos. Pero será con su composición "Arriba en la Cordillera" (1965) con la que logrará el reconocimiento masivo, especialmente cuando fue editada en el exitoso álbum Entre Mar y Cordillera, de 1966. Miembro fundador junto con Rolando Alarcón y los hermanos Parra de la Peña de Carmen 340, (1965) conocida como la Peña de los Parra, a la que se suma algunos meses más tarde Víctor Jara, forjando los cimientos fundacionales del movimiento de la Nueva Canción Chilena. Manns participará activamente de las extensas jornadas de itinerancia artística denominada Chile, Ríe y Canta que se realizaban por todo el país y que eran organizadas por René Largo Farías. De esta época inicial es también su obra El Sueño Americano (1965), una de las primeras cantatas que se conocen en América Latina, que describe, a partir de la conjunción de varios patrones rítmicos característicos de diversas regiones de nuestro continente, los avatares de la historia americana, y que Manns grabaría con el conjunto Voces Andinas en un álbum de 1967. En otro de sus discos de la época, lanzado en conjunto con la cantante y folclorista Silvia Urbina, recupera las formas folclóricas que, aparentemente, se estaban perdiendo en manos de la aparición de tendencias musicales extranjeras. Este álbum llevó por título un elocuente ¡El Folclore No Ha Muerto, Mierda! (1968).

Desde su doble faceta de músico y periodista colaborará activamente en las campañas presidenciales de 1964 y 1970, siendo esta última la que llevó a Salvador Allende a la presidencia de la República representando a la Unidad Popular. De esta época es su disco Patricio Manns (1971), en donde aparece una de las composiciones más bellas de su obra musical "Valdivia en la Niebla" y la premonitoria "No Cierres los Ojos". Este disco fue dirigido por Luis Advis y acompañan a Manns, Inti Illimani, Los Blops, la Orquesta Sinfónica de Chile y la Orquesta Filarmónica de Santiago.

La vida en el exilio

El golpe militar en contra del gobierno de la UP lo sorprenderá en Chile. Tras la mediación diplomática internacional logra salir del país rumbo a Cuba. El año 73 señalará el inicio de la vida en el exilio para Patricio Manns. Durante su estadía en la isla, compone y graba acompañado de la Orquesta Sinfónica de Cuba "Cuando Me Acuerdo de Mi País" y otras canciones que figuran en su LP Canción sin Límites. Colabora junto a Humberto Solás en el guión de la película La cantata de Chile (1976) y escribe los versos para la música de Leo Brouwer que da nombre al título de la película. De Cuba viaja a Francia en donde se establece y funda el grupo Karaxú en 1974, continuando con sus colaboraciones artísticas con Cuba. Desde su destierro, Manns inicia su "combate contra la dictadura" siendo portavoz de la resistencia chilena, lo que se plasma en sus producciones discográficas Canción sin Límites (1977) y con mayor fuerza tal vez en Chansons de la Résistence Chilienne (1974). En esta etapa del exilio en Europa conoce a su señora, Alejandra Lastra (1979), a la que compondrá la célebre "Balada de los Amantes del Camino de Tavernay" (1985) y se muda con ella al Camino de Tavernay, en Ginebra en el curso de ese mismo año 79.

Tal como dice el musicólogo Juan Pablo González, "...en sus 27 años de exilio, Patricio Manns estableció junto a Horacio Salinas una de las duplas creadoras más fructíferas de la historia de la música chilena", relación que comienza a plasmarse en la obra del conjunto Inti Illimani en composiciones como "Retrato" o "Vuelvo" (ambas de 1979). De esta época de trabajo junto a Salinas, se encuentra la veta originaria de canciones que con el tiempo se transformaron en verdaderos emblemas del repertorio popular latinoamericano como "El Equipaje del Destierro", "Palimpsesto" (1981), "Cantiga de la Memoria Rota" (1985) y junto a José Seves y Salinas "Samba Landó". Posteriormente vendrán otras como "Medianoche" (1996) o "La Fiesta Eres Tú" (1998).

En 1984 se muda a "Trez Vella" en Echenevex, cerca de la frontera franco-suiza. Esta etapa del exilio de Manns alcanza un alto punto creativo con el "Concierto de Trez Vella", pieza que contó con los arreglos de Alejandro Guarello y que grabó junto a Inti Illimani en 1985.

