Héroes Patrios

Bernardo O´higgins Riquelme


En el crudo invierno de 1778, el día 20 de agosto, en una blanqueada y vetusta casa de adobes de Chillán Viejo, rasgó el aire el primer llanto de un niño. Nadie imaginaría en aquel momento que esa criatura tan pequeña, indefensa, sería el padre de una Patria libre; sería el heroico General que galoparía victorioso por los campos de Chile; sería el primer gobernante de la naciente República.

Era hijo de un irlandés al servicio de la corona de España, el entonces Intendente de Concepción don Ambrosio O'Higgins y de una "señora principal" de Chillán, doña Isabel Riquelme.

El misterio cae y cubre sus primeros años. Una reserva total acalla sus primeros pasos y apaga sus primeros balbuceos.

Sólo hay constancia de que en noviembre de 1782, a los cuatro años y dos meses de edad, un apuesto Oficial de la Colonia, acompañado de un Sargento y de un Cabo, lo sacó de Chillán, a lomo de su caballo y lo llevó a Talca, a casa del acaudalado comerciante y agricultor Juan Albano Pereira. Aquí fue bautizado; aquí recibió los cuidados y el cariño de la esposa de don Juan, doña Bartolina de la Cruz y aquí inició sus ,juegos infantiles con el hijo de aquel matrimonio, el que sería futuro sacerdote y gran amigo de O'Higgins, don Casimiro Albano de la Cruz.

Pasaron los años. En 1788 don Ambrosio fue nombrado Gobernador de Chile. Queriendo darle a su hijo una buena educación, primero lo envió a Chillán al "Colegio de Naturales"; luego a Lima al aristocrático colegio de San Carlos y por último al Viejo Mundo.

En 1794 se encontró en Cádiz, al lado de su tutor don Nicolás de la Cruz, pero a los pocos meses éste lo trasladó a Londres donde fue alojado en casa de los fabricantes de relojes Spencer y Perkins, quienes lo explotaron, entregándole sólo parte de las remesas que le enviaba periódicamente su padre.

Por espacio de cuatro años perfeccionó sus estudios en una academia de Richmond, cercana a la capital. Por aquel entonces conoció a Francisco Miranda -precursor de la Independencia de América hispana- y recibió de él preciosos conocimientos y consejos que después le servirían para tomar parte activa,en la lucha por la libertad de su Patria.

Regresó a Cádiz en 1799. El 3 de abril de 1800 decidió su regreso a América y se embarcó en la fragata "Confianza", pero ésta fue capturada por un barco inglés y O'Higgins, después de muchas vicisitudes, logró regresar a Cádiz, permaneciendo en España durante dos años más.

Al recibir la triste noticia del fallecimiento de su padre, acaecido en Lima el 18 de marzo de 1801, logró embarcarse nuevamente en abril del año siguiente. Llegó a Valparaíso el 6 de septiembre de 1802, después de ocho años de permanencia en el Viejo Mundo.

Antes de morir don Ambrosio alcanzó a testar en favor de su hijo la hacienda Las Canteras, con 16.689 cuadras y más de 4.000 cabezas de ganado. Don Bernardo hizo una visita a Lima para recibirse de su herencia.

Los años corrieron, O'Higgins alternó el campo con la ciudad. Fue nombrado Alcalde de Chillán en 1806, Subdelegado de la Isla de la Laja en 1810 y a principios de 1811, se alistó bajo las banderas de su Patria y a los primeros clamores de libertad e independencia, O'Higgins no titubeó, y reemplazando el arado por la espada, se dio a la tarea de organizar a los inquilinos de su hacienda para el combate.

El mismo, consciente de su falta de preparación militar, acudió al Coronel Juan Mackenna, a quien le pidió con singular modestia que lo instruyera sobre los conocimientos militares de que él carecía.

El 17 de octubre de 1813, a orillas del río ltata, en el lugar llamado "El Roble", Carrera, al mando de las bisoñas fuerzas patriotas, tuvo que lanzarse a nado para no caer prisionero. Era el momento de O'Higgins. Tomó el fusil de un soldado que cayó muerto a sus pies y con estentórea voz exclamó: "¡O vivir con honor o morir con gloria!, ¡El que sea valiente que me siga!". Este singular acto de arrojo y valor sirvió para que la sorpresa y la derrota de los primeros momentos se convirtieran en victoria para las fuerzas nacionales.

Por discrepancias con la Junta de Gobierno, Carrera renunció y propuso a O'Higgins como Comandante en Jefe del Ejército, quien como tal derrotó al adversario en los combates de "Quilo", "Membrillar", "Tres Montes" y "Guajardo". En "Quechereguas" obligó a los realistas a retirarse a Talca.

El desacertado gobierno de La Lastra, el vergonzoso Tratado de Lircay, Ia fuga de los Carrera de Chillán, donde fueron prisioneros de los realistas, la popularidad de José Miguel y el clamor del pueblo, determinaron que el 23 de julio Carrera derrocara a aquél y se constituyera en Presidente de la Junta. O'Higgins se opone y marcha con sus fuerzas a Santiago, siendo derrotado por Luis Carrera en "Tres Acequias" en agosto de 1814. Se refugió en la hacienda de Paula Jaraquemada, dispuesto a continuar la lucha, pero ante el desembarco de Osorio, que se había apoderado del territorio hasta Talca, se subordina con sus fuerzas a Carrera para preparar juntos la resistencia.

Así en Rancagua, los días 1 y 2 de octubre de 1814, solamente 1.800 patriotas con nueve cañones sufrieron durante 36 horas el asedio de 4.500 realistas y dieciocho cañones.

Carrera, con la División de Reserva, permaneció en las Bodegas del Conde, mientras O'Higgins y Juan José defendieron la línea del Cachapoal. Cuando Osorio, el 1 de octubre al amanecer inició el cruce del río, el mayor de los hermanos se refugió en Rancagua. El Libertador acudió a reforzarlo y, aunque tenía menor rango que el Brigadier Juan José Carrera, a petición de éste asumió el mando y la defensa de la plaza.

Después de un día de combate con muchas bajas, en que los realistas efectuaron tres asaltos, cortaron el agua e incendiaron la ciudad, O'Higgins envió al Comandante en Jefe el siguiente parte: "Si vienen municiones y carga la Tercera División, todo es hecho". Carrera respondió: "Municiones no pueden ir sino en la punta de las bayonetas. Al amanecer, hará sacrificios esta División". Verbalmente le mandó a decir que "como no se puede encerrar en la villa, le ayudará facilitándole la salida de las Divisiones".

Al aclarar, atacó la III División, la que fue detenida por la reserva realista, produciéndose el desbande de los reclutas armados sólo de lanzas y machetes, siendo inútiles los esfuerzos para evitarlo. A pesar de todo, don Bernardo siguió resistiendo; pero, ante el estallido de la munición, no pudo continuar y ordenó: "Monte a caballo el que pueda. ¡Nos abriremos paso a través del enemigo!"

El audaz General se decidió a romper el cerco y seguido por Freire y sus valientes dragones, cruzó cual ciclón entre las atónitas huestes realistas, rubricando así una de las páginas más sublimes de nuestra historia.

Así terminó la Patria Vieja y se inició la Reconquista, trasladándose el Libertador a Mendoza con los soldados que quedaron.

En Mendoza, O'Higgins colaboró a San Martín a organizar en El Plumerillo el poderoso Ejército Libertador, que inició su marcha en enero de 1817 -previa dispersión de los efectivos del Rey en el Valle Central que logró Manuel Rodríguez-, efectuando el cruce de Los Andes por cinco diferentes pasos, para concentrarse en Curimón, al sur del Aconcagua, frente al camino a Santiago por cuesta de Chacabuco, donde ocupaban posiciones los 1.400 soldados realistas que pudieron reunirse.

En su plan, San Martín consideraba una ofensiva frontal de O'Higgins con su División y otra envolvente., que realizaría el General Estanislao Soler con la suya, debiendo efectuarse ambas simultáneamente. Debido al atraso del argentino y para amarrar al adversario, don Bemardo inició el ataque: "¡Soldados!: ¡Vivir con honor o morir con gloria! ¡El que sea valiente que me siga! iColumnas a la carga!" La decisión del prócer definió la victoria. Consumada ésta, emergió la División de Soler.

El error de San Martín de no perseguir a los realistas significó su reorganización en el sur, el sitio de Talcahuano, Cancha Rayada, Maipo y la Guerra a Muerte.

Esta batalla demostró el temple de O'Higgins al proceder bajo su responsabilidad. El triunfo fue el resultado de la acción de las fuerzas de don Bernardo, sin dejar de reconocer la magnífica concepción estratégica de San Martín, al idear la operación.

Cuatro días después del triunfo de Chacabuco, el 16 de febrero de 1817, el Cabildo Abierto proclamó a O'Higgins como Director Supremo y una de sus primeras preocupaciones fue organizar la resistencia contra los realistas dirigidos por el Coronel Ordóñez, que dominaban el territorio desde el río Ñuble al sur.

Cuando el 6 de abril Freire ocupó Concepción, los españoles se refugian en Talcahuano, puerto que sitió al Libertador por seis meses, debiendo levantarlo debido al desgaste sufrido y la llegada de Osorio. Se retiró a Concepción y después al norte.

Después de "Quechereguas" y la marcha paralela de ambos ejércitos al norte, se produjo el desastre de "Cancha Rayada", en el que O'Higgins se destrozó el codo derecho. Sin considerar prescripción médica, viajó a Santiago, donde preparó la resistencia. En base a la División De las Heras, se concentraron las tropas en Ochagavía para dirigirse a "Maipú", donde el 5 de abril de 1818 se definió la Independencia. Allí acudió el prócer al mando de mil milicianos saludando al vencedor: "¡Gloria al salvador de Chile!" San Martín le contestó: "Chile no olvldará jamás al ilustre inválido que se presenta herido al campo de batalla".

Al trocar sus arreos de combate por la responsabilidad del gobernante, puso al servicio de la naciente República el caudal inagotable de su pureza de alma, su tesonero esfuerzo, su patriotismo sin reservas. Hizo de Chile "un Estado libre, independiente y soberano.... con plena aptitud para adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses", según consta en el acta de la Independencia de Chile, firmada el 1 de enero de 1818 y jurada el 12 de febrero del mismo año, en solemne ceremonia pública.

Desde que fue designado Director Supremo de la Nación, los esfuerzos de O'Higgins se dirigieron a organizar la Primera Escuadra Nacional. "Este triunfo y cien más se harán insignificantes si no dominamos el mar", había dicho después de la victoria de Chacabuco.

El período en que le correspondió gobernar fue extraordinariamente dificil y delicado. Todo estaba por hacerse; las leyes e instituciones del régimen colonial debió readaptarlas al principio republicano y tuvo que estructurar un sistema social sobre bases más humanas e igualitarias. Nadie podrá quitar jamás a O'Higgins el mérito de haber sido, entre los próceres de América, uno de los pocos cuyas ideas republicanas fueron inquebrantables, oponiéndose tenazmente a cualquier sistema monárquico de gobierno, tan en boga entre los líderes americanos de ese momento.

