Capellanes de la Guerra del Pacífico
Capellanes en la Guerra

En el caso de Chile, cuando se inició el conflicto con Perú y Bolivia en 1879, de inmediato El Mercurio hizo un llamado público al gobierno sobre la urgente necesidad de enviar capellanes junto con el Ejército que expedicionó al Norte. "...Es una pregunta que todos los católicos, es decir, todos los chilenos, se hacen a estas horas y que nadie se explica:
¿Porqué el gobierno no piensa hasta la fecha en pedir uno o varios capellanes
para el Ejército Expedicionario?".
El Obispo Auxiliar y Vicario Capitular de Santiago, Monseñor Joaquín Larraín Gandarillas, propuso nombres y por medio de un decreto del Arzobispo de la Arquidiócesis, Monseñor Rafael Valentín Valdivieso (quien también tenía las facultades de Vicario castrense para Chile) se nombró a los ocho primeros capellanes que viajaron al Norte.
Enseguida se vio la necesidad de establecer la limitación de la jurisdicción que tendrían los capellanes, conforme a los estatutos vigentes, y en los términos que le concedía el Vicario Eclesiástico.
Otro tema que preocupó a las autoridades eclesiásticas fue si se designaría un capellán por cada cuerpo de Ejército, o bastarían momentáneamente los ocho capellanes nombrados. Se decidió, finalmente que no habría capellanes de ningún regimiento o batallón, sino capellanes del Ejército, que prestarían sus servicios bajo ladirección del que se nombrara superior de los demás y conforme a las órdenes que impartiera el General en Jefe. De esta manera habría unidad en los trabajos de los capellanes militares y se consultarían mejor sus necesidades, según las circunstancias.
Así fue como se propuso al presbítero don Florencio Fontecilla, como Capellán Mayor para que dirigiera los trabajos de sus compañeros bajo las órdenes del General en Jefe.
El hecho de que hubiesen tan pocos capellanes fue una de las razones de que las embarcaciones chilenas no pudiesen contar cada una con un sacerdote; sólo en algunos barcos, y nunca en forma permanente, hubo un capellán para atender las necesidades espirituales de los embarcados. A continuación haremos una breve biografía de esos capellanes que sirvieron en la Armada y su participación en ella.
A raíz del comienzo de los enfrentamientos bélicos, en la prensa de esos días, aparecieron artículos solicitando capellanes para la Armada:
"No sabemos porque no han nombrado capellanes para nuestra escuadra; y el hecho nos parece tanto más extraño, cuanto que varios sacerdotes se han ofrecido para servir el puesto gratuitamente. Los capellanes de la escuadra habrían sido muy útiles sobre todo en el Combate Naval de Iquique donde habrán muerto heroicamente muchos de nuestros patriotas, careciendo por completo de los infalibles auxilios de nuestra santa religión".
BIOGRAFÍA DE LOS CAPELLANES DE LA ESCUADRA
De los 47 capellanes que sirvieron en las Fuerzas Armadas chilenas y viajaron al Norte, la mayoría eran sacerdotes diocesanos; el resto fueron franciscanos, jesuitas, Orden de María, dominicos y otros.
De éstos fueron capellanes de la Armada sólo los capellanes Enrique Christie, Carlos Cruzat y Camilo Ortúzar, destinados al Blanco Encalada, O'Higgins y Cochrane, respectivamente y los presbíteros Briceño y Flores en la Chacabuco y Loa, aunque estos dos últimos permanecieron por muy escaso tiempo en estas embarcaciones.
PADRE ENRIQUE CHRISTIE GUTIERREZ
Sacerdote de la Arquidiócesis de Santiago, ordenado en julio de 1876 en Valparaíso. Sus padres fueron David y Carmen, quienes contrajeron matrimonio por el rito anglicano. Fue capellán de la Verónica en Santiago, Secretario Contador de la Casade Refugio. Murió en Lima el 13 de septiembre de 1882.
El 29 de mayo de 1879 recibió el nombramiento de capellán del Blanco Encalada. Le correspondió participar en el combate de Angamos dando "elocuentes pruebas de serenidad, valor y patriotismo" y ayudar a rescatar a los heridos del Huáscar. También estuvo en las batallas de Tacna, Chorrillos y Miraflores.El hecho de que fuera capellán del Blanco no implicaba que no atendiera a las tripulaciones de los otros navíos ya que según los testimonios de la época, estaba siempre pronto "para prestar sus servicios en las otras naves en que puedan ser necesarios".
