Himnos nacionales

A través de su historia

Primer Himno Nacional de Chile

Primera versión del himno nacional de Chile

Texto: Bernardo Vera y Pintado

Música: Manuel Robles Gutiérrez

Himno nacional de Chile con letra de Eusebio Lillo y música de Ramón Carnicer

(Los párrafos en negritas son los que se cantan hoy día).

I

Ciudadanos, el amor sagrado

de la Patria os convoca a la lid:

libertad es el eco de alarma;

la divisa: triunfar o morir.

El cadalso o la antigua cadena

os presenta el soberbio español:

arrancad el puñal al tirano,

quebrantad ese cuello feroz.

(Coro) Dulce Patria, recibe los votos

con que Chile en tus aras juró

que o la tumba serás de los libres

o el asilo contra la opresión.

II

Habituarnos quisieron tres siglos

del esclavo a la suerte infeliz,

que al sonar de las propias cadenas

más aprende a cantar que a jemir.

Pero el fuerte clamor de la Patria

ese ruido espantoso acalló;

i las voces de la Independencia

penetraron hasta el corazón.

III

En sus ojos hermosos la Patria

nuevas luces empieza a sentir,

iobservando sus altos derechos

se ha incendiado en ardor varonil.

De virtud i justicia rodeada,

a los pueblos del Orbe anunció

que con sangre de Arauco ha firmado

la gran carta de emancipación.

IV

Los tiranos en rabia encendidos

i tocando de cerca su fin,

desplegaron la furia impotente,

que aunque en vano se halaga en destruir.

Ciudadanos, mirad en el campo

el cadáver del vil invasor...;

que perezca ese cruel que en el sepulcro

tan lejano a su cuna buscó.

V

Esos valles también ved, chilenos,

que el Eterno quiso bendecir,

i en que ríe la naturaleza,

aunque ajada del déspota vil.

Al amigo y al deudo más caro

sirven hoi de sepulcro i de honor:

mas la sangre del héroe es fecunda,

i en cada hombre cuenta un vengador.

VI

Del silencio profundo en que habitan

esos Manes ilustres, oíd

que os reclamen venganza, chilenos,

i en venganza a la guerra acudid.

De Lautaro, Colocolo i Rengo

reanimad el nativo valor,

i empeñad el coraje en las fieras

que la España a estinguirnos mandó.

VII

Esos monstruos que cargan consigo

el carácter infame i servil,

¿cómo pueden jamás compararse

con los Héroes del cinco de Abril?

Ellos sirven al mismo tirano

que su leí i su sangre burló;

por la Patria nosotros peleamos

nuestra vida, libertad i honor.

VIII

Por el mar i la tierra amenazan

los secuaces del déspota vil;

pero toda la naturaleza

los espera para combatir:

el Pacífico al Sud i Occidente,

al Oriente los Andes i el Sol,

por el Norte un inmenso desierto,

i el centro libertad i unión.

IX

Ved la insignia con que en Chacabuco

al intruso supisteis rendir,

i el augusto tricolor que en Maipo

en un día de triunfo os dio mil.

Vedle ya señoreando el Océano

i flameando sobre el fiero León:

se estremece a su vista el Ibero

nuestros pechos inflama el valor.

X

Ciudadanos, la gloria presida

de la Patria el destino feliz,

i podrán las edades futuras

a sus padres así bendecir.

Venturosas mil veces las vidas

con que Chile su dicha afianzó.

Si quedare un tirano, su sangre

de los héroes escriba el blasón.

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El primer himno nacional de Chile fue compuesto en 1819 por el músico Manuel Robles y el poeta Bernardo de Vera y Pintado

Segundo Himno Nacional de Chile


Mariano Egaña, ministro plenipotenciario de Chile en Londres durante el gobierno del director supremo Ramón Freire (1823-1826), procuró encontrar un músico de categoría para que compusiera una melodía de carácter más «lírico» para la «Canción Nacional de Chile», y así reemplazar la musicalización de Robles, de estilo «popular».

Egaña encargó la partitura al español Ramón Carnicer i Batlle,n 6 exiliado por liberal en la capital británica entre julio de 1825 y marzo de 1826. 

Carnicer entregó una pieza que no solo consideraba la línea melódica, sino también una introducción y un epílogo, el acompañamiento en piano y un arreglo a tres voces.

La partitura fue dedicada al ministro Egaña, quien fue el encargado de enviarla desde Inglaterra a Chile, acompañada del texto de Vera y Pintado y titulada «Himno patriótico de Chile».