El Libertador consideraba que una República era el único gobierno apropiado para nuestro país. Así lo exigían "nuestros juramentos y el voto de la naturaleza indicado en la configuración y riqueza que los distingue; si nuestros sacrificios no han tenido un objetivo insignificante; si los creadores de la revolución se propusieron hacer libre y feliz a su suelo", esto sólo se lograría con un gobierno republicano.

Esta República recitaba de nuevas leyes "Rodeados de felices circunstancias, coronados por la victoria, vengada la Patria, destruidos los gérmenes desorganizadores, restablecida en fin la paz interior, es ya tiempo, amados compatriotas míos, de que establezcamos los cimientos de un venturoso porvenir. Estáis hartos de gloria y de triunfos, ahora necesitáis instituciones y leyes... Es necesario aplicar remedios a males envejecidos, pesar y aumentar nuestros recursos, consolidar el crédito público, reformar nuestros códigos, acomodándolos a los progresos de la ciencia social y al estado de la civilización del país; circunscribir últimamente la autoridad dentro de ciertos y seguros límites que sean otras tantas garantías de los derechos civiles y den al poder público todas las facilidades de hacer el bien sin poder dañar jamás".

O'Higgins organizó la República en lo jurídico, educacional cultural y material. Tribunales de Justicia, de Administración, Colegios, Bibliotecas, Hospitales, Cementerio y urbanización de las ciudades. Su generosidad personal continuó, como en su primera intervención pública. Dos Constituciones honran su nombre: las de 1818 y 1822.

A estos documentos jurídicos se les une la creación de un Ejército y una Armada netamente chilenos, la creación de la Escuela Militar que aún conserva su notable mensaje "Para ser Oficial de Ejército no se exigen más pruebas de nobleza que las verdaderas que forman el mérito, la virtud y el patriotismo". Organizó también la Academia de Guardiamarinas.

Su fecundo período se caracterizó asimismo por la fundación de nuevas ciudades a lo largo del país, la organización de la policía urbana y rural, la transformación del basural de La Cañada en la Alameda que hoy lleva su nombre, y la fundación de numerosas obras públicas que son parte de su labor imperecedera.

En lo espiritual, lograda la Independencia en la acción de Maipú, prometió erigir un templo votivo en honor a la Virgen del Carmen, Patrona del Ejército de Chile; ordenó componer la nueva Canción Nacional, el Escudo de Armas de la República; fundó la "Orden al Mérito" para ciudadanos ilustres, que reemplazaría los títulos de nobleza y escudos de armas, que fueron suprimidos.

En lo educacional dispuso la reapertura del Instituto Nacional; fundó la Biblioteca Nacional; ordenó la fundación de escuelas primarias sostenidas por los cabildos y la fiscalización de las escuelas particulares existentes.

Consciente de que nada servía la Independencia de su Patria si las fuerzas chileno-argentinas no terminaban con el poder realista en su seno, organizó la Expedición Libertadora del Perú. ¡Cuántas amarguras e incomprensiones hubo de soportar en su preparación! En una proclama dirigida a sus compatriotas, la víspera de su partida, se desahogó: "Sólo la futura suerte de Chile ha podido sostener mi corazón y mi espíritu. Yo debí encanecer a cada instante. El que no se ha visto en estas circunstancias, no sabe lo que es mandar".

Desgraciadamente el asesinato de Manuel Rodríguez (26.V.1818), fusilamiento de los Carrera (Juan José y Luis el 8.V.1818 y José Miguel el 4. IX.1821), la arbitraria política del Ministro Rodríguez Aldea y de la Logia Lautarina, los roces con los otros poderes del Estado, la natural fatiga que el país sentía después de una larga guerra en que todo lo había entregado al ideal de la Patria, la falta de apoyo de Concepción, entre otras causas, determinaron el levantamiento de las provincias y la capital, pidiendo la dimisión del Director Supremo, quien abdicó el 28 de enero de 1823, después de 6 años de Gobierno, entregando la banda a una Junta (Eyzaguirre, Infante y Errázuriz). Aplausos y vítores de "¡Viva el General O'Higgins!" dieron término a la asamblea. Si grande fue el Libertador como soldado y como gobernante, fue sublime en el momento de su abdicación.

El 6 de febrero se trasladó a Valparaíso con su madre, su hermana y su pequeño hijo Demetrio. Posteriormente viajó al Perú alejándose voluntariamente de su Patria, sufriendo la ingratitud de su pueblo, pero con la satisfacción de haber dado a Chile la libertad.

El 28 de julio (1823) arribó a El Callao, radicándose en Lima en la calle Espaderos Nº 9 del Girón de la Unión, entre la Plaza y la Merced. Por no disponer de otras entradas, subsistió con el producto del cultivo de las haciendas Montalván y Cuiba, que le fueron obsequiadas durante el Gobierno Protectoral de San Martín por los servicios prestados al Perú.

En las últimas campañas, a petición de Bolívar, lo acompañó integrando el Gran Consejo de Generales. Al banquete de celebración de Ayacucho concurrió de civil, expresando: "Mi misión americana ha concluido. Ahora soy sólo ciudadano". En consecuencia, se dedicó a la labranza y a recorrer a caballo sus tierras. Sus amigos le escribieron desde Chile que regresara, porque Freire no podía evitar la bancarrota; pero se negó a participar en ninguna actividad revolucionaria.

Cuando Bulnes ocupó Lima, fue invitado a visitar los cuarteles, rindiéndosele los honores correspondientes a su jerarquía. Después de Yungay, su antiguo subalterno exigió al Gobierno le restituyera su grado de Capitán General, reparándose así una injustificada ingratitud. Cuando falleció su madre, en 1839, el Mariscal de Ancash y sus tropas le rindieron el homenaje que se debía. El General vencedor, para ayudar al Libertador a solventar urgencias económicas, le adquirió en $ 20.000 su hacienda Las Canteras, según consta en escritura extendida ante el escribano Baltazar Núñez del Prado, el 26 de enero de 1839.

Reiteradamente el Libertador escribió a Prieto y Bulnes recomendándoles ocupar el Estrecho de Magallanes para afianzar el dominio de Chile sobre la zona austral y que lo hiciera con chilotes, que eran los más adecuados para resistir la dureza del clima patagónico.

Lentamente transcurrieron sus años de exilio. La nostalgia de la tierra que lo vio nacer lo entristecía y lo consumía.

Aceptó emocionado el retorno a la Patria que le ofreció reiteradamente el Presidente Manuel Bulnes y en los febriles preparativos agotó sus últimas energías. Todo el año 1842 debería pasar entre El Callao y Lima. El ilustre proscrito ya no volvería a su hacienda de Montalván, a sus campos de azúcar y de alfalfa. Ya no oiría el diario trinar de los pajarillos ni vería el renacer primaveral de sus flores, ni las majestuosas puestas de sol en sus praderas. En su cotidiano batallar con la muerte que lo acechaba, un solo pensamiento le alentaría vigoroso y altivo: su regreso a la Patria, a la tierra de su nacimiento, de su infancia, de sus hazañas y de sus sueños.

Leves y momentáneas mejorías entibiaban sus mañanas y sus lentos atardeceres de Lima. Por último, a mediodía del 24 de octubre de 1842, el Libertador, alzándose levemente en su lecho de enfermo, pronunció en su susurro la palabra "Magallanes" y expiró. Pareció como que hubiera querido alcanzar, en su supremo esfuerzo, hasta el último confin de la Patria lejana.

Así murió el insigne visionario y héroe de tantas batallas, a quien con justicia se puede calificar como el más grande ciudadano, el primero de los chilenos y el más valeroso Soldado de la Patria chilena, al cual América hispana había reconocido en vida sus méritos.

Los títulos otorgados son testimonio de esa gratitud "Gran Mariscal del Perú"; "General de los Ejércitos de la Gran Colombia"; "Brigadier de las Provincias Unidas del Río de Plata". Agregados ellos al que le otorgó su patria, "Libertador Capitán General de Chile", que enmarcan el sólido pedestal del Altar de la Patria.

En 1869 Chile repatria los restos de su hijo ilustre. Las corbetas de guerra "O'Higgins", "Esmeralda" y "Chacabuco", al mando del viejo marino Manuel Blanco Encalada, las traen del puerto peruano Callao hasta Valparaíso. Sepultados en el cementerio general, en un mausoleo de mármol, esperaron hasta 1979, antes de ser trasladados donde hoy los venera su patria.

En el intervalo, la ciudadanía erigió por suscripción popular la estatua ecuestre que luce su gallarda apostura sobre el Altar de la Patria, cubierto permanentemente por la bandera Nacional y alumbrado por la "Llama de la libertad", que arde sin extinguirse jamás.

El Altar de la Patria fue construido por el Ministerio de Obras Públicas, de acuerdo a un Decreto Supremo del Presidente de la República, Capitán General Augusto Pinochet Ugarte. Fue inaugurado el 20 de agosto de 1979, cuando en solemne ceremonia, encabezada por el Presidente de la República y las más altas autoridades del país, se hizo el traslado de los restos del Libertador desde el Cementerio General al Altar de la Patria, frente al Palacio de La Moneda, sede del Gobierno Nacional.

 

José Miguel de la Carrera y Verdugo (1785 - 1821)

José Miguel Carrera es uno de los personajes más controversiales de la historia chilena. A pesar que es considerado como uno de los padres de la patria en Chile, durante su vida misma fue acusado por algunos patriotas de traición a la causa independentista y de buscar instaurarse como dictador, caso que refleja por ejemplo en las acusaciones que se le hicieron por tratar de convertirse en un Napoleón en tierra chilena.

Algunos historiadores, como Diego Barros Arana, suponen que gran parte de estas controversias derivan del carácter impetuoso y apasionado de Carrera, pues a menudo él no habría considerado las posibles consecuencias de sus actos, lo que en ocasiones produjo resultados nefastos al fin último que buscaba. Sin embargo, es posible también entender sus actos como motivados por una finalidad diferente a la de otros independentistas, lo que habría producido desacuerdos y problemas.

En efecto, a pesar que Carrera era claramente independentista, existen autores que dudan del republicanismo del caudillo, y, al contrario, otros lo consideran el fundador de la República. Existen también algunos historiadores que simplemente lo ven como uno de los primeros caudillos que, basados en el poder militar y la demagogia, dominaron mucho de la vida política de América Latina.

Otra rama historiográfica reconoce el papel fundacional de Carrera. Ven en él a un revolucionario que en base al poder político que pudo acumular dotó al país no solo con una constitución política sino una nueva institucionalidad (como el Senado de 1812), de nuevos símbolos patrios, de una nueva educación más acorde con los nuevos tiempos y más extendida al incluir a las niñas, entre otros avances que harían de él el verdadero constructor del Estado. Dentro de esta corriente se puede catalogar a los hermanos Amunátegui y a Julio Alemparte.

Infancia y Juventud

Hijo del coronel de las Reales Milicias Ignacio de la Carrera — descendiente de conquistador — y Francisca de Paula Verdugo Fernández de Valdivieso y Herrera — una descendiente directa de Juan de Garay; Hernandarias; Jerónimo Luis de Cabrera; Diego de Villarroel; Martín Suárez de Toledo; Mencia Calderón, y del Señor de Almonaster, regidor de Panamá, Capitán General y gobernador de Tierra Firme, Gonzalo Martel de la Puente y Guzmán — .