La obra con Inti Illimani quedó plasmada en dos álbumes, Con la Razón y la Fuerza, de 1982 y La Muerte No Va Conmigo, de 1986.

El reencuentro

Manns inicia su reencuentro físico con Chile en 1990, tras 17 años de exilio, presentándose en una gira por el país, que tuvo su punto de partida el 23 de agosto en el Teatro Teletón y el 24 en el Estadio Chile (hoy Estadio Víctor Jara).

En las pantallas de Canal 7 TV, interpretó por primera vez en la televisión nacional del suelo natal, su desgarrador "Cuando Me Acuerdo de Mi País" ante la ansiedad del público asistente en el estudio del canal, ante la emoción contenida de los televidentes del país. De esa gira por Chile, que abarcó Santiago, Concepción, Valparaíso y Viña del Mar, Manns dirá: " (...) por ahora se cumplió la primera prioridad: poner el pie en Chile de nuevo". El segundo paso, el retorno definitivo, sólo se consolidaría en 2000, cuando decide radicarse en Chile, en las cercanías del balneario de Concón.

Presente y futuro

La relación musical creativa con Horacio Salinas prosigue con las obras interpretadas por Inti-Illimani tituladas La Rosa de los Vientos (1999) y Cantares del Mito Americano, obra inédita estrenada en el Teatro Municipal de Viña del Mar en 2001.

En noviembre de 2003 fue el lanzamiento de la primera producción discográfica de canciones de Horacio Salinas Remos en el Agua donde se retoma la colaboración con Patricio Manns.

Participa también en el DVD del Inti Illimani, liderado por Jorge Coulon Lugares Comunes, grabado en directo, en la Pista de Ceniza del Court Central del Estadio Nacional de Chile, y compone junto a Manuel Meriño la ya célebre "Vino del Mar", que apareció en el disco Lugares Comunes de Inti Illimani.

Al cumplirse los 400 años de la fundación de la Ciudad de Nacimiento en diciembre de 2003, Patricio Manns fue nombrado hijo ilustre de dicha ciudad.

Su producción discográfica titulada Allende: la Dignidad Se Convierte En Costumbre (Alerce) fue lanzada en el Estadio Nacional en el Homenaje al presidente chileno Salvador Allende, en septiembre de 2003.

En 2005 graba con el Ulli Simon Ensamble en Alemania, mientras en 2006 colabora en la creación de canciones para los CD Pequeño Mundo de Inti Illimani (facción Coulón) y Esencial de Inti-Illimani Histórico, así como en un CD de rancheras y corridos para una producción musical del Banco de Estado. Fuera de eso, su composición es especialmente relevante cuando explora las baladas y boleros en el álbum Porque Te Amé, ampliamente valorado en países como México, Perú y Chile.

El Sábado 21 de abril de 2007 participa de un Encuentro de Trovadores Latinoamericanos en Lota, en el cual estuvo junto a cantautores de Chile, Argentina, Perú y Cuba. Allí él se reencontró con el público que lo vio crecer como artista.


Pedro Yañez.-

Nace en el pueblito de Campanario, provincia de Ñuble, en Junio de 1946. En 1952 ingresa a la escuela rural del pueblo, donde realiza sus estudios primarios. Fuera de la escuela, en aquellos años, es donde aprende lo esencial de su vocación guitarrera, al compartir juegos, caminatas, trabajos y conversaciones con hijos de campesinos, ganaderos y obreros forestales. 20 años después, visitando esas familias, realizaría un registro grabado de cuentos, poesías, canciones y relatos vivenciales de todo ese rico universo de humilde naturaleza.

Desde 1964 integra conjuntos folclóricos estudiantiles, haciendo sus primeras actuaciones en Tomé y Concepción. En el año 1966, en Santiago, participa en la creación de la Peña Folclórica de la Universidad Técnica. Era estudiante de la Escuela de Artes y Oficios.

En el año 1967 funda y dirige el conjunto "Inti Illimani", el cual debe dejar para terminar sus estudios industriales en Tomé, donde en 1968 integra y dirige el conjunto "Los Afuerinos", obteniendo el primer lugar en el Festival Sur de la Canción "Verano 69".