Esta composición de Carnicer no tiene fecha exacta de composición -según antecedentes encontrados en la Gazeta Ministerial de Chile de septiembre de 1827, ya entonces había sido cantada por Isidora Zegers y otras damas de la Sociedad Filarmónica de Santiago; así, y teniendo en cuenta los métodos de impresión y los tiempos que demoraban las comunicaciones en aquella época, es probable que su edición haya sido hecha antes- 

Su presentación oficial ocurrió en el teatro de Arteaga el 23 de diciembre de 1828, durante un concierto de la Sociedad Filarmónica de Santiago a beneficio del maestro Santiago Massoni; en esa ocasión, se presentó, como era costumbre antes de cada función, el himno con la melodía de Robles.

La versión musical de Carnicer no fue acompañada por ningún decreto oficial que la autorizara; sin embargo, y casi inmediatamente, reemplazó a la de Robles, aunque contó con la oposición de la gente mayor que gritaba «¡La canción vieja, la canción vieja!».

Musicalmente, la forma de canto difiere un poco con la actual, donde se cambiaron algunas notas del coro.


Letra (Primer Estrofa y Coro):

I

Ciudadanos, el amor sagrado

de la patria os convoca a la lid:

libertad es el eco de alarma

la divisa: triunfar o morir.

El cadalso o la antigua cadena

os presenta el soberbio español:

arrancad el puñal al tirano

quebrantad ese cuello feroz.

CORO

Dulce Patria, recibe los votos

con que Chile en tus aras juró

que o la tumba serás de los libres

o el asilo contra la opresión.




HIMNO ACTUAL

Himno nacional de Chile con letra de Eusebio Lillo y música de Ramón Carnicer

(Los párrafos son los que se cantan hoy día).

V

Puro, Chile, es tu cielo azulado,

puras brisas te cruzan también,

y tu campo de flores bordado

es la copia feliz del Edén.

Majestuosa es la blanca montaña

que te dio por baluarte el Señor,

que te dio por baluarte el Señor,

Y ese mar que tranquilo te baña

te promete futuro esplendor.

Y ese mar que tranquilo te baña

te promete futuro esplendor.

Dulce Patria, recibe los votos

Con que Chile en tus aras juró

Que o la tumba serás de los libres

O el asilo contra la opresión.

Que o la tumba serás de los libres

O el asilo contra la opresión.

Que o la tumba serás de los libres

O el asilo contra la opresión.

O el asilo contra la opresión.

O el asilo contra la opresión. 


Si bien el Himno de Yungay no tiene el carácter de Himno Nacional de Chile, Considero prudente y obligatorio incluírlo aquí.

El himno es considerado un segundo himno nacional, y fue la marcha oficial del Ejército de Chile durante la Guerra del Pacífico.Actualmente se emplea para los honores de autoridades civiles, como ministros, intendentes o gobernadores. 

Himno a las Victorias de Yungay

El 8 de abril de 1839 se estrenó, con letra de Manuel Rengifo, el Himno a las Victorias de Yungay, luego del triunfo en la batalla de Yungay.

Uno de los varios himnos que se crearon en torno a este hecho, se había estrenado el 31 de marzo en el Parral de Gómez por la orquesta del mismo nombre, con letra de Hiliarón Moreno. El texto de este Himno a la espléndida batalla de Yungay dedicado al pueblo de Chile, decía:

En la cima de Yungay fragosa
El heroísmo chileno triunfó
Los cobardes allí sucumbieron,
Los valientes lavaron su honor

La versión que conocemos actualmente, con música de José Luis Zapiola, lleva letra de Ramón Rengifo. Parte de su texto dice:

Cantemos la gloria
Del triunfo marcial
Que el pueblo chileno
Obtuvo en Yungay

Zapiola terminó de componer el himno el 1° de abril de 1839. Lo dedicó al ministro Joaquín Tocornal. El 8 de abril el gobierno ofreció una fiesta para celebrar la victoria y para estrenarlo. Luego de esta celebración empezó a circular en forma de hoja impresa con el título Himno cantado en el sarao que se dio en celebridad de la victoria de Yungay en la noche del 8 de abril de 1839 (Pereira Salas, Eugenio. Prólogo, Recuerdos de treinta años, p. 20).

El Himno de Yungay fue la primera pieza de música impresa en el país que además dio derechos de autor. "Los tipos musicales, dice Ventura Blanco, existían en Chile desde años atrás; sin embargo, nadie conocía su empleo; el mismo Rivadeneira se veía embarazado para usarlos, y quizás la publicación se habría retardado sin la cooperación del señor Francisco Solano Pérez, que descifró el enigma" (La Estrella de Chile, (247):5, 23 de junio, 1871).

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