Fue el tercero de cuatro hermanos: Javiera, Juan José, José Miguel y Luis.

Casado con Mercedes Fontecilla Valdivieso, tuvo cinco hijos: cuatro mujeres y un hombre, José Miguel Carrera Fontecilla, padre del héroe del combate de la Concepción, capitán Ignacio Carrera Pinto.

En 1807 fue enviado por su padre a España, donde logró una formación militar sólida, luchando por la causa hispana durante la Guerra de la Independencia Española. Se enroló en los Voluntarios de Madrid y los Húsares de Farnesio, participando en más de veinte batallas, siendo las principales la ocupación de la ciudad de Mora, retirada de Consuegra, combates de Yébenes, río Guadiana, batalla de Talavera y la batalla de Ocaña, en donde fue herido el 19 de noviembre de 1809.

Producto de la herida fue transferido a Cádiz, donde es condecorado con la Cruz de Talavera y ascendido a sargento mayor del Regimiento de Húsares de Galicia. En esos momentos Cádiz era centro de gran agitación política, en la medida que ahí se encontraba el Consejo de Regencia y se discutía la futura constitución. Es probable que en esa ciudad Carrera haya entrado en contacto con Joaquín Fernández de Leiva, quien era medio hermano de Manuel Rodríguez,ìntimo amigo de José Miguel y se encontraba ahí en representación de Chile frente a las Cortes de Cádiz. Es ahí también donde conoció por primera vez a José de San Martín

Años después, San Martín recordaría -en una carta- que mientras estaba en España conoció a varios "jóvenes americanos", y que decidieron volver a sus países para participar en el proceso por la independencia, que se agudizaba. En la carta San Martín no menciona quienes fueros aquellas personas. Sin embargo, coincidencia o no, tanto José Miguel Carrera como José de San Martín presentaron sus pedidos para volver a sus respectivos países en 1811. Ambos tuvieron problemas para empezar, pero a poco tiempo la Regencia se los concedió.

Sin embargo San Martín viajó primero a Londres, donde conoció -entre otros- a los venezolanos Luis López Méndez y Andrés Bello, el mexicano Servando Teresa de Mier, los argentinos Carlos María de Alvear -quien ya conocía a José Miguel- y José Matías Zapiola, y crucialmente, se unió a la Logia Lautaro. ``Se ha dicho también que San Martín tomo en esa ciudad conocimiento del llamado Plan de Maitland.

Mientras tanto Carrera se embarcaba -el 17 de abril de 1811- en el navío de guerra inglés Standard y arribaba a Santiago el 26 de julio, adentrándose inmediatamente en los vericuetos de la política local.

Desde ese momento y con sólo 25 años, Carrera cambió la orientación del proceso independentista chileno. Hasta el momento habían predominado los moderados, cuya idea era más bien obtener grados de autonomía dentro del Imperio español, sin llegar a la independencia plena. Carrera era un revolucionario, que buscaba la independencia plena de Chile con respecto a España.

Carrera, Director de la revolución

Intervención política de José Miguel Carrera: dudas y confusiones.

Cuando José Miguel Carrera llega a Chile, el sector más independentista -liderado por Juan Martínez de Rozas, quien aparentemente era miembro de la misma logia que Carrera: Los Caballeros Racionales de Cádiz- había organizado un golpe de estado alegando irregularidades en la elección del primer congreso apoyado por sus hermanos: Juan José y Luis, quienes estaban al mando de las tropas en la capital. José Miguel persuadió a sus hermanos de esperar, mientras el trataba de convencer al sector más conservador de solucionar el problema pacíficamente.

Fracasada esa intentativa, José Miguel decidió que la única solución era ese golpe, el que tuvo lugar exitosamente el 4 de septiembre de 1812. Sin embargo, su intervención tuvo otras dos consecuencias: primero, debido a la posposición inicial del golpe se produjo un esbozo de rivalidad entre la capital y Concepción y por ende, entre Rozas y Carrera. A consecuencia de esto, al día siguiente (5 de septiembre), pero sin coordinación con los sucesos de Santiago, los "exaltados" reemplazaron, en un cabildo abierto, los diputados de esa provincia por otros independentistas. Segundo, Carrera demostró ser quien tenía control efectivo sobre las fuerzas armadas.

El resultado inmediato fue que el Congreso Nacional quedó en manos del sector independentista. Sin embargo, el 15 de noviembre del mismo año, Carrera dio un segundo golpe, que mantuvo formalmente el Congreso, pero estableció un triunvirato integrado por José Gaspar Marín (por Coquimbo y Bernardo O'Higgins -como suplente de Rozas- por Concepción pero encabezado por Carrera (por Santiago), dando así comienzo a la controversia sobre sus motivaciones e intenciones.

Carrera mismo da tres motivos diferentes para ese segundo golpe. Carrera circuló el 20 de noviembre un panfleto anónimo que dice que ese Congreso sufría de la "nulidad más imaginable" por cuanto para su formación, "no se había consultado la voluntad libre del ciudadano i atropallado la representación general". Sin embargo, en un "Manifiesto" circulado en las provincias y fechada el 4 de diciembre del mismo, argumenta que la convocación al Congreso mismo había sido inoportuna, por cuanto el país no estaba preparado para tener ese tipo de instituciones. Agrega además que la elección de diputados habría sido nula debido a que había estado sujeta a "la acción de cabalas y facciones".

Termina asegurando que tal situación era inaceptable para el pueblo, el cual no había tenido otro recurso que recurrir "a la tropa i, no pudiendo esta ensordecer con indolencia una queja que lo tocaba tan de cerca, hizo suya la demanda". Finalmente, en su diario militar revela que el propósito era deponer lo que el consideraba la preponderancia de la familia Larraín: "Ya no podíamos conformarnos por más tiempo con la dominación de la casa. Los buenos chilenos ocurrían acusándonos de haber sido los que habíamos puesto al país en manos de aquella familia i que por consiguiente habíamos cooperado a la esclavitud de todo Chile … nada protegía aquella maldita familia para no sofocarla". Lo interesante de esa última opinión -la privada de Carrera- es que no menciona intereses políticos más allá que la destrucción de esa familia y su reemplazo por la de él.

Poco después, el 2 de diciembre de 1811, el congreso fue disuelto (lo que llevo a la renuncia de Marin y O'Higgins del triunvirato) Carrera nos da, en su diario militar, sus razones: "Los hombres que componían el Congreso, en su mayor parte ignorantes, asesinos i últimamente dirigidos por uno o dos perversos, fue el motivo que nos determino a su deposición". Él tenía ahora el poder total.

A consecuencia de lo anterior, la Junta de Concepción desconoció la autoridad del gobierno militar, demandando la restauración del gobierno representativo. Carrera -a través de O'Higgins- mando aseveraciones de buena voluntad y en una reunión -a fines de abril de 1812- aseguro a Rozas que de hecho, "desde la revolución de diciembre protesto el gobierno (de Carrera) que seria Representativo". Confiando en las palabras de Carrera, las tensiones se relajaron y las provincias del sur se dispusieron a recibir diputados a fin de resolver las dificultades. Carrera agrega en su diario "Para evitar los males con que nos amenazaban las juntas de Concepción i Valdivia, era preciso tomar medidas sagaces i activas; asegurada Concepción, nada costaba sugetar a Valdivia.

En Julio de 1812 fue mandado a Concepción don Juan Antonio Salcedo i Munoz, como diputado del gobierno (de Santiago) cerca de la junta de guerra, para tratar i cortar toda desavenencia; su principal objeto era destruirla (…se) logro por el influjo de don Pedro Benavente revolucionar la tropa, destruir la junta de guerra, apresarla, remitirla a Santiago con muchos de los sospechosos i dejar el mando seguro en manos de Benavente." A consecuencia de esas y otras maniobras, la guarnición de Valdivia se puso a las órdenes del virrey del Perú y en Concepción misma las autoridades y sectores políticos más conservadores vieron fortalecidas sus posiciones.

Lo anterior dio motivos para muchas sospechas. Algunos vieron el segundo golpe como un intento de restaurar el partido monarquista. Otros, incluso ajenos a la política chilena como una tentativa basada en la ambición personal.

Es de notar que todo lo anterior fue justificado por José Miguel Carrera como necesario para el bien "de la causa de la independencia" debido a que "las formas republicanas unidas al poder absoluto; dividida la opinión por la divergencia de los partidos; la ambición disfrazada con el ropaje del Bien Publico; la Autoridad sin reglas para mandar, el Pueblo sin leyes para obedecer, qual nave sin gobierno en medio de las olas, fluctuando entre las convulsiones de la anarquía, presentaba Chile en su estado de oscilacion el quadro de la crisis espantosa ...".

Sin embargo, a pesar de tales declaraciones en relación a buscar la independencia, es de notar que en documentos oficiales de su gobierno esa independencia nunca fue declarada y, por el contrario, se reconocía específicamente a Fernando VII como el legítimo rey de Chile (ver Reglamento Constitucional Provisorio de 1812). Aun tan tarde como en septiembre de 1814 (en vísperas de la desastre de Rancagua) el gobierno Carrerino proclamaba que "Hoy le hostiliza el infame Mariano Osorio contra las órdenes expresas del Rey, que en el decreto del 4 de mayo de 1814 deja las autoridades constituidas en ambos hemisferios hasta la resolución de un nuevo Congreso, y anula la Constitución Española, y órdenes de la Regencia con la pena de muerte a los que pretendan su obediencia. Por tanto, se declara a Osorio y a todos los que sigan su campo traidores al Rey y a la patria."

Obras de su Gobierno

Primer escudo chileno.

Entre las obras del gobierno de Carrera se cuenta la Constitución de 1812, que constaba de 27 artículos, y establecía un gobierno consistente de un Senado de 7 miembros y una Junta Superior de Gobierno, con tres vocales.

Es posible ver el documento como una tentativa de establecer una monarquía constitucional o parlamentaria, con una relación directa con la corona pero ninguna otra autoridad española. Se reconocía a Fernando VII de España como Rey, pero establece claramente que "el poder" reside en el pueblo (artículos 2, 6, 8) y que ese pueblo "hará su constitución" y que el rey 'la aceptara', declarando al mismo tiempo como nula cualquier orden o disposición proveniente de fuera del territorio nacional (artículo 5°; ésta parece ser la primera vez que se implica que Chile es un "país"; a diferencia de "provincia" o parte de un imperio en documentos oficiales). Adicionalmente, aun cuando establece igualdad de derechos (art 24), Carrera y sus partidarios no abolieron los títulos de nobleza por, alegadamente, no aumentar "imprudentemente y sin necesidad el número de enemigos poderosos contra el sistema de la Independencia".

Esta interpretación parece congruente con un artículo, publicado en mayo de 1812 en la Aurora de Chile -y firmado por Camilo Henríquez, quien estaba a cargo de la comisión redactora de esa Constitución- que afirmaba: "El gobierno británico es un medio entre la monarquía, que se encamina a la arbitrariedad, la democracia, que termina en la anarquía, y la aristocracia, que es el más inmoral de los gobiernos, y el más incompatible con la felicidad pública. Es pues un gobierno mixto en que estos tres sistemas se templan, se observan, se reprimen. Su acción y reacción establece un equilibrio en que nace la libertad." (...)