Fue ascendido a Capellán Mayor del Ejército, en reemplazo de Javier Valdés, el 13 de marzo de 1882. Desgraciadamente la muerte lo sorprendió cuando desempeñaba ese cargo, víctima de un tifus, "contraído en la asistencia de nuestros soldados acometidos en esa horrorosa enfermedad durante la campaña del interior. El sacrificio al deber y patriotismo, sin que fueran bastante a salvarle su vigorosa salud, que tanto le ayudó durante la guerra en la que ejerció infatigable su sagrado ministerio, ya sea exhortando al soldado, ya consolando al moribundo y atendiendo al herido, ni los esfuerzos profesionales de los doctores".
Cruzat Hurtado, Carlos
Nació en Talca en 1851, hijo de Pedro y Carmen; se ordenó sacerdote el 19 de diciembre de 1874. Perteneció a la Arquidiócesis de Santiago. Profesor en el Seminario de Santiago. En 1877 pasó a ser Vicario Cooperador de la parroquia de los Doce Apóstoles de Valparaíso. En 1879 fue nombrado capellán de la escuadra y en 1881regresó a Valparaíso y sirvió en la parroquia del Espíritu Santo. Desde 1882 a 1887, fue Vicerrector del Seminario San Rafael de Valparaíso y desde este último año, párroco de la Estampa de Santiago hasta 1900. Murió el 21 de abril de 1903.
El 23 de septiembre de 1879 fue nombrado como capellán de la corbeta O'Higgins. En seguida se dirigió a Antofagasta, donde en compañía de los padres Florencio Fontecilla y Ruperto Marchant Pereira, se dedicó a predicar y confesar a los soldados en las diversas novenas que se rezaban en la Iglesia Parroquial. El 2 de Noviembre se encontraba frente a Pisagua, donde según sus propias palabras: "...no pasó mucho tiempo sin que la guerra nos manifestara sus horrores, botes que conducían soldados ebrios de amor patrio, regresaban tripulados por cadáveres y heridos que caían al abordar la playa". Después colaboró en las jornadas de Pisagua, Dolores y Tarapacá, auxiliando heridos en el campo de batalla y en los hospitales.
Luego volvió a ocupar su puesto en la corbeta, donde también se dedicó a enseñar "lecciones de Filosofía a los oficiales, visitaba y consolaba a los enfermos que existían en el hospital del navío". El capellán del Cochrane y el capellán del Blanco le hicieron llegar una partida de libros que sirvieron para formar la biblioteca de la O'Higgins.
Ortúzar Montt, Camilo
Nació en Santiago el 15 de Julio de 1848, fueron sus padres Ángel y Carolina.
Hizo sus estudios en el Seminario de Santiago y se ordenó de sacerdote en 1872. Sirvió como inspector en el Seminario de Valparaíso en 1873 y 1874. Viajó fuera de Chile en 1875 y 1876, y al año siguiente fue Vicerrector del mismo Seminario porteño. Desde 1879 en adelante fue capellán de la Armada. En 1887 renunció a su cargo, y emprendió viaje a Europa. En Turín, Don Bosco le ofreció ingresar en su congregación. El padre Ortúzar aceptó y profesó como salesiano. Pero su salud estaba ya minada por una afección pulmonar, y el 8 de Enero de 1895 falleció en Niza.
Su nombramiento como capellán de la Armada se decretó el 3 de junio de 1879. Le tocó participar en el asalto de Pisagua y en el combate de Tarapacá cuidandoheridos y ayudando a trasladarlos al hospital de Pisagua. Le preocupaba la instrucción de los marinos en las naves proporcionándoles libros y en Iquique gracias a "...los afanes de Camilo Ortúzar había hecho surgir de la nada una iglesita, que regentaba con las dotes que le eran características".
Durante el enfrentamiento frente a las costas de Arica, entre la Unión y el Manco Capac, por un lado, y el Cochrane por otra parte, Vicuña Mackenna destacó que, "...mostróse en este lance digno de señalado aplauso, el porte evangélico a la vez que varonil y patriótico del joven capellán del Cochrane don Camilo Ortúzar, sacerdote de virtud y de caudal, cuando vio alistarse al acorazado en que estaba su puesto de deber más no de batalla, y sin vacilar se transbordó a su puente para servir como simple combatiente en nombre de Dios, de la patria y de Chile".