En marzo de ese año se radica definitivamente en la capital. Ingresa a la Escuela Musical Vespertina de la Universidad de Chile, donde estudia: Guitarra clásica, Composición, Canto, Armonía, etc. Paralelamente continúa su oficio de trovador actuando principalmente en la Peña "Chile Ríe y Canta", de René Largo Farías.

El año 1971 por fin cumple con uno de sus sueños: ser estudiante universitario, ingresando a la carrera de Pedagogía en Música, en la Universidad de Chile. En 1973 se crea la carrera de Etno-Musicología, que también lo cuenta entre sus alumnos. Ese año fue expulsado de la Universidad en el mes de Septiembre.

El año 1971 conoce a los poetas populares, guitarroneros y payadores; con ellos aprende una de las más nobles raíces de la cultura criolla. Son sus principales maestros: Santos Rubio, Arturo Vera, Rodemil Jerez, Manuel Gallardo, Honorio Quila, Atalicio Aguilar, Lázaro Salgado, Manuel Ulloa, Hermógenes Escobar, Roberto Vásquez y decenas de otros cantores conocidos en encuentros, vigilias y contrapuntos.

El año 70 aparece su primer disco larga duración, en que junto al folclorista Valericio Lepe fundan el dúo "Coirón". El 72 graba como solista sus primeras décimas acompañadas de guitarrón. En 1976 graba su disco "EL CANTO DEL HOMBRE". En 1981 graba "Encuentro de payadores", junto a Santos Rubio, Benedicto Salinas y Jorge Yáñez. El 86 graba el caset "Las palabras dormidas". El 89 participa en el caset "Cuatro payadores chilenos". En 1994 edita "El jardinero y la flor", año en que obtiene el premio APES al mejor folclorista.

En diciembre de 1999 recibe el Premio Nacional de Música "Presidente de la República", galardón que se entrega por primera vez en el país.

En marzo del año 2000 se hace acreedor del Premio "ALTAZOR" a las artes nacionales, en el rubro Música de Raíz Folclórica.

El año 2001 aparece su primer CD llamado "El Canto del Hombre", en algunos temas lo acompaña su señora, la primera payadora de Chile: Cecilia Astorga.

El 2002 se edita el CD "Encuentro Internacional de Payadores" grabado en vivo, participan: Eduardo Peralta, Manuel Sánchez, Cecilia Astorga, Pedro Yáñez y el gran payador uruguayo José Curbelo.


Raúl Alberto de Ramón García del Postigo.-

Nació el 12 de mayo de 1929, cursó sus años escolares en The Grange School de Santiago, ingresó después a la Universidad Católica de Chile, donde obtuvo el título de Arquitecto. Se casó con María Eugenia Silva Fuentes y fue padre de dos hijos, Carlos Alberto (abogado), y Raúl Eduardo (médico neurocirujano).

Atraído profundamente por todo aquello que significara un contacto o evocación de los que son nuestras raíces, concentró toda su capacidad creativa en la investigación y producción folclórica chilena, logrando una fructífera labor en el campo de la música, la poesía, la literatura y la arquitectura tradicional.

La obra de Raúl de Ramón ha sido principalmente difundida a través de su contribución en el campo de la música folclórica chilena. Autor de más de un centenar de canciones en música y letra, sus composiciones abarcan la totalidad de las regiones de Chile, en lo que a ritmos se refiere, respetando las estructuras métricas y armónicas que las caracterizan básicamente. A modo de ejemplo pueden citarse: Norte: Rosa Colorada, La Mula Rosilla, Ponchito Morado; Centro: El Amor del Arriero, Camino de Soledad, Nostalgia Colchagüina; Sur:La Barca de Madera, Si me dices que me quieres, La Libélula; Chiloé: El Curanto, El Camarón, El Zorro Chilote.

Es importante destacar el profundo contenido que se encuentra en las letras de todas las composiciones de Raúl de Ramón.

Son el resultado de una excepcional capacidad de observación, asimilación y síntesis del paisaje, costumbres, personajes y experiencias, con lo cual, cada canción, a través de su letra, se transforma en una vivencia profunda, en un mensaje poético.