La primera bandera nacional, hecha por Doña Javiera Carrera,

una de las obras del gobierno de Carrera.

También conocida como bandera de la Patria Vieja (1810-1814).

Más confusa es la situación que ese gobierno tenía a corto plazo en la concepción de Carrera o qué papel se reservaba el mismo. Claramente, a largo plazo, se establecía la elección de los miembros del Senado y de la Junta Ejecutiva cada tres años. Pero en la práctica, Carrera eligió personalmente los primeros miembros de ese senado. Y el reglamento establece que los vocales de la Junta en esos momentos serán mantenidos en su cargo y serán reemplazados "en el caso de muerte o renuncia" (artículo 4).

La Junta carrerina prohibió en noviembre de 1812 la promoción de lo que consideraba sedición en contra del gobierno bajo la pena de amonestación y luego de exilio en caso de reincidencia; más tarde, el 25 de marzo de 1813, se decretó la pena capital en contra de aquellos que fueran encontrados culpables de conspirar para derrocar al gobierno. Además, se advirtió públicamente de castigos en contra de "jóvenes de inmoderado patriotismo" que insultaran a otras personas, ofreciendo confidencialidad y seguridad a los denunciantes, ya que la Junta creía que estos actos deshonraban también al gobierno.

En todo caso, parece justo decir que -cualquiera fueran sus intenciones o ambiciones- José Miguel Carrera estaba inspirado sino por las ideas liberales o republicanas por lo menos por las de la ilustración como se entendía en España y un naciente Patriotismo, que difería del concepto de patriotismo que tenían otros hispanoámericanos de la época como Bolívar, etc, que hablaban de una Patria Americana, mientras que Carrera hablaba de una Patria Chilena. La mayoría de las acciones de su gobierno parecen destinadas a crear lo que se llamaba una "opinión pública ilustrada" y a fomentar una identidad nacional distinta al ser súbditos españoles.

Personalmente diseñó, en conjunto con su hermana Javiera, los primeros símbolos nacionales: una bandera nacional (tres franjas iguales horizontales, en el orden de: azul, blanca y amarilla), un escudo de armas, muy diferente al actual y con dos sentencias latinas: Post Tenebras Lux (después de tinieblas, la luz) y Aut Consilio Aut Ense (por la razón o la espada) y una escaparela -que se hizo obligatorio lucir. Adicionalmente, se estableció el 18 de septiembre como festividad, no sólo en reconocimiento del primer paso en el proceso de independencia, sino como forma de realzar el espíritu nacionalista de los ciudadanos chilenos.

Se puede alegar convincentemente que su deseo o intención era despertar el interés de los sectores populares, hasta ese punto totalmente indiferentes a la causa independentista, dado a que el proceso de independencia fue, de acuerdo a las concepciones de la época obra de lo que se llamaba en aquellos tiempos "vecinos nobles" (terratenientes, aristócratas, mandatarios militares o eclesiásticos) ya sea europeos, en su mayoría españoles, o sus descendientes directos - los únicos que se aceptaba en esos días como criollos - dejando de lado sectores populares, no solo el creciente mestizaje y los indígenas pero también los españoles pobres o no nobles. Descripciones de ese tiempo dejan claro que los sectores "aristocráticos" y comerciantes acomodados consideraban inferiores no solo a esos pero también al naciente sector profesional, especialmente si estos provenían de familias "mestizas" (muy pocos. Para acceder a la educación superior en esos días era necesario pasar un examen de "pureza de sangre".

Es decir, demostrar que no se era mestizo - ver Estatutos de limpieza de sangre)-. El sector "no hispano puro" sufría de un analfabetismo casi absoluto, y de constantes maltratos y discriminaciones por parte de los dueños de la tierra y el dinero. Una lectura cuidadosa de sus escritos sugiere, sin embargo, que la concepción carrerina de "el pueblo" se refiere a lo que en esos días era considerado el Tercer Estado y en estos, probablemente, las clases medias.

Su gobierno publicó, además, el primer periódico del país: "La Aurora de Chile", cuyo editor era fray Camilo Henríquez, y en el que se proclamaron tanto los ideales independentistas como los de la ilustración. También fundó el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional de Chile e impulso la formación de una Sociedad Económica de Amigos del País. Se establecieron escuelas gratuitas en los conventos, tanto para hombres como para mujeres y se establecieron relaciones comerciales con los Estados Unidos e incluso recibió al primer cónsul estadounidense en Chile Joel Robert Poinsett, con quien estableció una estrecha relación.

Entre sus otras obras se incluyen la iluminación nocturna y reparación de calles. También fundó la Escuela de Granaderos, base para la futura Escuela Militar.

Resumen de sus obras

Creación del primer escudo nacional, y de la primera bandera nacional, símbolos característicos de la Patria Vieja.

Creación del primer periódico nacional, La Aurora de Chile, a cargo de fray Camilo Henríquez.

Establecimiento de relaciones diplomáticas con EE.UU., por medio del cónsul Joel Roberts Poinsett.

Fundación de la Escuela de Granaderos, predecesora de la Escuela Militar.

Fundación del Instituto Nacional.

Fundación de la Biblioteca Nacional de Chile.

Reglamento Constitucional de 1812.

La lucha por la Independencia

En marzo de 1813, desembarcan las tropas de expedición enviadas por el Virreinato del Perú, a cargo del Brigadier Antonio Pareja, con el objetivo de sofocar la emancipación de Chile. Carrera asumió como General en Jefe del Ejército y combatió en Yerbas Buenas, San Carlos y Talcahuano. Las primeras batallas aunque celebradas como victorias en la capital, resultaban ser de incierto resultado; el gran grueso del ejército carecía de la misma experiencia que Carrera en batalla, siendo las deserciones y errores tácticos (y hasta vergonzosos) más comunes de lo que se podrían esperar.

Luego de la llegada de las tropas de Gabino Gaínza, Carrera puso en sitio la ciudad de Chillán, de la cual se tuvo que retirar por no contar con los medios adecuados.

En enero de 1814 le sucede en el mando del Ejército el Brigadier Bernardo O'Higgins, victorioso en las batallas de El Roble, el Quilo y Membrillar. Una vez entregado el mando en Concepción, al dirigirse a Santiago es hecho prisionero por los españoles, pero logra fugarse.

El 23 de julio de 1814 encabeza con el presbítero Julián Uribe una revuelta que depone al Director Supremo, Francisco de la Lastra de la Sotta e instala una junta de gobierno con él como presidente. Sin embargo parte del gobierno civil escapa al sur y, en un cabildo abierto en Talca pide a O'Higgins que restaure el gobierno representativo. En consecuencia su hermano Luis enfrenta a O'Higgins en el combate de Las Tres Acequias, derrotándolo con una hábil estratagema defensiva.

El desembarco del Brigadier Mariano Osorio enviado por el Virrey del Perú para sofocar nuevamente la independencia de Chile, los obliga a unir fuerzas, pero la falta de materiales de guerra y la celeridad de Osorio, desembocan en el Desastre de Rancagua, donde son batidas las fuerzas patriotas encabezadas por O'Higgins. José Miguel Carrera y sus hermanos emigraron a Mendoza junto a muchas familias patriotas de Santiago. Él se encontraba en la retaguardia para proteger a la multitud que huía, enfrentándose con las tropas realistas en plena cordillera, en la denominada Batalla de los Papeles (el 11 de octubre de 1814). Llega a Argentina donde sólo logra enemistarse con el gobernador, siendo luego aprisionado.

Carrera en el exilio

Argentina

Cuando José Miguel y sus hermanos llegan el 17 de octubre, a Cuyo, la disputa entre los partidarios y los opuestos al gobierno carrerino recrudecieron. El general O'Higgins obtenía apoyo en José de San Martín, quien era hermano masónico de O'Higgins, ya que ambos estaban unidos por la secreta Logia Lautarina para la liberación de América, sin embargo, San Martín no tenía confianza en Los Carrera, por una variedad de motivos incluyendo una seria de actitudes por parte de los hermanos que fueron consideradas por San Martín como una tentativa de desconocer su autoridad. Al mismo tiempo, los hermanos habían sufrido mucho desprestigio a consecuencia del desastre de Rancagua y muchos entre los refugiados en Mendoza los acusaban, erróneamente, de haberse robado el tesoro nacional y de traición.

Finalmente tanto O'Higgins como José Miguel y Juan José fueron enviados a Buenos Aires, donde los esperaba Luis, que se encontraba prisionero por haber matado en duelo a Juan Mackenna, debido a que Luis consideraba que el informe que Mackenna había entregado los injuriaba. San Martin, ante la disyuntiva de tener que enfrentar permanentemente los indisciplinados reclamos y acciones de los Carreras, cuando menos distracciones necesitaba dado su proyecto de cruce de los Andes, toma la decisión de no apoyar a José Miguel Carrera. Tampoco ignoraba el Libertador de Tres Naciones sudamericanas, que los Carreras mantenían vínculos amistosos con sus opositores lautarinos.

A su llegada a Buenos Aires, Carrera se encuentra con Carlos María Alvear, amigo suyo desde los tiempos de Cádiz y enemigo acérrimo de San Martín. Los dos generales se encontraron y estrecharon nuevamente su amistad. Aunque Alvear era miembro de la Logia Lautarina, también era el fundador de la Logia Nro 3 de Cádiz: "Los Caballeros Racionales", orden a la que se dice Carrera pertenecía. Adicionalmente, una disputa interna en la logia Lautaro la había divido entre los partidarios de San Martin y los de Alvear. Gracias a esta conexión, Carrera consigue la liberación de su hermano Luis. Poco después, Alvear tomó el poder asumiendo como Director Supremo de las Provincias Unidas, con lo cual Carrera habría obtenido un apoyo decisivo para lograr sus propósitos: ser reconocido como gobierno legitimo de Chile y obtener recursos para montar una expedición a Coquimbo, desde donde planeaba continuar la guerra por la independencia.

Sin embargo el Cabildo de Buenos Aires, compuesto por un sector opuesto a Alvear, quien fue considerado por muchos como un dictador desplazó a Alvear del poder en abril de 1815, terminando con la esperanza de Carrera de obtener sus objetivos en Argentina.

Estados Unidos

Sin más recursos en la Argentina, Carrera decidió apelar a sus conocidos en Estados Unidos, principalmente Poinsett, quien fuera amigo suyo cuando fue gobernante. Así fue como se embarcó a bordo del Expedition hacia los Estados Unidos, sin dinero y sin hablar el inglés, que logró dominar en los tres meses que duró el viaje en barco.

Poinsett lo introdujo al entonces Secretario de Estado (James Monroe) a través de quien logró entrevistarse con el presidente estadounidense de la época, James Madison, quien se excusó de no poder hacer nada por la liberación de América del Sur, ya que en ese tiempo Estados Unidos se encontraba en negociaciones de la compra de la Florida a España. Sin embargo, Carrera reanudo su relación con otro amigo suyo, el comodoro David Porter, quien más lo ayudaría en su estadía. Adicionalmente, en Nueva York, José Miguel logró relacionarse con varios militares europeos de importancia, quienes lo aconsejaron respecto a cómo debía proceder, y hasta logró entrar a la logia estadounidense San Juan de Jerusalén n°1, la cual le sirvió para lograr contactos que le serían vitales en su misión

Muchos norteamericanos fueron deslumbrados por Carrera y lo ayudaron, tanto en términos económicos, como prestándose a servir al lado del General. Gracias a su estampa, figura y finura de sus modales, José Miguel resultaba ser muy convincente y digno de admiración. Mientras tanto en Chile, su padre era desterrado a Juan Fernández y los bienes de la familia Carrera requisados por los españoles.