Su actuación como capellán dejó recuerdos también en Juan José Latorre quien afirmó: "...no puedo pensar en los acontecimientos de aquellos días memorables sin recordar al joven sacerdote que, con su trato afable y modesto, y una conducta verdaderamente ejemplar, supo grangearse la buena voluntad y el respeto de cuantos lo conocían, y cuya inalterable bondad y consagración al cumplimiento de sus deberes, su serenidad en el momento de mayor peligro y su inagotable bondad para con los enfermos y heridos, causaban la admiración de todos".
El 6 de abril de 1882 se nombró a Camilo Ortúzar párroco y vicario de las parroquias del litoral peruano de Tarapacá, ocupado por el ejército chileno.
Briceño Tocornal, Servando
Nació el 9 de Julio 1848, hijo de Manuel Antonio Briceño Varas y de Rosa Tocornal Velasco. Cursó Humanidades en el colegio San Ignacio y se ordenó de sacerdote el 23 de septiembre de 1871. Recién ordenado fue nombrado Síndico de la Casa de Refugio.
Desde 1872 fue profesor de humanidades en el Seminario de Valparaíso y desde 1880 capellán de la cárcel del puerto. En 1883 regresó a la capital, donde se dedicó a la enseñanza en colegios y a la predicación. Desde 1891 hasta 1897 fue capellán del Externado del Sagrado Corazón. Murió el 12 de septiembre de 1901.
Fue nombrado capellán castrense el 12 de noviembre 1879, para que sirviera en la Chacabuco, pero en definitiva se quedó de administrador y capellán del hospital de Iquique. Permaneció embarcado sólo 13 días y en total sirvió dos meses y medio.
Flores Zamorano, Onofre
Perteneció al clero del Arzobispado de Santiago. Hizo sus estudios en el Seminario de esta capital, y se ordenó de sacerdote el 18 de Octubre de 1874. Fue profesor del Seminario de Talca y en 1875 pasó al de Valparaíso, permaneciendo en esta ciudad hasta 1887, fecha de su nombramiento de párroco de Limache. En el ejercicio de su ministerio trabajó en un periódico, en el cual dio muestra de su habilidad como escritor en prosa y verso. Fue capellán del Ejército Constitucional en la Revolución de 1891. En 1895 volvió a Valparaíso, donde ejerció libremente su ministerio hasta 1903.
Este año fue nombrado Notario de la gobernación eclesiástica de ese puerto. En 1911 renunció a este cargo. Desde 1906 se desempeñó como profesor del Seminario de San Rafael, puesto que mantuvo hasta su muerte el 15 de enero de 1918.
Su nombramiento como capellán castrense fue fechado el 23 de diciembre de 1879. Se desempeñó en la Chacabuco y el Loa. El Capellán Mayor Enrique Christie queriendo volver a Chile por motivos de salud, recomendó que en su reemplazo fuera nombrado el padre Flores, a quien consideraba "...bastante más competente que yo".
A MODO DE CONCLUSIÓN
Luego que los capellanes llegaban a algún puerto del Norte, eran destinados ya sea a los buques de la Armada, a hospitales o alguna de las divisiones del Ejército, y allí atender al personal de diferentes regimientos y batallones. Lo que está claro es que la actuación de los capellanes castrenses -y por ende de los capellanes de la Armada- durante la guerra fue beneficiosa para las tropas. El trabajo de los religiosos abarcó aspectos que fueron mucho más allá de su misión de capellanes.
Ellos no sólo evangelizaron, misionaron, administraron sacramentos, sino también auxiliaron a enfermos y moribundos, consolaron, tranquilizaron y animaron a las tropas, fueron consejeros espirituales y, además "los capellanes del ejército rivalizaron durante la guerra en su celo apostólico y caritativo".
La prensa testimonió esto al destacar "la noble conducta que observaron en el combate de Punta Angamos los capellanes de la escuadra, Sres. presbíteros Ortúzar y Christie que dieron elocuentes pruebas de serenidad, valor y patriotismo que llevaban al propio tiempo que arengaban a nuestros marinos con piadosas y varoniles palabras, los auxilios de nuestra santa religión a los que caían heridos.