Una gran cantidad de estas composiciones muestra imágenes y personajes que parecieran ser repetidos u omnipresentes, pero, según lo expresa Raúl de Ramón: "SON EL ENCUENTRO EN MIS CAMINOS INTERIORES, GENERALMENTE SIMBOLIZADOS POR LOS SOLITARIOS, LOS ARRIEROS Y LA NOCHE: LA VIDA CONCEBIDA COMO UN CIRCULO SIN FIN; LA LUNA Y LAS ESTRELLAS COMO LOS IDEALES GUIAS; EL FRIÓ, LOS VIENTOS, LA TEMPESTAD, LOS ESPINALES, COMO LA ADVERSIDAD; EL ETERNO CAMINAR, COMO LA NECESIDAD DE INTROSPECCIÓN Y LOS CERCOS Y TRANQUERAS, LOS OBSTÁCULO QUE UNO MISMO SE CREA". (Arreo en el Viento, pág. XII).

Por otra parte, la diversidad de temas muestra, sin duda, la personalidad multifacética que lo caracterizó como un ser de extraordinaria sensibilidad frente al estudio y desarrollo de sus composiciones, las cuales asumen formas románticas, heroicas, humanistas, descriptivas e incluso jocosas.

En el ámbito literario propiamente tal, el legado intelectual no es menos importante que el anterior, habiendo publicado oficialmente dos libros y dejando un tercero impreso.

El primero de ellos, EL CABALLERO Y SUS DRAGONES, fue publicado oficialmente en Septiembre de 1981. Es una novela costumbrista, inmersa en nuestra más pura tradición huasa y campesina, descriptiva a veces de lo que ha sido la historia patria, así también como autobiográfica, que en agradables formas literarias y con la característica que definen su pluma, transmiten situaciones, personajes, imágenes y todo lo que formo parte de su entorno. El titulo del libro pretende enfatizar el que "UN CABALLERO TIENE SIEMPRE QUE HUMILLAR DRAGONES", esto es, afrontar día a día el desafío de la vida, lleno de obstáculos y sorpresas, con entereza, sin perder jamas el norte que marcaron sus antepasados, de tal forma que siempre satisfagan los objetivos planeados.

El segundo libro, RAÍCES EN LA BRUMA, es un poema épico, que invita al lector al encuentro con sus antepasados, pilares de la realidad cultural de un pueblo, refrescándoles, mediante una hermosa y elaborada poesía, su presencia en el tiempo y de esta forma llamarlos a impedir que sean sepultados definitivamente por las nuevas generaciones.

El titulo del libro es por demás explícito con su respecto a su contenido, constituyendo una muestra mas de la capacidad de síntesis y plástica, por medio de la palabra, del autor.

El tercer libro, ARREO EN EL VIENTO, no alcanzó a ser publicado oficialmente. Corresponde a la recopilación de todas sus canciones, a la manera de un cancionero didáctico, presentadas por zonas, de Norte a Sur del país, y agrupadas de acuerdo con su forma rítmica particular. Además, incluye un cuestionario, que fuera confeccionado por los poetas, prosistas y músicos contertulios del centro cultural "La Capilla", fluyendo entre las respuestas del autor su personalidad y muchos de sus pensamientos básicos.

El titulo principal del libro, ARREO EN EL VIENTO, según lo expresa Raúl de Ramón "ha simbolizado siempre un arreo espiritual compartido, y un arreo espiritual por los caminos interiores". A su vez, él titulo secundario, CANCIONERO SECRETO, también de acuerdo a lo mencionado por el autor, se debe a que "la mayoría capta las melodías y los ritmos. En ocasiones los estribillos. El mensaje poético suele permanecer desconocido".

Se observa, de acuerdo a todo lo anterior, el fuerte deseo por no dejar enclaustrado en su mente los pensamientos y conocimientos adquiridos; si no que, por el contrario, entregarlos a los chilenos, utilizando para ello diferentes formas de presentación. Es el caso de los distintos conjuntos de música folclórica chilena formados por Raúl de Ramón, en los cuales tuvo una activa participación. El primero de ellos se llamó LOS HUINCAS, que vio pasar durante su trayectoria de años, iniciada en la universidad, a 15 integrantes en distintas épocas, destacándose la presencia de Rogelio Muñoz, su gran amigo.