Al cabo de un año, José Miguel logró reunir cuatro barcos, armamento y soldados en pro de la liberación de Chile, incluso terminó de aprender inglés a la perfección durante su estadía.

Llega de vuelta a Argentina, de acuerdo a él, el 9 de febrero de 1817. En esos momentos, el Ejército de los Andes había iniciado el cruce de los Andes y la campaña se encontraba en un momento muy delicado. Carrera se negó a poner su flotilla al comando de San Martín -aduciendo que hacer tal cosa era equivalente a decidir por adelantado el futuro gobierno de Chile. De acuerdo a Diego José Benavente Carrera dijo "Entonces San Martín no va a liberar el país sino a conquistarlo, no va a dejar a los pueblos que elijan a su mandatario sino a imponerlo". En consecuencia el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, don Juan Martín de Pueyrredón le impidió el paso a él y su flota, la que fue eventualmente, después de un intento de José Miguel de zarpar sin permiso, requisada y Carrera encarcelado -de acuerdo a él, el 29 de marzo de 1817- a bordo del bergantín Belén.

A continuación viene una seria confusa de hechos. De acuerdo a Carrera, en su Manifiesto a los Pueblos, después de la batalla de Chacabuco San Martín fue a visitarlo para explicarle que su arresto se habría debido a motivos políticos, pero que ahora no había obstáculos para su libertad, esto habría sido el 15 de abril. (Hay que notar que la historia "oficial" no conoce este viaje de San Martín desde Chile a Buenos Aires) Carrera interpretó eso como una burla. Poco después, y a través de su hermana, se le dieron pasaportes para él y sus hermanos. Carrera interpretó eso como una tentativa siniestra: en sus palabras "después de esta escena teatral, no dudaba ya que se trataba de nuestro exterminio".

Sin embargo, Vicuña Mackenna cita una carta de Carrera a Pueyrredón (fechada el 3 de abril) en la que dice: "Apenas consiga de V.E.. la libertad i un pasaporte para puertos extranjeros, i sin pensar mas en la carrera que me ha obligado a todo jenero de sacrificios, me dedicare a endulzar las amarguras de los que son desdichados por mi". En adición, se le ofreció nombrarlo embajador a EEUU y mantener los cargos militares a sus hermanos si lo acompañaban.

Cualquiera que fuera la situación, Carrera desechó las ofertas, prefiriendo escapar, un poco antes del 18 de abril, con la ayuda del Comandante del "Belén", Manuel de Monteverde y del oficial estadounidense William Kennedy, y, a bordo de un bergantin portugués llego a Montevideo donde recibe la protección del General portugués Carlos Federico Lecor y, de acuerdo a Benavente, se dedicó "a vindicar su honor tan vilmente ultrajado (….) Escribió un manifiesto (…) I respondía a cuanta calumnia se le hacía...".

El viaje y posterior asilo de Carrera en Montevideo es llamado "imprudente" por Benjamín Vicuña MacKenna, agregando que se ve de nuevo esa vehemencia que hacía que Carrera actuara sin considerar las consecuencias. Este asilo puede ser visto como nefasto para su reputación política y posiblemente como un factor importante en el próximo ajusticiamiento de sus hermanos. Parafraseando un gran historiador inglés, se puede decir que en algún momento en el periodo que sigue, Carrera dejó de ser el autor de su destino y se transformó en actor en los proyectos de otros.

En efecto, tomando ventaja de que San Martin y la mayor parte del ejército Argentino se encontraba ya sea en Cuyo (particularmente Mendoza), preparándose a liberar Chile (ver Ejército de los Andes) o en el noroeste de las Provincias Unidas, previniendo una invasión desde el Alto Perú (ver Ejército del Norte), el general Lecor había invadido hacía poco la Provincia Oriental -(ocupando Montevideo el 20 de enero de 1817)- al mando de un ejército monarquista portugués, y en los momentos que Carrera escogió asilarse bajo su protección, se temía una invasión al resto de las Provincias Unidas,37 intención final de la Corte Brasileña bajo la influencia de la princesa Carlota.

Adicionalmente, en Argentina misma había, se dice, un fuerte grupo partidario de ella. En esas circunstancias, basarse -como lo hizo- en Montevideo, y bajo la protección de un general líder de una expedición monarquista, daba obvios motivos para recelos y sospechas. Recelos que, se ha alegado, formaban parte central de las intenciones de Lecor y su secretario: Nicolás Herrera

Sin embargo, los comienzos fueron buenos. Se le unió un grupo de partidarios, entre los que se encontraban, aparte de Kennedy (el oficial que lo ayudo a escapar), los dos Benaventes, Manuel Gandarillas, Pedro Vidal, Camilo Henriquez.

Adicionalmente, pronto llego a esa ciudad su antiguo amigo, el ex Director Supremo Alvear, quien aparentemente se había ahora declarado fiel sirviente de la corona y promovía el federalismo. Carrera se dedicó a organizar sus planes y a preparar su Manifiesto a los Pueblos de Chile (listo en septiembre de 1817 de acuerdo a Vicuña Mackenna, pero publicado en marzo de 1818) y a conseguir ayuda para su proyecto.

Aun cuando no se sabe cuales eran sus planes concretos, las numerosas cartas que mando a su esposa y algunos otros documentos dejan entrever algo. Le dice a ella que bastaría con "ahorcar cuatro brivones", que "lastima que "Riquelme" (O'Higgins) no tenga mil pescuesos para medio pagar". Le informa que ha estado en contacto con Artigas y que, "de ahí, a Chile". Declara que Chile esta destinado a ser parte de una confederación del sur de América (Proclama a los Chilenos, Un Aviso a los Pueblos de Chile, etc).

Escribe a EEUU, desde donde recibe una carta - fechada en Washington el 15 de noviembre de 1817 y mandada a través de un oficial naval del gobierno de ese país- en que se le dice que el propósito de los enviados que le llevaron la carta "es preparar el camino para el reconocimiento de la independencia de aquellos países de Sud-América que estén dispuestos a establecer gobiernos conformes al nuestro" y que "el momento favorable ha llegado, abrigo la confianza de que sabrá Ud. aprovecharlo y emplear toda su energía en hacerlo fecundo".

Para comprender la totalidad del sentido de ese documento conviene tener en cuenta algunos otros factores. La carta esta escrita muy cuidadosamente, no dice nada que no pueda ser explicado como una expresión de los mejores deseos a países hermanos.

Y en todo caso no esta escrita por un miembro político del gobierno de EEUU, sino por un alto oficial de la marina (David Porter, a la sazón comodoro y miembro de los Comisionados Navales de EEUU) quien -se podía alegar- era amigo personal de José Miguel Carrera. Sin embargo, entonces la posición oficial del gobierno de EEUU era que "en el presente no es expediente reconocer la independencia de las provincias unidas del rio de la plata en consideración tanto a sus intereses como los de EEUU". Un poco más tarde mas se revela cuales son los problemas que causan tal inexpediencia: Argentina se muestra reacia a conceder a EEUU la calidad de "nación más favorecida" en asuntos de comercio.

La carta hace una referencia a "las miras de mi gobierno respecto a Sud-America y de Ud mismo". A la sazón, el presidente de EEUU era James Monroe -el mismo que algunos años después anunciaría la doctrina que lleva su nombre- y su "Secretario de Estado" era John Quincy Adams, el verdadero autor de esa doctrina. Se puede notar entre esa carta y esa doctrina una curiosa similaridad de fondo: en ambos se afirma que, en relación a Sud-América, EEUU actuara sin consideración de los intereses Europeos. (de hecho, la carta establece las condiciones de esa doctrina: que si Inglaterra no se envuelve, EEUU actuara sin consideración a esos intereses).

Carrera recibió esa carta el 21 de marzo de 1818. Algunos días antes -el 4 de marzo- había finalmente publicado su Manifiesto a los Pueblos de Chile. Ese documento es, a pesar que en el niega toda ambición política y agrega que no lo anima ni un deseo de rebelión ni de venganza, una verdadera proclamación del inicio de su campaña. Dirigido a los "Pueblos generosos, camaradas y compañeros de armas", en el se acusa a San Martín y a O'Higgins de numerosos deshonestidades, incluyendo el estar en colusión con y ser la vanguardia de los monarquistas, etc, con el fin de "sustituir en su restauración al yugo extranjero el de sus pretendidos libertadores"

José Miguel declara que su afán en publicar ese Manifiesto es no solo la defensa de su honor pero que además busca "por lo menos avisar a los Pueblos de los peligros que los circundan, y prevenirlos contra las redes que arma cautelosamente la ambición detestable de un enemigo doméstico encubierto con el Paladín de las Libertad Publica" agregando que "No seria prudente callar por delicadeza lo que es preciso publicar por deber". "Nosotros hemos peleado, hemos derramado nuestra sangre para destruir la tiranía, no para cambiar de tiranos." Con esa publicación y la llegada de la carta desde EEUU, los planes de Carrera, cualquiera que fueran sus detalles, parecían estar empezando a dar frutos.

Sin embargo, para esa fecha y aparentemente desprovistos de comunicación con él, sus hermanos habían decidido ya actuar. Situación que probo desastrosa tanto para ellos como para el.

Su muerte

Así pues, Carrera estaba a cargo de un grupo armado relativamente pequeño (cerca de 500 hombres) pero bloqueado cerca de Buenos Aires. Decidió internarse en las pampas con la esperanza de poder cruzar la cordillera hacia Chile. Fue ganando adeptos entre los indígenas, quienes llegaron a nombrarle "Pichi-Rey" ("pequeño rey").

"Los últimos momentos de Carrera", por el pintor chileno Juan Francisco González.

Marchó sobre el centro de detención de Las Bruscas donde "...puso en libertad los chilenos prisioneros en San Nicolás que estaban encerrados quienes consintieron alistarse en sus filas bajo la solemne promesa de ser restituidos a su libertad tan luego como la capital cayera en sus manos."

A continuación viene un periodo que es difícil de entender. En lugar de concentrarse en cruzar la cordillera, se dedica a hacer una guerra sangrienta, de exterminio, no contra las autoridades sino contra las poblaciones civiles en la Provincia de Buenos Aires, acciones que no podían tener otro resultado que la perdida de cualquier simpatía que pudiera tener entre las autoridades y población civil, y no solo en esa provincia.

Incentivó el ataque del cacique Yanquetruz, a la localidad de Salto, en Buenos Aires (aunque sin tomar parte), el 3 de diciembre de 1820, oportunidad en la que la indiada destruyó buena parte de la población , asesinando a los hombres y esclavizando como botin de guerra a las mujeres. Los pueblos de Rojas, Lobos y Chascomús también fueron asaltados.