Los distinguidos sacerdotes que desempeñan las funciones de capellanes en nuestros blindados dieron admirables pruebas de serenidad y patriotismo en el combate de Punta Angamos. Poco antes de comenzar la lucha, los Sres. presbíteros dirigieron la palabra a la tripulación, excitándola para que supiese sostener, como siempre, a la altura de la victoria, la bandera de la patria. 'A Dios rogando y con el hacha dando', fue la frase con que terminó la hermosa arenga el Sr. Ortúzar, capellán del Almirante Cochrane. Durante todo el combate, los Sres. sacerdotes ocuparon los puestos de mayor peligro, llevando los auxilios de la religión a los que caían heridos por la metralla enemiga. Terminado el combate y rendido ya el monitor peruano (Huáscar), fueron los capellanes los primeros que llegaron a su bordo, prestando toda clase de atenciones y cuidados a los infinitos heridos que, unos agonizantes y otros enloquecidos por el dolor, daban muestra de grande y terrible desesperación".
El clima del Norte y el exceso de trabajo hicieron mella en muchos de los sacerdotes. Esto tuvo como consecuencia que las enfermedades fueran comunes entre ellos, llevando a la tumba a los capellanes Enrique Christie, Juan Francisco Astete y José María Madariaga.
En sus cartas dejaron testimonio del estado físico de los capellanes, las enfermedades que contraían y las licencias que varios tuvieron que tomar para poder mejorar y volver a ejercer su ministerio sacerdotal.
Por el mal estado de salud el padre Carlos Cruzat también se vio forzado a regresar. Finalmente el capellán Christie, el 5 de abril de 1881, se quejaba "que muy bien vendrían algunos cuatro capellanes de Ejército que vengan a relevarnos; pues ya estamos gastados y fatigados...".
Con estas notas cerramos este breve estudio sobre los capellanes de la Armada que ejercieron su ministerio durante la Guerra del Pacífico.
Las Cantineras del Ejército chileno
El rol de la mujer en la guerra

Normalmente la historiografía militar sólo tiene espacio para los soldados, mientras que para las mujeres destacadas no hay ni un lugar. Sin embargo, lo anterior no es sinónimo de que madres y esposas no sean un elemento fundamental dentro de un conflicto bélico.
En el caso de Chile, las mujeres fueron un elemento de inspiración patriota y nacionalista cuando se entra en guerra con los vecinos países de Perú y Bolivia.
Desde un comienzo se destacaron con su entusiasmo y activa participación, ya sea desde sus hogares o en el frente de batalla. Estas últimas fueron las poco conocidas cantineras, quienes acompañaron a los militares en labores "domésticas" y, en otras ocasiones, en el enfrentamiento mismo.
Quienes eran las cantineras?
La cantinera es vista como un personaje pintoresco y clásico de la contienda, la cual desempeñó un desconocido, pero muy importante labor sanitaria y humanitaria.
Ellas eran parte del ejército y estaban autorizadas oficialmente por el gobierno chileno para cumplir esa misión. La cantidad de ellas era variable, pero normalmente iban de una a cuatro por batallón. De preferencia eran solteras y probadas buenas costumbres.
Si bien ellas acompañaban al ejército animadas por un fuerte espíritu de servicio, también habían objetivos superiores a ello, como lo es el inmenso amor a la patria.
Si hablamos de la procedencia de éstas, normalmente se sitúan en el estrato medio-bajo y bajo.
En su mayoría estaban radicadas en los centros urbanos, tales como Santiago y Valparaíso.
En tiempos pasados, cuando el ejército chileno no contaba con logística, identidad y con servicios como los actuales, el rol que desempeñaba la cantinera era fundamental. Esto significa que las cantineras tuvieron un rol de gran importancia para el ejército.
La primera mujer chilena que figura en las listas de cantineras, fue la Sargento Candelaria Pérez, quien fue una famosa heroína de la Guerra contra la Confederación Perú- Boliviana (1837).
De esta manera, el mayor mérito de la Sargento Candelaria consistió en haber iniciado la tradición, así cuando se declaró la Guerra del Pacífico, fue común que las mujeres partieran al norte y se les llamara cantineras.