El segundo conjunto, sin duda el más importante de toda su carrera artística, y también en el ámbito nacional y continental, se llamó LOS DE RAMÓN. Este era originalmente un dúo que formaba con su esposa María Eugenia, definida en este sentido por él mismo como la gran voz que dejo mudo al compositor. Ella es una mujer con un gran temperamento, sensibilidad y arte para interpretar sus canciones. Juntos recorrieron América difundiendo nuestro folclore, ejecutando aproximadamente doscientos conciertos, principalmente en Estados Unidos y México, regresando cargados de un valioso material folclórico latinoamericano, el que también se preocuparon de dar a conocer oportunamente.

Posteriormente, a su regreso de tan exitosa gira, se unieron al dúo sus dos hijos, Carlos Alberto y Raúl Eduardo, con quienes interpretaron la casi totalidad de las composiciones del autor, quedando un vasto testimonio de ello: una notable cantidad de discos de corta y larga duración, así también como las grabaciones efectuadas por los distintos canales de televisión.

El ultimo conjunto que formó se llamo LOS HIDALGOS, integrado por Ignacio Bastarrica, Hector Inostroza, Raúl de Ramón y Leonardo Sanz, primera, segunda, tercera y cuarta voz respectivamente. Este fue un nuevo intento por revivir el agónico folclore tradicional chileno, basándose fundamentalmente en el repertorio y estilo que impusieron LOS CUATRO HUASOS, famoso conjunto chileno, a fines de la década del 20 y comienzos del 30; preocupándose por obtener la mayor cantidad posible de antecedentes del desaparecido conjunto, a través de materiales bibliográficos, grabaciones en discos de la época, conversaciones con personas relacionadas directamente con sus integrantes, y, por supuesto, los recuerdos personales que aun retenía en su memoria. Este conjunto, así orientado, fue parte de su diaria labor artística durante sus tres últimos años de vida.

Alejándose de lo recibido durante su formación profesional, el Arquitecto Raúl de Ramón, abogó por mantener latente la sensación y el calor de autentico hogar que le producía la casa de campo chilena. Así, todo lo que concibió en el ámbito de proyecto y ejecución, estuvo impregnado de ese sentimiento. Son de destacar, en ese contexto, su propia casa, ubicada en la comuna de Providencia, Santiago de Chile, y el restaurante El Alero de Los de Ramón, ubicado en la comuna de Las Condes, Santiago de Chile. Ambas construcciones evocan, en su distribución espacial interior, sus fachadas, su ornamentación y en general, en cada uno de sus rincones, aquella arquitectura tradicional que hoy pareciera estar desterrada de la metrópoli, invadida por la tendencia moderna de las formas rectas.

Por otra parte, no se puede dejar de mencionar el enriquecimiento que ha tenido el folclore chile con los nuevos ritmos y expresiones musicales que impuso Raúl de Ramón, denominados por el mismo como: Galopito, Dialogo, Solo y Arreo. Estos, que atribuye su autor como propios de la zona central, principalmente en la temática que desarrollan sus letras, rompen el ya tradicional esquema de las Tonadas, Villancicos, Cuecas, Canciones, Resfalosas, etc., que caracterizan a dicha zona y que también fueran abordados por él extensamente.

En Abril de 1984, y luego de una penosa enfermedad, muere en su hogar de Providencia, acompañado por su esposa y sus hijos. Todo el mundo artistico lamento su irremediable perdida e hizo eco en la inminente perdida de nuestras tradiciones y principalmente de nuestra identidad como país. Sus restos, cremados por su voluntad, fueron esparcido en su tierra que tanto amo, y a la cual le entrego toda su vida, aunque esta no ha sabido reconocer el esfuerzo desplegado por mantener vivo el espíritu campesino de Santa Cruz. Solamente una calle, quizás perdida entre tantas otras, recuerda el gran nombre de Raúl de Ramón, quien lentamente desaparece de nuestras memorias, quedando excluido del honor que realmente merece. Somos todos los que realmente amamos nuestra música los encargados de no dejar que se pierda en el olvido toda una vida dedicada a la música, debemos saber apreciar en su justa dimensión, todo el esfuerzo de Raúl de Ramón por mantener viva la música chilena, y dejar de buscar en lo foráneo lo que nos satisfaga como persona.