Placa Conmemorativa del Fusilamiento de los Hermanos Carrera ubicada

en la Plaza Pedro del Castillo en la Ciudad de Mendoza, Argentina

(Nótese que el apellido está escrito como "Carreras" y no "Carrera").

En febrero de 1821 abandona las tolderías de los ranqueles y se dirige a Chile solicitando libre paso a los gobernadores de Córdoba y de San Luis, pero estos se niegan y lo enfrentan militarmente. Venció al gobernador cordobés general Juan Bautista Bustos en Chajá y al gobernador de San Luis, coronel Luis Videla en Ensenada de las Pulgas, ocupando la ciudad de San Luis. Intentó luego unirse a las fuerzas del gobernador de Entre Ríos general Francisco Ramírez, pero al no querer acompañarlo éste a Chile, retornó a San Luis después de vencer a fuerzas mendocinas en Río Cuarto, mientras que Ramírez fue derrotado y muerto en Río Seco el 10 de julio de 1821.

El 30 de agosto de 1821 fue derrotado en Punta del Médano por las fuerzas del coronel José Albino Gutiérrez.

Pese a que intentó replegarse a Jocolí con sus tropas, es traicionado por algunos de sus seguidores y oficiales, los que insurreccionaron la tropa y, tomándolo prisionero junto con José María Benavente y Felipe Álvarez, es entregado al coronel mendocino Gutiérrez. Enjuiciado y condenado a muerte por numerosos crímenes fue fusilado cerca del mediodía del 4 de septiembre, en la plaza de Mendoza. Durante esa ejecución, y de acuerdo al relato de fray Benito Lamas Carrera demostró gran valor personal, solicitando no se le vendaran los ojos, que se apuntara donde estaba su mano (sobre su corazón) y estar de pie, todo lo cual le fue negado. A continuación, el se limpió cuidadosamente algunas motas de las mangas de su casaca militar y gritó ¡Muero por la libertad de América!.

Luego de ello y según lo relatado en una carta por John M. Forbes, agente de los Estados Unidos en Buenos Aires, al Secretario de Estado de Norteamérica John Quincy Adams, y de acuerdo a un boletin publicado en esa ciudad, el cuerpo de Carrera fue mutilado. Su cabeza fue cortada y expuesta en la plaza de Mendoza; su brazo derecho fue enviado al Gobernador de Córdova, y el izquierdo a Punta de San Luis. Este acto fue considerado de salvaje ferocidad causando un sentimiento de horror en la comunidad. Sin embargo eso es negado por fray Lamas: "Preguntado por el que redacta esta memoria si era cierto, como dice el señor Yates en su diario impreso en el apéndice a la obra inglesa cuyo título es: Journal of a Residence in Chile by Mary Graham, London, 1824, si era cierto que a don José Miguel Carrera le cortaron, después de ejecutado, la cabeza y la mano derecha, me contestó que no había oído nunca semejante cosa, a pesar de haber acompañado, al suplicio al general, residir en Mendoza y haber predicado el sermón de gracias por la victoria de Mendoza contra él; así como la oración - fúnebre del general Morón".

Cabe considerar que ese tipo de mutilaciones no era -como el dictamen mismo sugiere- desconocido en la época y que Carrera mismo no era ajeno a esa "costumbre", como cuando ordeno cortarle la cabeza al coronel Videla después de su derrota en la batalla por la ciudad de San Luis a fin de presentarla como regalo a su amigo, Estanislao López, entonces gobernador de Santa Fe. El Instituto de Investigaciones Históricas "José Miguel Carrera" ha estado tratando de establecer los hechos por algún tiempo, pero aún no ha publicado resultados.

Su repatriación tuvo lugar, en las palabras de Benavente "Cuando Chile gozo de la plena libertad que nunca había tenido y tal vez no tendrá después" (opp cit, pp 36) Eso fue, irónicamente, durante la presidencia de Francisco Antonio Pinto, persona que es considerada responsable de sepultar para siempre las tendencias federalistas en la política chilena.

Quizás lo correcto es decir que, por mucho tiempo, el prócer fue visto principalmente como una figura romántica en la Historia, visión basada no tanto en los hechos pero en una leyenda que fue medio creada y medio espontánea. Así, por ejemplo, y a pesar que es generalmente conocido que la libertad de vientres fue establecida en Chile por el Primer Congreso Nacional - institución que Carrera derrocó por estar, en su opinión, compuesta por hombres que eran "en su mayor parte ignorantes, asesinos i últimamente dirigidos por uno o dos perversos"- Pablo Neruda implícitamente lo atribuye a Carrera ('Liberaste al hijo del esclavo.)

"Dijiste Libertad antes que nadie,

cuando el susurro iba de piedra en piedra

escondido en los parios, humillado.

Dijiste libertad antes que nadie.

Liberaste al hijo del esclavo.

Iban como las sombras mercaderes

vendiendo sangre de mares extraños.

Liberaste al hijo del esclavo."

Pablo Neruda Episodio XXIV, del Canto General (extracto)

Otras piezas de la literatura ahondan sobre el carácter y las hazañas de Carrera; entre ellas se puede contar "Los Húsares Trágicos" de Jorge Inostrosa, así como también los escritos del historiador Benjamín Vicuña Mackenna (nieto de Juan Mackenna, a quien Luis Carrera matara en duelo). También se puede contar la producción chilena "Héroes", la cual en celebración de los 200 años de la independencia de Chile también narra la historia de otros próceres chilenos. Esas y muchas otras obras dan, a menudo, como hechos los mitos y leyendas que rodean al personaje o dan una versión que bordea en lo novelesco de los sucesos, tergiversando o mal interpretando hechos a fin de dar un ángulo romántico o "más interesante" a los acontecimientos. Vicuña Mackenna llega al extremo de sugerir que el complot de 1817 se debió al deseo de Javiera que su hermano Luis se casara con su hija, que se encontraba en Chile.

La historiografía chilena se ha visto por mucho tiempo dividida entre "carrerinos" y "o'higginistas" en un debate que ha sido generalmente estéril, centrándose en el supuesto olvido del papel de Carrera en la independencia de Chile y en detalles, entre otros, como los ya mencionados, debate que se expresa a menudo en tentativas de "restaurar" la posición de uno de esos personajes con cuidadosa omisión del otro.

Así, por ejemplo, en los últimos años los descendientes de la familia Carrera y de sus amigos más cercanos "han intentado que se reconozca nuevamente a don José Miguel como uno de los Padres Fundadores de Chile, dentro del contexto de un proceso emancipador que no fue obra de un solo hombre, sino un hecho colectivo, fruto del esfuerzo de muchas personas, entre las que destacan hombres y mujeres como Manuel Rodríguez, Ramón Freire, Javiera Carrera, Juan Martínez de Rozas, entre otros." Es interesante notar la ausencia en esa lista de, entre otros, tanto de O'Higgins como San Martin.

El Instituto de Investigaciones Históricas "José Miguel Carrera" sugiere una aproximación quizás con más relevancia a ese debate. De acuerdo a ese instituto, y frente al conocido unitarismo político de O'Higgins y San Martin: "Carrera también es el precursor de la Unión Americana. Pero una unión entre estados soberanos. Es, en parte, la propuesta que le entrega al propio Simón Bolívar, en una carta enviada en 1816, por intermedio de un pariente de Carrera, el famoso religioso chileno Cortés Madariaga, que fuera precursor de la independencia en Venezuela.

Actualmente el Ejército de Chile ha reconocido a don José Miguel Carrera como su primer comandante en jefe y en el último traspaso de mando del general Cheyre al general Izurieta, se ha iniciado la tradición de entregarle la espada del general Carrera al nuevo titular. El 24 de noviembre del año 2005, la Armada de Chile, bautizó un submarino de la clase Scorpene, con el nombre "General Carrera", lo que constituye otro hito en la reivindicación histórica del prócer al tratarse del primer buque de guerra que lleva su nombre.

José Miguel fue abuelo del héroe de la Guerra del Pacífico, Ignacio Carrera Pinto. Tuvo cinco hijos, de los cuales solo el último, de nombre José Miguel, fue varón.

 


Manuel Rodríguez Erdoíza (1785 - 1818)

Orígenes familiares

Su padre fue el peruano Carlos Rodriguez de Herrera y Zeballos, oriundo de Arequipa, según lo consigna su propio testamento. Arribó a Chile alrededor de los 26 años, en 1780, como secretario de un importante emisario español de las aduanas reales de Lima. Luego permaneció trabajando en dicha institución como funcionario público, donde hizo carrera como funcionario de la corona y alcanzó el cargo de director de Aduanas de la Gobernación de Chile.

Sin ser un hombre acaudalado, pero gracias a la dote de su esposa que era viuda y su vida de tesonero y abnegado trabajo, pudo entregar un buen pasar a su familia. Aunque con mucha austeridad, educó a sus cuatro hijos, y uno de ellos, vástago de su esposa de matrimonio anterior, en el mejor colegio de Chile de la época, el Convictorio Carolino, del que obviamente fue alumno Manuel.

Su madre, María Loreto De Erdoíza y Aguirre, era una criolla de elevada posición social, descendiente por su madre de los primeros conquistadores y emparentada con las más prominentes familias coloniales. Era hija del acaudalado comerciante vasco Juan de Erdoíza y Olaguibel, y sobrina directa del Marqués de Montepío, Nicolás de Aguirre, destacado realista, el cual era hermano de su madre. Doña Loreto tenía fuerte raigambre vasca por su madre y su padre. Antes de su unión con Carlos Rodríguez, se había casado en primeras nupcias con Lucas Fernández de Leiva, adinerado comerciante español, del que enviudó prematuramente, quedándole una respetable herencia,y solo un hijo, llamado Lucas Fernandez de Leiva y Erdoiza, que fue medio hermano de los Rodríguez Erdoíza,y que vivió junto a ellos,hasta que por razones de su profesión debió partir a España y luego a Lima.

Aún cuando provenía de una tradicional familia Arequipeña (Perú), Carlos Rodríguez no tenía fortuna, sin embargo tenía educación y un buen trabajo. La familia Rodríguez Erdoiza era de jerarquía, educada y culta, además se relacionaba con la sociedad y la élite de la época; sin embargo sufrían de una constante estrechez económica, por lo que se decía que eran "aristócratas pobres", lo que limitaba seriamente la convivencia con sus pares sociales.

La familia vivía del siempre insuficiente sueldo de un funcionario público, complementado por la herencia recibida de su esposa, por lo que los hermanos Rodriguez Erdoiza siempre se sintieron algo disminuidos en su relación con la gente de sociedad con que se relacionaban.

Este hecho marcó a fuego la mente Manuel Rodríguez, y fraguó su persistente rebeldía y rechazo contra el orden establecido, que a todas luces era de la mayor injusticia, ya que no tomaba en cuenta para nada el valor de la meritocracia. Ya sea en los estudios,trabajo o negocios, solo existía un sistema de castas y preferencias inalterable. A la cabeza de ella siempre figuraban los peninsulares (nacidos en España), luego los criollos de fortuna, mas atrás una pequeña clase media educada mediocremente y, finalmente, el pueblo sometido a la más soberana ignorancia y pobreza.