Es así como mujeres cómo Irene Morales( en la foto) fueron las mujeres valientes que acompañaron y ayudaron en el ejército chileno:
"Hizo derroche de coraje y terminado cada combate, se entregaba a la tarea de cantinera; abnegada y tierna, curaba a los heridos y enfermos y les servía, a veces, un rancho improvisado.
Al año siguiente, el General en Jefe, Manuel Baquedano, supo de sus hazañas. La mandó llamar y la autorizó oficialmente para que vistiera el uniforme de cantinera y a la vez le otorgó el grado de Sargento".
El nombre cantinera proviene de cantina, la cual es una acepción de significación más amplia en el léxico militar que implica desde una pequeña tienda de comestibles, como la de tener siempre a disposición del soldado enfermo una alimentación especial o incluso prestar ayuda a los más diversos problemas que el soldado enfrentaba.
La Cantinera era la mujer autorizada oficialmente por el Gobierno de Chile para marchar junto a su regimiento. Ella debía vestir el uniforme y los distintivos de su batallón portando una cantina.
Para ocupar el puesto de cantinera en algún regimiento tenia que solicitar permiso al regimiento, el que aceptaba solo cierto numero de postulantes. Si su solicitud no era aceptada, la postulante debía dirigirse al Comandante del Regimiento, quien determinaba su aceptación o rechazo.
Sus labores eran de enfermera, labores domesticas, humanitarias y sanitarias, estaban también a cargo de los polvorines.
Pero ellas fueron mas que eso, muchas acompañaron a sus esposos, hijos y amores a las batallas, peleando codo a codo con los soldados de su compañía.
CANDELARIA PÉREZ

Nace el la Chimba ( Santiago ) en el año 1810 y fallece el 28 de marzo de 1870, mas conocida como la Sargento Candelaria ( Primera mujer de las fuerzas militares chilenas )
Se desempeño como empleada domestica, de una familia de Holandesa. Con sus patrones se traslado al Perú específicamente al puerto del Callao, ella contaba con 22 años, mas tarde se independizo y abrió una cocinería que le llamo "Fonda de la Chilena ", su especialidad era el pescado frito.
Esta cantinera participo en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana.
Con la llegada del Ejército Unido Restaurador, a la cabeza de Manuel Baquedano, después del combate de Portada de Guías el 21 de agosto de 1838, se enrola en el Ejército de Chile, en el regimiento Carampagne a la edad de 29 años.
Como cantinera participo activamente en el combate del cerro Pan de Azúcar en la Batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839, donde obtuvo el grado de sargento, por su valor en las batallas.
Volviendo a Chile en el año 1840, fue recibida con honores y recibió el grado de Alférez, con una pensión vitalicia de 17 pesos mensuales, que no le alcanzaban para sus gastos.
Fallece en Santiago el día 28 de marzo de 1870 olvidada de su pueblo, solo asistieron cinco personas a su sepelio.
MARÍA QUITERIA RAMÍREZ

Cantinera María Quiteria Ramírez nacida en Illapel. En el mes de octubre de 1879 se embarco para Antofagasta, siendo entrevistada por el Comandante Eleuterio Ramírez el día 14 de Octubre y aceptada como la primera cantinera del Regimiento 2º de Linea. Estuvo en la toma de Pisagua, después marcho al campamento de Dolores y posteriormente combatió las fuerzas peruanas en la batalla de Tarapaca, donde cae prisionera con algunos de sus compañeros.
Hizo a pie la travesía de Tarapaca a Arica prisionera del General Buendía, la toma de Arica por los soldados chilenos le dio la libertad, volviendo a incorporarse al Segundo de Linea.
Se embarco en Pisco para la expedición a Lima y de ahí hizo la travesía por tierra al Valle de Lurín, combatió en Chorrillos y en la sangrienta jornada de Miraflores, entrando a Lima con el ejército vencedor.
Regreso a Chile con parte del ejercito el día 14 de marzo de 1881, con su salud un poco quebrantada por las fatigas y las largas caminatas con el ejército chileno, tuvo muy enferma del hígado y con una fiebre espantosa pero pudo recuperarse.
Conoció a un minero del batallón de infantería Tamaya, del cual se enamoro y al termino de la guerra decidió irse a vivir con el a Ovalle. Falleció el 2 de noviembre de 1929.
Sus restos descansan en el mausoleo de veteranos del 79 en la ciudad de Ovalle.