René Largo Farías.-

René Largo Farías amaba las tradiciones nacionales, pero no tenía nada de conservador. Sabía distinguir muy bien entre las cosas, las costumbres, los valores, que es necesario preservar, defender y valorar y las cosas que deben desecharse. Porque en Chile ha habido y hay tradiciones buenas, nacidas de la historia y de la cultura popular y otras tradiciones muy malas, de las que debemos liberarnos cuanto antes.

Hay una buena tradición de altivez, de rebeldía, de valentía. Y una mala tradición de abuso, servilismo, obediencia ciega, cobardía.

El normalista y hombre de radio

Después de estudios primarios en una escuela pública de Vallenar postuló a la Escuela Normal de Copiapó. Fue aceptado con el más alto puntaje entre los postulantes. Siempre había querido ser profesor. En la Normal de Copiapó despertó su inquietud por la historia oculta de Chile, la historia del pueblo, y por la creación popular en todas sus formas.

A los 15 años fue elegido presidente del Centro de Alumnos. Y le tocó dirigir la primera huelga de los estudiantes normalistas con toma del recinto. Motivo de la huelga: a mediados de 1943 fue expulsado de la escuela, por comunista, el profesor de Agricultura José Zuleta. Los estudiantes se levantaron para defenderlo, por afán de justicia y porque lo consideraban un gran maestro y un amigo. En verdad, no tenían idea de lo que era el comunismo.

El movimiento no fue victorioso. Y una de sus consecuencia fue la expulsión de René. Pudo continuar sus estudios en la Normal de Chillán, de donde egresó en 1947.

Al año siguiente comenzó a trabajar como maestro en la Escuela Nº1 de la Población Oriente de Antofagasta y dio sus primeros pasos como locutor y libretista de la Radio Libertad. Semanas más tarde fue nombrado director y jefe de programas. Casi al mismo tiempo se le designó director de la filial Antofagasta de Radio-Escuela Experimental, una productora de programas radiales educativos, dependiente del ministerio de Educación.

En 1949 se casó con la bella actriz uruguaya María Cristina Zayr. En 1950 fue contratado como locutor y libretista de Radio Minería de Santiago. Entre 1952 y 1959 dirigió el famoso Club del Tío Alejandro que llegó a tener en sus registros 73 mil "sobrinos". En la televisión hizo el memorable programa Tribunal Infantil, en el que un jurado de niños examinaba los problemas infantiles, a menudo en la relación con los grandes, y daba su veredicto.

En 1958 fue elegido presidente de la Asociación Interamericana de Locutores en un congreso celebrado en Santiago. Al año siguiente viajó a México y fue invitado a quedarse en ese país, dirigiendo una cadena de radioemisoras en Baja California, a lo largo de la frontera con Estados Unidos.

De regreso en Chile realizó el programa Chile Ríe y Canta en Radio Minería. Luego fue contratado por la Corporación de la Reforma Agraria (era el gobierno de Eduardo Frei), para organizar espectáculos de música, canción y baile popular en localidades campesinas y promover solistas y conjuntos que cultivaran el canto tradicional. En el cumplimiento de esta tarea René se convirtió en un gran conocedor del territorio. Llevó a grupos artísticos hasta los más apartados rincones del país.

En 1965 fundó la famosa Peña Chile Ríe y Canta de Alonso Ovalle 755. Cursos de cueca, de guitarra, de artesanías, espectáculos. Empezaron a llegar visitantes de provincia, sin otro caudal que sus canciones y sus guitarras. René los recibía, los escuchaba, les daba consejos. A los mejores los presentaba en el escenario de la Peña, por donde desfilaban todas las noches artistas consagrados y principiantes. Estos visitantes solían quedarse a alojar, dormían en el suelo sobre diarios viejos o, a lo más, sobre una colchoneta en alguna de las numerosas habitaciones de la casa. Muchos también comían allí por largos períodos, sin costo para ellos. Además aparecían por la Peña cantores peruanos, argentinos, bolivianos, ecuatorianos y todos recibían la misma hospitalidad, generosa y prodigiosa. Y también ruinosa.