La familia Rodriguez Erdoiza pertenecía a la vez a dos mundos opuestos y por esa razón se gestó el carácter contradictorio que tenía Manuel y que en el futuro le provocaria estar permanentemente en la cima y luego en la sima del poder político y que a la postre le costaría la vida.

La enorme e imponente casa, actualmente en el lugar que ocupa el Banco Central de Chile y en la que vivieron siempre los hermanos Rodríguez Erdoíza, era una herencia dejada por el primer marido de Doña María Loreto. Dicha casa poseía numerosas habitaciones, patios, y salones. Sin embargo, se respiraba un ambiente de mucha austeridad y de escaséz económica, ya que contaban con muy pocos sirvientes además de una mínima vida social comparado con otras familias de alcurnia en las que abundaban una larga corte de personas a su servicio, tales como cocineras, cocheros niñas de mano y en muchas familias los esclavos. En todo caso, éstas sólo realizaban labores de la casa, siendo muy diferente su naturaleza a la esclavitud de los países más al norte, aunque en ambos casos carecían de libertad como hombres, pero su calidad de vida, era infinitamente superior en Chile.

Estudios

Manuel Rodríguez cursó sus primeros estudios en el aristocrático y exclusivo colegio Convictorio Carolino de Santiago, pagado a medias por su padre y también con ayuda de becas. Allí Manuel fue compañero y mejor amigo de otro futuro prócer independentista, José Miguel Carrera, y además de todos los jóvenes que provocarían la independencia y posteriormente gobernarían los destinos de Chile en los primeros años de la república. Mientras el hogar familiar de los Rodríguez se ubicaba en la esquina suroriente de la intersección de las actuales calles Morandé y Agustinas, la casa de los Carrera se encontraba en la esquina sur poniente, sobre la actual Plaza de la Constitución, razón por lo cual desde su infancia y luego en el colegio, fueron amigos entrañables.

Rodríguez siguió sus estudios superiores de Derecho en la Real Universidad de San Felipe, recibiendo su doctorado de leyes en 1804. Ejerció la profesión posteriormente como procurador del Cabildo de Santiago, pero no habría podido titularse, según la explicación tradicional, debido que a que el sistema colonial de privilegios relativos al lugar de nacimiento (España o América), lo postergó frente a otros estudiantes con mayores influencias y nacidos en la península,1 versión que no es consistente con el hecho de que Joaquín Fernández de Leiva y Erdoíza,su medio hermano y tutor de Rodríguez, era vicerrector de la misma universidad.

Los tres hermanos Rodríguez Erdoíza: Manuel, Carlos y Ambrosio, más su medio hermano, Joaquín Fernández de Leiva, estudiaron Doctorado en Leyes.

Joaquín Fernández de Leiva y Erdoíza, quien el mayor de todos y medio hermano de los Rodríguez Erdoíza, era el hijo del primer matrimonio de la madre con el comerciante español Lucas Fernández de Leiva, Joaquín tuvo una exitosa carrera como magistrado, llegando a ser diputado representante de Chile en las Cortes de Cádiz en 1810,y luego miembro de la corte Virreinal en Lima, falleciendo en esa ciudad por 1814. El Tomó como protegidos a sus hermanastros Manuel y Carlos, animándolos a seguir estudios en abogacía.

Mientras Manuel participaba en las últimas convulsiones de la Patria Vieja, Joaquín figuraba como miembro de la corte virreinal limeña, en calidad de oidor de la Real Audiencia de Perú, hasta que murió muy joven en 1814. Carlos Rodríguez Erdoíza, por su parte, tuvo una dilatada carrera política durante los primeros años de la independencia. En 1814, José Miguel Carrera lo nombró secretario (ministro) de Guerra. Más adelante, durante la llamada Organización de la República, alcanzó el cargo de diputado, Ministro de Gobierno y Relaciones e integrante de la Corte Suprema. En 1833, exiliado en Lima, mantuvo una ácida polémica de prensa con Bernardo O'Higgins acerca del asesinato de su hermano Manuel, responsabilizándolo del crimen. Por su parte, Ambrosio Rodríguez Erdoíza, también estuvo involucrado en el proceso de independencia, llegó a ejercer como intendente de Chillán.

Los 3 hermanos Rodríguez Erdoíza fueron compañeros de luchas políticas, participando durante la Patria Vieja principalmente en el bando carrerino. No obstante, existió un temporal distanciamiento entre los Rodríguez y los Carrera, en enero de 1813, cuando Manuel y Carlos fueron acusados de complotar contra la junta presidida por José Miguel Carrera.

Participación en la Patria Vieja

La situación reinante entre 1810 y 1811 era de un gobierno dirigido por una Junta Nacional, presidida por Mateo de Toro Zambrano y Ureta, Conde de la Conquista, y compuesta por notables criollos aristócratas de la capital chilena. En los primeros meses de 1811 las ideas revolucionarias fueron ganando terreno, enfrentándose a las ideas reformistas de los criollos aristocráticos. Pronto la Junta, que gobernaba en nombre de Fernando VII, fue convirtiéndose en un órgano de gobierno nacional dispuesta a resistir el retorno de la dominación española. En este entorno, José Miguel Carrera, quien con 25 años retornaba de luchar contra la invasión napoleónica en España, se transformó en el caudillo más popular de Chile por sus ideas radicales y progresistas.

El 4 de septiembre de 1811, Carrera, secundado en lo militar por sus hermanos Juan José y Luis, llevaron a cabo un golpe de Estado y formaron una junta de cinco miembros, compuesta por Juan Enrique Rosales, Juan Mackenna, Juan Martínez de Rozas, Calvo de Encalada y Gaspar Marín, quedando como Presidente del Congreso Nacional el sacerdote Joaquín Larrain. Así, se adueñaron del Poder Ejecutivo y del Legislativo y emprendieron una serie de reformas de todo orden. Es en este golpe de Estado cuando Rodríguez pierde su puesto de Procurador de la ciudad de Santiago, pues así lo "exigía el pueblo" en sus demandas. Este desplazamiento es seguramente atribuible a las rencillas que habrían tenido Carlos Correa de Saa (uno de los líderes intelectuales del movimiento) con el padre de Manuel, Carlos Rodríguez.

El 15 de noviembre de 1811, Carrera llevó a cabo el reemplazo de la Junta de Gobierno por una compuesta de tres miembros, que gobernó entre 1811 y 1813. Durante 1812 la Junta realizó una labor que señalaba los progresos de la emancipación. Se imprimió la Aurora de Chile, cuyo primer director fue fray Camilo Henríquez González con la colaboración de Manuel de Salas, Antonio José de Irisarri y el Doctor Bernardo Vera y Pintado. Asimismo, se entablaron relaciones con los Estados Unidos de América, cuyo gobierno envió al representante comercial, con el título de Cónsul, Joel Roberts Poinsett.

Se diseñó la bandera de la Patria Vieja y el Reglamento Constitucional Provisorio de 1812, documento precursor de la Constitución política, confeccionado y redactado por el abogado Manuel Rodríguez. Por otro lado, Rodríguez, en calidad de secretario de Carrera, ofició como una especie de Ministro del Interior de la actualidad.

En ese periodo, ambos tuvieron algunos desencuentros graves, que debido al tenso clima político llevaron a Rodríguez a la cárcel, pero finalmente los problemas se aclararon y siguieron gobernando en comunión.

En 1813, el virrey José Fernando de Abascal, que veía a Carrera actuar como si Chile fuera independiente, envió una primera expedición al mando del brigadier español Antonio Pareja. Ante esta amenaza, el Senado, aplicando un artículo constitucional, suspendió la Constitución y reorganizó la Junta de Gobierno, siendo Carrera designado General en Jefe del Ejército, con la misión de defender la línea del río Maule. También se declaró la libertad de imprenta, se fundó el Instituto Nacional y se creó la Biblioteca Nacional, cuyo primer director fue Manuel de Salas. Además se decretó la nacionalización para extranjeros y españoles que respetasen la nueva institucionalidad del Estado, se creó el Ministerio de Relaciones Exteriores, se reestructuró el Ejército, creando los primeros cuarteles militares y se expropiaron 3 millones de pesos de la época a los potentados para cubrir gastos fiscales.

El 3 de mayo de 1814, los criollos, liderados por el director supremo Lastra y el ejército español, firmaron el Tratado de Lircay. Pero el Virrey Abascal ignoró el tratado y mandó una nueva expedición.

Como consecuencia, fue planeada una batalla en la plaza de Rancagua, la que terminó en una derrota, en lo que se conoce como el Desastre de Rancagua del 1 y 2 de octubre. Acto seguido, el gobierno pasó a manos del Brigadier Mariano Osorio que gobernó entre 1814 y 1815, iniciando el periodo de la Reconquista, que duró entre 1814 y 1817. En este periodo se cometieron hechos sangrientos en la cárcel de Santiago en donde se asesinaron a los independentistas allí detenidos por orden del Capitán Vicente San Bruno, jefe del Regimiento Los Talaveras de la Reina.

La Reconquista

Entre 1815 y 1817, el gobierno pasó a manos del Mariscal de Campo Francisco Casimiro Marcó del Pont; hombre pusilánime y pueril, que había obtenido la Gobernación de Chile por influencias de su familia. Aficionado al lujo y la pompa, encabezó todos sus bandos y decretos con la totalidad de sus apellidos y títulos, haciéndose llamar "Don Francisco Casimiro Marcó del Pont, Ángel, Díaz y Méndez, caballero de la orden de Santiago benemérito de la patria en grado heroico y eminente....etc.". Marcó del Pont gobernó con bastante incompetencia y sistemática represión y venganza contra los patriotas, en ese momento caídos en desgracia y derrotados. Fue secundado por el eficiente y cruel cuerpo policial del Regimiento Talaveras de la Reina, capitaneado por el Capitán Vicente San Bruno.

Los restos del ejército de patriotas chilenos decidió su retirada a Mendoza, Argentina, cruzando la Cordillera de los Andes con los comandantes Carrera y O'Higgins. Junto a él emigraron los hermanos de Carrera y también Manuel Rodríguez. Eran los días de apaciguamiento entre O´Higgins, Carrera y Rodríguez.

Apenas llegado a Mendoza, y en las peores condiciones, económicas y anímicas, Rodríguez trabajó modestamente en una imprenta donde se imprimían manifiestos políticos. Luego de conocer a José de San Martín, con quien simpatizó de inmediato, se incorporó a los preparativos de la Reconquista del territorio nacional y colaboró con San Martín y O'Higgins en el campamento El Plumerillo.

El general argentino había concebido la idea de que para asegurar la independencia de las Provincias Unidas había que eliminar el poder realista en el Perú con una invasión desde Chile. San Martín ideó la conformación de un ejercito rioplatense que junto a fuerzas chilenas pudiera invadir el Virreinato del Perú. A esta idea la tuvo que reformular debido a la reciente derrota que había sufrido el movimiento independentista chileno. En ese momento para invadir el Perú primero se debía lograr la liberación de Chile ya que el poder realista encabezado por Casimiro Marcó del Pont había retomado el control después de la batalla de Rancagua.