IRENE MORALES INFANTE

Nació en la Chimba, Santiago el 1 de abril de 1865 y falleció en Santiago el 25 de agosto de 1890.
Hija de Ventura Morales y Marta Infante, al morir su padre se traslado junto a su madre a Valparaíso. Allí aprendió el oficio de costurera. En el año 1877, su madre la da en matrimonio a la edad de 12 años con un hombre mayor, que murió antes de cumplir un año de casados. Esta perdida, junto con la muerte de su madre, la motivo a viajar a Antofagasta, vendió su maquina de coser y saco un pasaje en tercera clase con rumbo a Antofagasta.
En Antofagasta, contrajo matrimonio con Santiago Pizarro, quien fue fusilado por asesinar a un soldado boliviano en una taberna en una riña. La viuda encontró el cadáver abandonado junto a la vía férrea y juro vengarse de alguna manera. ( No olvidemos que Antofagasta en ese tiempo era territorio boliviano).
El día 14 de febrero de 1879 , durante la Guerra del Pacifico, las tropas chilenas llegan a la ciudad de Antofagasta. Irene se intento reclutar en el ejército disfrazada de hombre, siendo descubierta y enviada como enfermera al Regimiento Tercero de Linea.
Participo con fusil en mano en el desembarco de Pisagua, en el combate de Dolores y de Tacna, Chorrillos, Arica y Miraflores para una vez terminada la batalla, preocuparse de la atención de los enfermos.
El General Manuel Baquedano, al oír la labor de Irene Morales, la autorizo oficialmente para que vistiera el uniforme de cantinera y al mismo tiempo le otorgo el grado de sargento.
Después de la guerra retorno a Santiago, estuvo en la inauguración del monumento al roto chileno en la la Plaza Yungay, falleciendo dos años después el 25 de agosto de 1890 en el anonimato en un hospital.
Sus restos descansan en una tumba en el Cementerio General.
JUANA ALCAINO IBARRA

Cantinera quien por amor siguió a su marido a la guerra del pacifico vestida de hombre, para enlistarse en el contingente del ejército chileno en el Regimiento Cívico de Talca, combatiendo en las batallas de Chorrillos y Miraflores, falleciendo olvidada e indigente en San Bernardo el 19 de junio de 1930.
FILOMENA VALENZUELA GOYENECHEA

Nace en la ciudad de Copiapó en el año 1848, de familia acomodada, su esposo era el director de la banda del Batallon Atacama, al cual se incorporo como cantinera. Participo en la toma de Pisagua el día 2 de noviembre de 1879, y posteriormente en la batalla de Dolores el 19 del mismo mes. En la expedición de Moquehua, obtuvo el rango de subteniente por su arrojo en el escalamiento del cerro Los Ángeles el día 22 de marzo de 1880. Prosiguió su campaña del desierto y participa en la toma de Tacna y Miraflores en el año 1881.
Terminada la guerra reside en el puerto donde ingresa a la compañía de Teatro de Novedades aprovechando sus condiciones de cantante y recitadora. Mas tarde se radica en Cavancha (Iquique) y funda una casa de canto llamada " Glorias de Chile ".
Fallece de una aneurisma cerebral, sepultada el 29 de octubre de 1924 en el Mausoleo Sociedad Veteranos de 1879. Cementerio Nº1 de Iquique.
JUANA LOPEZ

Esta cantinera nació en Valparaíso en el año de 1845 y falleció en 1904 en Santiago.
Cuando estallo la guerra contra Perú y Bolivia, Juana junto a su marido Manuel Saavedra y sus tres hijos varones se enrolo en el 2º Regimiento Movilizado Valparaíso, mientras que su esposo e hijos se ubicaron en otras unidades del ejército.
Su esposo y dos de sus hijos fallecieron en la Batalla de Dolores, y su otro hijo murió en la expedición de Lynch en la campaña contra Cáceres y sus montoneros.
Juana Lopez participo en las acciones de Antofagasta, Pisagua, San Francisco, Tacna, Chorrillos y Miraflores, entro victoriosa a Lima con el ejército vencedor y llevando en su mano una espada de un oficial enemigo.
Esta cantinera perdió a toda su familia en la guerra pero el destino le dio una sorpresa, cinco días antes de la batalla de San Juan, camino a Lima, dio a luz a un hijo.