En torno de la Peña se fue constituyendo un núcleo de autores e intérpretes innovadores, que querían expresar nuevos contenidos a través de la canción, sin perder lo más valioso de las formas autóctonas. Actuaron muchas veces Víctor Jara, Patricio Manns, el Indio Héctor Pavez, Rolando Alarcón, Margot Loyola, la gran familia de los Parra, Silvia Urbina, Gabriela Pizarro, el dúo Rey-Silva, el Piojo Salinas, conjuntos como Quilapayún, Inti Illimani, las Voces Andinas, Mira y Poncho, Quelentaro, Aucamán, Manka Saya.

La victoria de Salvador Allende fue una de las mayores alegrías de su vida. René había participado en las cuatro campañas de Allende. En la última, movilizó a gran número de artistas y organizó grandes espectáculos de masas. Cuando el compañero Presidente lo llamó y le pidió hacerse cargo de la jefatura de radio de la OIR (Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia de la República) asumió el cargo con decisión, con orgullo y con ese hiper sentido de la responsabilidad que fue siempre su sello. Fue un duro trabajo. Luchó por elevar el porcentaje de música chilena en los programas radiales, desarrolló en gran escala la difusión cultural.

René Largo Farías estuvo en La Moneda el 11 de septiembre de 1973. El Presidente Allende le ordenó salir de la casa de gobierno, porque decidió que sólo debían permanecer aquellos que estuvieran dispuestos a usar las armas para defender el gobierno constitucional. René tuvo que reconocer que nunca había disparado un arma de fuego.

Después vino el exilio en México donde María Cristina, su esposa, iba a fallecer pocos meses después.

Trabajó intensamente. Creó programas radiales y de televisión. Participó en las más variadas formas en las acciones de solidaridad con Chile. Encontró en Kira Díaz a su nueva compañera.

Invitado a trabajar en Escucha Chile de Radio Moscú lanzó el programa rebautizado por él Chile Lucha y Canta. Creó otro espacio de diálogo y comunicación, La Carta, y pronto comenzó a recibir centenares de cartas de los chilenos esparcidos por el mundo. Y también llegaban cartas desde Chile, directa o indirectamente. La voz de René informaba y, sobre todo, animaba. Le hacía volver el alma al cuerpo a tanto chileno náufrago por el mundo y en su propia patria.


En 1988, René festejó sus 60 años en la Peña Chile Ríe y Canta, que había vuelto a abrir en 1985 en el caserón de la calle San Isidro 266. Como cumplía 60 años, tuvo 60 invitados.

Aquella noche estuvo muy presente en el recuerdo y en el comentario de todos la famosa odisea de las expulsiones y los retornos. En 1984, René y el ingeniero Ociel Núñez, en ese entonces presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica del Estado, fueron detenidos y puestos a bordo de un avión. Expulsados del país. Destino: Buenos Aires.

Al llegar, los expulsados dejaron con la boca abierta a los funcionarios argentinos, que estaban dispuestos a aceptarlos como asilados. Tal como lo habían acordado, dijeron que no aceptaban el asilo. Lo que querían era regresar a Chile asumiendo todos los riesgos del caso. Después de largas discusiones y consultas, los pusieron en otro avión y los mandaron de vuelta a Chile.

Luego de esto, nuevamente fueron expulsados, esta vez a Colombia. Fueron entrevistados una y otra vez por los corresponsales y expusieron su caso en el ministerio de Relaciones Exteriores y en el Congreso de Colombia.

Finalmente pudieron regresar a Chile, en democracia.

René siguió trabajando como siempre en su Peña.


En la madrugada del 12 de octubre de 1992, fue golpeado salvajemente. Murió en el hospital después de tres días de agonía... 


Rolando Alarcón.-

Profesor, compositor, pianista, guitarrista y cantante Rolando Alarcón nació en Santiago, el 5 de agosto de 1929.

Luego de vivir en Santiago y Sewell, su familia se traslada a Chillán. Allí se recibe de maestro primario en 1949.