José de San Martín aceptó un plan propuesto por Manuel Rodríguez y le encargó la delicada misión de organizar clandestinamente la rebelión en Chile en contra del dominio español durante la Reconquista. San Martín vio en Manuel Rodríguez el emisario ideal y lo comisionó para ir a Chile a deslizar una pequeña fuerza en la retaguardia enemiga para mantener vivo el espíritu de la insurrección en las poblaciones chilenas. En ese período, Manuel Rodríguez se relacionó con el bandido José Miguel Neira, parte de las montoneras, que se alió a la causa independentista.

San Martín congenió con O'Higgins y con Manuel Rodríguez; pero no con José Miguel Carrera, que se manifestó poco dispuesto a obedecerle, por este motivo el jefe argentino lo envió a Buenos Aires.

En la capital argentina recrudeció la diferencia entre O'Higginistas y los carreristas, a tal extremo que Luis Carrera se batió a duelo con el coronel Juan Mackenna, muriendo éste último en la contienda por ciertas expresiones de Mackenna ofensivas para la familia de los Carrera.

Acciones guerrilleras

Manuel Rodríguez normalmente hostigó a esas fuerzas en sus viajes al interior de Colchagua, a donde viajaba frecuentemente desde Mendoza y Uspallata, pasando por Los Andes, Curacaví, Melipilla, Alhué y Marchigüe, dejando innumerables testimonios de inteligencia militar. Esta ruta le permitió eludir las fuerzas realistas y asestar certeros y efectistas golpes en San Felipe, Santiago, Melipilla y San Fernando. Otras veces cruzaba por el Paso del Planchón, cuyos planos sirvieron al general Freire años más tarde, durante la reconquista de Chile.

Entre los años de 1815 y 1817, Manuel Rodríguez logró llevar el desorden entre las tropas realistas y organizó una red de corresponsales que se convirtieron, cuando las circunstancias lo requerían, en jefes de partidas volantes que aparecieron y desaparecieron misteriosamente. Su osadía llegó al punto de abrirle la puerta del carruaje al mismísimo Casimiro Marcó del Pont a la salida del edificio gubernamental y además recibir una moneda por el servicio de parte del gobernador; esta proeza de gran riesgo causó las más grandes burlas de toda la población de Santiago hacia su gobernante. Pronto la figura de Rodríguez adquirió el relieve y la aureola de la leyenda con sus acciones de gran riesgo frente a las mismas espaldas de los realistas. Sus hazañas fueron la comidilla de las tertulias de la ciudad.

En enero de 1817, Rodríguez perpetró sus últimas hazañas. Con ochenta hombres cayó sobre Melipilla y se apoderó de los fondos recaudados por contribuciones forzosas, unos dos mil pesos, que repartió entre sus hombres, para que pudiesen alimentar a sus familias.

Pocos días después, ciento cincuenta de sus hombres, al mando de Francisco Salas, asaltaron de noche a San Fernando. La guarnición realista resistió el ataque; entonces Salas gritó con voz atronadora: ¡Que avance la artillería! ¡Que se muevan los cañones!.1 Inmediatamente los montoneros pusieron en movimiento unas rastras de cueros con piedras que producían un ruido idéntico al rodado de cañones. Los realistas, creyéndose atacados por una gran fuerza militar, huyeron. Así, Salas se apoderó de San Fernando.

La Independencia

Manuel Rodríguez con su uniforme de Húsares de la Muerte (Retrato considerado fidedigno).

Una vez divididas las fuerzas españolas gracias al talento guerrillero de Manuel Rodríguez y sus montoneros, el 21 de enero de 1817 el ejército libertador, compuesto por unos cuatro mil soldados, logró atravesar la cordillera de los Andes por los pasos de Uspallata, Piuquenes, el Planchón y los Patos, a principios de Febrero todas las Divisiones avistaban territorio chileno.

El general Rafael Maroto, jefe del ejército realista, salió al encuentro de los independentistas. El 12 de febrero de 1817 se encontraron los dos ejércitos en la cuesta de Chacabuco, tras la ardua batalla ese día se convirtió en un día de gloria. En 1814, la causa de la independencia había acabado en la plaza de Rancagua, para renacer triunfante en Chacabuco. Durante un año siguieron las acciones para expulsar a los realistas del país, así llegó el 2 de febrero de 1818 y en Talcahuano se firmó oficialmente la Independencia de Chile, siendo jurada el día 12 del mismo mes en Santiago.

Desastre de Cancha Rayada

El 19 de marzo del mismo año las fuerzas chilenas fueron sorprendidas durante la noche en Cancha Rayada (salida norte de Talca) por las fuerzas del general Osorio, que estaban compuestas por aproximadamente cinco mil soldados. En la oscuridad y la confusión, los patriotas se abrieron fuego unos a otros sin reconocerse y pronto huyeron derrotados. La noticia del desastre de Cancha Rayada causó gran consternación en la capital y todos pensaron en una nueva emigración a Mendoza, en aquellas críticas circunstancias apareció Manuel Rodríguez, y al grito desgarrador de "¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!", encendió un fuego abrasador en el corazón libertario de cada ciudadano, devolvió el ánimo a los que creían todo perdido, y se preparaban a huir presos del más grande pánico.

Gracias a la audacia y oportunidad de Manuel Rodríguez se evitó un nuevo desbande y con ello aseguró la supervivencia de la novel república. Los convenció, animó, organizó, y finalmente los motivó fervorosamente a unirse y prepararse a defender la ciudad.Esta acción lo transformó en el hombre mas popular de Chile lo que finalmente seria una de las principales razones de su asesinato.

El pueblo lo asoció al gobierno de la Junta Delegada que presidía don Luis de la Cruz, y en pocas horas Rodríguez organizó y armó un regimiento que llamó los Húsares de la Muerte. Es Manuel Rodríguez el que domina la situación y apresta la capital para resistir a los realistas, agitando al pueblo y organizando la movilización más extraordinaria. Posteriormente aparece O'Higgins herido y Rodríguez sin chistar entrega el mando, y se pone a las órdenes de O'Higgins.

Dos semanas después, el 5 de abril de 1818, a tres leguas de la capital, en los campos de Maipú, se libró la batalla decisiva y se logró dar fin a la campaña libertadora de Chile. El 17 de abril de 1818 se celebró un cabildo abierto en el cual tomó parte Manuel Rodríguez, sosteniendo allí su opinión de que dicho cabildo debía de tomar el mando del país hasta una reunión del Congreso.

Después de la Batalla de Chacabuco y de la Maipú, ya Chile independiente, Manuel Rodríguez ejerció algunos cargos públicos de mediana importancia y dentro del Ejército ofició el grado de coronel, siempre con la simpatía de José de San Martín, y la antipatía del director supremo O'Higgins, con lo cual comenzó su rápida declinación en el poder, lo que a la postre le costaría la vida, siendo cobardemente apresado y después asesinado.

El dominio que Rodríguez ejercía sobre el pueblo, la amistad que lo unía a los hermanos Carrera y su carácter díscolo lo colocaron en una situación límite con el Director Supremo; Bernardo O'Higgins y éste, bajo un consejo del abogado Monteagudo, quiso alejarlo del país ofreciéndole una misión diplomática en Estados Unidos, lo que en la práctica era una deportación, puesto que sería subido a bordo vigilado y engrillado, esto ya se vislumbraba, ya que cuando O'Higgins conversó con Rodríguez sobre esto, había ya una amenaza implícita de O'Higgins que se transcribe a continuación:

- "Rodríguez, ud. no es capaz de contener el espíritu inquieto de su genio, y con él va tal vez a colocar al Gobierno en la precisión de fusilarlo, pues que teniendo al enemigo aún dentro del país, se halla en el deber de evitar y cortar los trastornos a todo trance. Es aún Ud. joven, y madurado su talento puede ser muy útil a la Patria, mientras que hoy le es muy perjudicial, por lo tanto, será mucho mejor que Ud. se decida a pasar a Norte-América o a otra nación de Europa donde pueda dedicarse a estudiar con sosiego las nociones de su profesión, sus instituciones, etc., para lo que se le darán a Ud. tres mil pesos a su embarque para pago de transporte y mil pesos todos los años para su sostén. En cualquiera de esos puntos puede hacer servicios a su Patria, y aun cuando no estamos reconocidos, podrá dársele después credencial privada de agente de este Gobierno." 

Responde Rodríguez a esta abierta amenaza con el siguiente texto;

"Usted ha conocido, señor Director, perfectamente, mi genio. Soy de los que creen que los gobiernos republicanos deben cambiarse cada seis meses, o cada año a lo más, para de ese modo probarnos todos, si es posible, y es tan arraigada esta idea en mí, que si fuese Director y no encontrase quien me hiciera la revolución, me la haría yo mismo. ¿No sabe que también se la traté de hacer a mis amigos los Carrera?.

-Ya lo sé, y por ello es que quiero que se vaya fuera.

-Bien, pues, pero póngame en libertad para prepararme.

-No, porque marchará arrestado usted hasta ponerlo a bordo, pues estando comunicado puede hacerlo desde el arresto."

Conversación entre Manuel Rodríguez y Bernardo O'Higgins

O'Higgins aún sentía un cierto grado de respeto por Rodríguez, además de que contaba con la más grande popularidad del pueblo, lo que lo hacía importante políticamente.

Un día, después de la batalla de Maipú, Rodríguez cometió una temeraria acción debido a su carácter apasionado: osó entrar a caballo en el patio del palacio de gobierno junto a una turba, para protestar violentamente por el asesinato de los hermanos Juan José y Luis Carrera ignorando completamente que O'Higgins había enviado una carta a Mendoza para indultarlos, a pesar de que se cree que dicha carta, en idioma críptico, decía todo lo contrario.

Esto exasperó al Director Supremo, quien ordenó nuevamente su prisión en el cuartel de los Cazadores de los Andes, situado en lo que es la esquina norponiente de las calles Teatinos y San Pablo y se le siguió un proceso. Los esfuerzos de sus familiares fueron inútiles por permitir que O'Higgins desistiera del proceso.

Muerte

Monumento dedicado a Manuel Rodríguez,

ubicado en el Parque Bustamante, Providencia, Santiago.

El 26 de mayo de 1818, el guerrillero Manuel Rodríguez fue trasladado a la prisión militar de Quillota y a la altura del pueblo de Tiltil, específicamente en un sector llamado la Cancha del Gato, a orillas del río Lampa, fue asesinado de un tiro por la espalda por el Teniente Antonio Navarro al distraer su atención con un comentario de un ave que pasaba por el sector. Se adujo como causa de muerte, que el guerrillero intentó escapar.

El Teniente Navarro confesaría en 1825 que Bernardo de Monteagudo le dio la orden de asesinar al patriota, este último, fue expulsado a Perú, donde sería asesinado el mismo año en que Navarro confesó.

El 24 de agosto de 1818, don José Miguel Carrera reclamó sus restos para darles una cristiana sepultura. En el mismo sitio de aquel luctuoso suceso se erigió, en 1863 un monolito en su memoria, en que se lee la siguiente estrofa del poeta Guillermo Matta:

¡Jamás el héroe muere!

En la mano que le hiere

En página inmortal su nombre escribe,

Y el héroe Manuel con su gloria vive.

Los restos del héroe guerrillero fueron trasladados de Tiltil a Santiago en 1895, y presuntamente reposan en el Cementerio General.

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