Volvió a su país cargada de honores y medallas.
Recibió una pensión misera de 15 pesos, sus antiguos jefes y compañeros la visitaban para socorrerla para paliar su exigua pensión, que solo le alcanzaba para pagar un arriendo de dos miseros cuartos.
Una hija llamada Ceferina Vargas, la cuido en sus enfermedades hasta la muerte, falleciendo el 26 de enero de 1904 en el Hospital San Vicente de Paúl, llevándola al cementerio General.
Nadie del ejército se izo presente en su funeral, años después en 1910 se realizó en el cementerio General un acto patriótico para reparar este olvido e ingratitud.
JOSEFA DEL CARMEN HERRERA

Cantinera del Cuarto de Linea con sus medallas recibidas durante la guerra.
SUSANA MONTENEGRO
Esta cantinera fue tomada prisionera en la batalla de Tarapaca y muerta por empalamiento con bayoneta.
María Flor Cádiz de Rivera (1842-1933)

LEONOR SOLAR y ROSA RAMÍREZ
Esta cantinera estaba casada con sargento del 2º de Linea a quien acompaño como inseparable compañera en la guerra, sus camaradas la bautizaron la " Leona " , su marido fallece en la batalla de Tarapaca, fallece quemada en la misma batalla, junto a su compañera Rosa Ramírez.
CARMEN VILCHES
Cantinera del Batallón de Mineros de Atacama, lucho en la toma del Fuerte Los Ángeles. Clavó sus bombachas rojas en una lanza y trepo adelante de su regimiento, mermados por un enfrentamiento agotador, alentó para que llegasen con ella a la cima, la batalla se gano y no fue una bandera la que se clavo en lo alto, sino las bombachas de color rojo de su uniforme.
MERCEDES DEBÍA
Se enrolo en el Batallón Movilizado Bulnes y peleo bravamente en Dolores, Pisagua, Los Ángeles, Tacna, Arica, Chorrillos y Miraflores.
MANUELA PEÑA
Ella se alista como cantinera y su hijo de 14 años se ceñía el tambor.
Las cantineras de la 4ª y 6ª compañía Chacabuco que fueron inmoladas en la batalla de la Concepción junto a los 77 valientes que dieron sus vidas por Chile.
Una de ellas estaba con su hijo de 5 años y otra estaba embarazada, dando a luz en el fragor de la lucha, todas fueron destrozadas al igual que los niños, por mas de 300 fusileros y 1.500 montoneros armados de lanzas.
DOLORES RODRÍGUEZ
Cantinera de los Zapadores, oriunda de Caleu, era esposa de uno de los soldados que participo en la batalla de Tarapaca, acompañándolo a la guerra, al quedar viuda tomo el fusil y lucho hasta quedar herida en una pierna, rompió una de sus enaguas para poder vendarse con sus propias manos, siendo esta una de las más resistentes en la marcha hasta llegar a Agua Santa.
Se le concede el grado de Sargento por su valentía y arrojo.
MATEA SILVA VDA. DE GUTIERREZ
Cantinera del Regimiento Atacama, falleció el 28 de abril de 1928.
ROSA GONZÁLEZ
JUANA SOTO
MARIA LA CHICA
LEONOR GONZÁLEZ
CARMEN CABELLO
CLARA CASADOS
ELOISA POPPE
No todas pudieron ir a la guerra las que quedaron en casa, también participaron en la contienda dedicándose a confeccionar vendas para los heridos en combate, fueron enfermeras en los hospitales, confeccionaron uniformes en los talleres, realizaron rifas y conciertos para reunir fondos para la guerra. Se formaros muchos comités para poder acoger a los heridos y enfermos, aquí se destacan mujeres conocidas por su generosidad como Elvira Sarratea Herrera de Ramos ( Enfermera ) creadora de varios Hospitales de Sangre y coopero activamente con la Cruz Roja durante la guerra, Juana Ross de Edwards y la Sra. Isidora Goyenechea de Cousiño, esta ultima sediento el vapor Matías Cousiño a la Armada de Chile, siendo este devuelto al terminar la guerra.
Estas son algunas de las valientes Cantineras que pelearon en la guerra, pero fueron muchas más las que tuvieron ahí defendiendo su país, muchas de ellas perdieron a sus esposos e hijos en las batallas, pero siguieron adelante defendiendo su patria.