En la Escuela Normal "Juan Madrid" de Chillán fue uno de los mejores y más distinguidos alumnos, donde cultivó una personalidad excepcional plena de virtudes humanas, todo ello expresado en sus pacíficas y emotivas composiciones musicales como: "El águila y la paloma", "Yo defiendo a mi tierra", "Si somos americanos", "Mi abuelo bailó sirilla", "Adónde vas soldado". Después de que egresó de la escuela normal ejerció la docencia en Paine. Más tarde, viaja a la capital para ejercer la docencia en escuelas y liceos fiscales.

Recorriendo Chile, recibe el impacto de la problemática social y se declara fiel a su época. Su primera etapa musical está ligada al conjunto Cuncumén, que apareció en 1955 y del cual fue director musical. Posteriormente viajo a Europa con el conjunto y estuvo en Francia, pasó a Rusia a Cuba y a Estados Unidos.

Como director del Conjunto Cuncumén abrió el sendero del movimiento de proyección folklórica, esencial para descubrir el inmenso patrimonio musical del país, rescatado de los campos, que se había transmitido oralmente por largos años.

Posteriormente, como compositor y cantante, fue uno de los puntales del neofolklore, movimiento que permitió una renovación del repertorio de música folklórica y que músicas de periféricas zonas del país como la andina y chilota pudieran ser conocidas por todos los chilenos.

Pasado el espejismo de este movimiento, que copó los medios de comunicación del país, Alarcón levantó el canto más comprometido con varios compañeros de generación y fue parte fundamental de la Nueva Canción Chilena.

Fundador de la Peña de Los Parra, participante del Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, de la primera gira del programa radial "Chile Ríe y Canta" y de la peña del mismo espacio, ganador del Festival de Viña, integrante del Tren de la Cultura, Rolando Alarcón recorrió alegremente con su guitarra y su estampa de educador los momentos claves de la historia musical chilena.

Su primer disco lo realiza profesionalmente en la Unión Soviética, en 1957, y en 1960 inicia su carrera como solista, grabando en los Estados Unidos, Perú y Panamá. En 1964 compone su célebre tema "Si somos americanos".

Por el año 65 participa en la peña folclórica de los Parra. Eran tiempos de Patricio Manns y de la canción renovada o neofolclórica.

Obtuvo el primer lugar en el Festival de Viña del Mar, en 1967 con "Niña sube a la lancha" y tres años después con "El hombre". En 1969, recibe mención de honor en el I Festival de la Nueva Canción Chilena con su "Canción de Juan, el pobre". En 1971 es invitado al Festival de Cosquín en Argentina y participa en el festival del Sol por todo el norte chileno.

En 1973 realiza una extensa gira por el norte y presentaciones en Illapel. Enferma gravemente y fallece cuando sólo tenía 43 años, el 4 de febrero de 1973 en la posta del hospital del Salvador de Santiago. Así, el 5 de febrero, día trágico para el folclore musical chileno, "un mar humano despedía en el Cementerio General de Santiago a Rolando Alarcón, el hombre que cantó a Chile y que lucho por su pueblo".

Después de su fallecimiento,la figura de Alarcón entró en un oscuro silencio, especialmente tras el golpe de estado del 11 de septiembre el mismo año.

Sus discos, autoeditados en su gran mayoría a través de su sello Tiempo, cayeron en el olvido y no fueron reeditados, lo que ha causado que buena parte de su trabajo permanezca en el más completo anonimato.

Sin embargo, y pese a todo, parte de su obra permanece tozudamente y varias de sus canciones, como "Si somos americanos", "Mi abuela bailó sirilla", "Doña Javiera Carrera", "Mocito que vas remando", "Parabién de la paloma", "Esquinazo del guerrillero", y muchas otras, son parte de los clásicos de la historia musical chilena, grabadas recurrentemente por intérpretes nacionales y hasta por algunos internacionales (Miguel Aceves Mejía, Soledad Bravo y Joan Baez entre otros).

Además, su espíritu docente tuvo premio: varias de sus canciones son parte del repertorio que los niños chilenos aprenden en la escuela, lo que hace que nuevas generaciones recuperen el legado de uno de los hombres claves de nuestra música, cuya figura puede permanecer en la noche pero cuyo trabajo acompaña y alumbra los nuevos días de la patria.

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